– ¿Seducida por un cerebro?
– Ya pasaron esos tiempos. Ya no los recuerdo.
– ¿Por un soberbio y brillante intelecto?
– Siempre será una debilidad
– ¿Por una voluntad «buena»?
– La tomaría en consideración
– ¿Por una razón «pura»?
– ¿Estás intentado seducirme?
– ¿Por un alma preciosa, quizás?
– Siempre es un peligro… conmovedor.
– ¿Por un sentido del humor que te hace cosquillas en el intelecto y en el alma?
– También es un peligro… estremecedor.
– ¿Y entonces? ¿En qué quedamos? ¿Qué te seduce?
– Las hormiguitas… ¿no te dije?
Nunca seré directora de escuela…