Ahí tenía la posibilidad de hacer un film puramente cinematográfico. Por un lado, tenemos al hombre inmóvil que mira hacia afuera. Es un primer trozo del film. El segundo trozo hace aparecer lo que ve y el tercero muestra su reacción. Esto representa lo que conocemos como la expresión más pura de la idea cinematográfica.
Ya sabe lo que Pudovkin escribió sobre esto; en uno de sus libros sobre el arte del montaje, ha contado la experiencia que había realizado su maestro Liev Kulechov. Consistía en presentar un primerísimo plano de Ivan Mosjukin al que seguía el plano de un niño muerto. Sobre el rostro de Mosjukin se lee la compasión. Se quita el plano del niño muerto y se le reemplaza por un plato de comida, y en el mismo primerísimo plano de Mosjukin se lee entonces el apetito.
De la misma manera tomamos nosotros un primer plano de James Stewart. Mira por la ventana y ve, por ejemplo un perrito que bajan al patio en un cesto; volvemos a Stewart, que sonríe. Ahora, en lugar del perrito que baja en el cesto presentamos a una muchacha desnuda que se retuerce ante su ventana abierta; se vuelve a colocar el mismo primer plano de James Stwart sonriente, y ahora, ¡es un viejo crápula!
James Stewart es la esencia de la curiosidad pura. El voyeur por excelencia retratado en Rear Window – La Ventana Indiscreta -. Pero… ¿acaso no todos somos voyeurs en cierto sentido? ¿Qué me dirías tú, Alfred Hitchcock?
Le apuesto a que nueve de cada diez personas si contemplan al otro lado del patio a una mujer que se desnuda antes de irse a acostar, o simplemente a un hombre que ordena las cosas en su habitación, no podrán evitar mirarlos. Podrían apartar la mirada diciendo: «No me concierne», podrían echar las cortinas, pues bien, no lo harán, se entretendrán en mirar.
De pronto se me ocurre que con el Facebook sucede una cosa muy parecida a lo experimentado por Stewart al mirar los mundos de sus vecinos a través de su ventana. Al otro lado puedes apreciar distintas expresiones de la conducta humana, el álbum con las fotografías de todos los comportamientos y hábitos. Una infinidad de las pequeñas historias de los otros: de sus rutinas, de sus gustos, de sus temperamentos… el «pequeño mundo».
He ahí una potencial fundamentación de la continuidad del Facebook… que el ser humano tiene una suerte de espíritu voyeur. Y en cierta forma, me atrevería a decir que no sólo nos gusta mirar, sino que también nos miren… Los blogs personales entrarían también en este análisis –¡la pavada!- Una realidad psicológica explotada al máximo en el mundo del cine, por el maestro del suspense, Hitchcok.
(Me llega altamente tomar conciencia de estas cosas… nunca más será lo mismo ver a la gente chapar apasionadamente)
Fuente de los textos citados: TRUFFAUT, François. El cine según Hitchcock. Ed. Cine y comunicación. Alianza Editorial. Madrid, 2004