Puristas

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Foto tomada de mi Tumblr

Ce refus de choisir, cette distance prise avec les engagements, vus comme des jeux de théâtre – en ce sens Le Dernier Métro vient de loin, et se révèle un film beaucoup plus intime et personnel qu’on ne l’a dit-, sont un regard moral porté sur la période: «Ce moment, on ne sait pas s’il est théâtral parce que lié à la percepetion de mon adolescence, ou parce que les Français de l’époque n’avaient pas envie de voir de trop pres la réalité des choses, dans la mesure ou s’ils regardaient la vérité vraie, en face, la France aurait été un pays de résignés, face à la facilité de la collaboration, face aux dangers de la résistance” dira le cinéaste. Cela apparaît en définitive comme le principe éthique tiré par l’adolescente de sa première expérience de la politique et de l’Histoire. «De quel droit me jugez-vous?», pourrait-il lancer aux parents, aux professeurs, aux passants qui froncent les sourcils devant ses fugues, ses petits vols ou ses gros mensonges, tandis qu’ils demeurent les spectateurs de ce théâtre de boulevard de la collaboration et de la résistance.

Une image, une seule, a frappé l’adolescent, qui renforce ses convicions: un reportage sur l’ouverture des camps de concentration, les charniers, les morts vivants sortant des baraquements, vu au Cinéac-Italiens en mai 1945. Le théâtre de l’Occupation française apparut alors, en compararison, comme plus ridicule et dérisoire et les spectaterus résignés, plus passifs et grotesques encore.

Antoine de Baecque et Serge Toubiana. “François Truffaut”. Éditions Gallimard

– … como si estuviera en el laberinto con la sensación de desolación digna del espectador del destino que se cumple en Sísifo, el proletario de los dioses: al final de la jornada, después de todo, me pregunto si la cotidianidad de sobrevivencia – y lucro – es una lucha noble, digamos, llena de ideales de amor, solidaridad y esperanza. Me pregunto eso siempre… siempre.

– A mí me da mucha curiosidad aquellos intelectuales que critican el neoliberalismo descarnado y sangriento desde la perfección inmaculada de sus cátedras académicas.

– Nunca han trabajado en una empresa probablemente. Nunca han sido explotados quizás.

– Espera… no hago desdén de sus comentarios – que son muy lúcidos algunas veces – ni tampoco los desautorizo ni minimizo sus aportes en esta reflexión… es solo que… caramba, no todos tienen la buena fortuna de trabajar directamente por la transformación social, por la opción preferencial por los pobres…

– O como maestros respetables en la facultad de humanidades de San Marcos.

– Graciosa…

La vida está llena de tantos matices. Es como lo vivido en París durante la ocupación alemana. ¿Cómo sobrevivieron en ese entonces? ¿Cómo continuaron en su “día a día” los colegios, las universidades, los comercios, los periódicos? ¿Se podría decir que realmente hubo “Resistencia”? Pero claro… hacerse estas preguntas implica mucho dolor y vergüenza…

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