El día de hoy, en el almuerzo de despedida de Guillermo, que devino – por breves momentos – en mi primer recital de poesía, salió a colación el tema del sufrimiento amoroso.
Pareciera que un sufrimiento en estos campos debería haber estado relacionado con el engaño y el desengaño amoroso. Entonces le pregunté a mi amigo Guillermo, si a él le había pasado, si había sufrido el dolor de un (des)engaño amoroso. “No, felizmente no… pero a mis amigos sí.”
Un ligero aroma de incredulidad, de sincera compasión y envidia paradójicamente combinadas, se posó en el ambiente… en ese caso, qué tal fortuna la suya. Minutos antes, en el taxi nos encontramos con un sonero que estaba escuchando a Chabuca Granda en Cardo o Ceniza.
«Cómo será el gemido
y cómo el grito
al escapar mi vida entre la tuya
y cómo el letargo al que me entregue
cuando adormezca el sueño entre tus sueños»
Sólo una mujer que ha vivido demasiado, que ha amado con intensidad y que ha sufrido el dolor del amor podría escribir e interpretar una canción así. «Tanto amor, y avergonzada… tanto amor, y avergonzada.»
Qué tal fuerza conmovedora la de Chabuca. ¡Estremecedora melodía! Quizás haya sido un poco presuntuoso de mi parte, pero me pregunté qué sería sobrevivir a un amor así sólo para escribir cosas tan soberbiamente geniales. ¡Fatalidades de la vida!
Entonces pasamos a la siguiente pregunta del almuerzo. ¿Y alguna vez te enamoraste de tu mejor amigo? Ahí me sentí con la experiencia de mil años de vivencias. Envejecí, mis cabellos encanecieron y las arrugas de la edad brotaron. La sequedad del desierto de la vida humillaron los ríos de la juventud inexperimentada.
En esos linderos he sobrevivido a las dos trincheras: he rechazado y también he sido rechazada. Hoy me podría considerar dichosa por ambas vivencias, aún así… estaría a mil años luz de distancia de Chabuca… y más relevante aún, de una versión “encanecida” de mí misma.
Actualización 1: Chabuca se inspiró en Violeta Parra para componer Cardo o Ceniza. Violeta no sobrevivió.