ClímaxOh Nombre, cuando menciono tu nombre,
mi alma se estremece.
La melodía de tu nombre, Oh Nombre
tiene el poder de llevarme a otras dimensiones
de alegrarme, de anhelarte,
de desearte.
De respirar tu presencia junto a mi.
De estar piel con piel, mi aliento en tu aliento
mi respiración en música gloriosa con la tuya,
entre coros de gemidos celestiales e infernales a la vez,
De disonancias intensas y violentas que
devienen en compases armónicos.
De que nuestros cuerpos varien toda la gama de intensidades.
De morder, de rugir, de llover en aceros de metales cortantes.
De pasar por esos linderos de tribulación a caminos distintos
llenos de suavidad y alivio. En tu nombre, Oh Nombre,
recorro toda la gama de colores
desde los grisáceos hasta los verdes, desde los rojos hasta los azules.
Contigo transformo los órdenes establecidos.
Todo se crea nuevamente.
Y también todo empieza de nuevo. Toda mi piel en sensación perpetua con tu piel
en un mar de sudor entremezclados. En un tiempo sin espacio y en un espacio donde
tú lo eres absolutamente todo. De llorar y de gemir… y de incluso reír inesperadamente.
Los tonos pasteles aparecen tímidamente. En un trance inesperado, caminamos
por el celeste, el amarillo, el rosado y el sabor de la nuez moscada y del
vino Borgoña renace nuevamente. El sonido del ferrocarril baja
su frecuencia y se acomoda a las nuestras.
Nos vamos cansando, Oh Nombre. Oh Nombre, Oh Nombre…
Los colores grisáceos parecen tan lejanos, tan extraños,
casi como si nunca los hubiesemos vivido. Ya no hay
más color rojo. Ahora solo está el celeste del cielo.
Oh Nombre, cuando menciono tu nombre
mi alma se estremece.
Tú tienes el poder de llevarme
a la alegría y al anhelo.
Oh Nombre.