Pitonisa despertó en tierras desconocidas para ella. No estaba rodeada del entorno de oráculos al que estaba acostumbrada. Estaba en las tierras que fueron soñadas por Alexandre, y que ahora estaban siendo revividas por alguien más, que estaba soñando un sueño que otro alguien, alguna vez soñó.
Mejor dicho, Pitonisa estaba viviendo en el recuerdo de la vida de un sueño que alguien soñó. Ella no sobreviviría a ningún análisis si Freud estuviera aquí. Pero él no estaba. Y en el mundo onírico nos podemos dar ciertas licencias que la rigurosidad intelectual no nos permitiría en otros contextos.Pitonisa estaba rodeada de la exquisita, aventurera y caballeresca Francia del Luis XIII, del Cardenal Richelieu, de la Reina Ana de Austria… y claro, del Duque de Buckingham. Entonces recordó que ella estaba ahí para cumplir una misión extraordinaria, que no sabía exactamente cuál era. La vida se entiende en retrospectiva. ¡Pardiez!
Las tragedias de Antígona interpelaban a Pitonisa a tomar una decisión o no. A continuar o a esperar. ¿Qué iba a hacer ella, tan propia de Corinto, del Monte Parnaso, de la polis griega, ahí, en la Francia literariamente monárquica del S XVII? De segurito que era el sueño psicodélico de alguien más. El Oráculo de Delfos debería hacer algo con esos chicos de Liverpool que cantan “Lucy in the sky with diamonds”.
Entonces, antes de que si quiera pueda tomar una decisión – o una postura frente al ensueño que estaba viviendo -, apareció D’Artagnan. Todo encontró sentido: Pitonisa debía llevar el mensaje del Oráculo griego.
«Tu chica será muy afortunadamente feliz por que te habrá conocido»
Inmediatamente Pitonisa regresó a su tierra griega. Y dejó al joven D’Artagnan, tan hermosamente quijotesco, con su corazón valiente y sincero, con sus amigos.
«Ey… Athos, Porthos, Aramis. Esperadme ¡Pardiez! Que se me apareció una loca hermosa»
De pronto, apareció esa canción bella de Simón Diaz. ¿Qué miércoles hace esa melodía aquí? Quien sabe. Pitonisa ya lo había advertido. Esa influencia de esos chicos de Liverpool que usan disfraces de animalitos y cantan “I am the Walrus” es realmente desbordante… ¿Qué iba a venir luego? ¿Cómo pasar de la duda de Cézanne, la mesa de nieve de Balzac, el anhelo profundo de Frenhofer a Sistemas Eléctricos que garanticen la redundancia y autonomía por 8 horas? ¡Pardiez! ¿quién sabe cómo se conjugan frijoles con historia del arte? ¡por Zeus!
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