Aquella vez que te vi, estabas danzando tranquila por el tontódromo… sí, danzando, porque no caminabas, sino que danzabas. Venías distraída mirando el cielo azul, las hojas de los árboles moverse al viento, los pajaritos cantar… sí, ahí va el petirrojo y ya te ibas. Ahorita mismo te elevas al cielo danzando y danzando con el viento.
Y ahí está la flor, y le sonríes… quién sabe pensando qué. Tus ojos brillan de una manera dulce… sí, dulce y sublime. Y entonces, el viento sopla más fuerte, tus cabellos vuelan y pareciera que comenzaras a elevarte nuevamente, quién sabe pensando qué.
De nuevo te volví a ver, nuevamente danzando por el tontódromo, así, mirando el cielo azul, sonriéndole a quién sabe qué espectros imaginarios, volando y volando, mientras comías tu pancito con mantequilla que imaginabas que era de palta. La rapidez con la que todos los demás caminaban no era tu nota, tú seguías mirando las ramas de los arbolitos grandotes, los pajaritos… ahí se va el petirrojo y se va y se va, y ya se te salía una lagrimita de la pura felicidad. Quién sabe qué estarías pensando mientras volabas y volabas en el tontódromo.
– Cachetes!
Y ya te ibas y te ibas sonriéndole al viento… diría que si el viento fuera corpóreo, tú estarías abrazada de él… hace rato hubiera sido el viento contigo.
– Cachetes!
Y seguías ida, quién sabe pensando en qué de qué de qué de cosas de la vida vidalú.
– DIANAAAAAAA!!!!
– Ah, si…. holaaaaaa
– Tu cierre del pantalón está abierto. Desde que te vi, has estado caminando a lo largo de todo el tontódromo así.
– Merde!
(ce n’est pas mon histoire, ni ne sera à nouveau… merde!)
otra vez? plaft!