Hacia el patrón oro
Madrid, 15 febrero 2011 (Drs. Sander O. Boon)
La prosperidad de la que muchos economistas, analistas y administradores de activos creían haber sido testigos a consecuencia de la presencia del dinero fiduciario y de los créditos es insignificante, insostenible y muy inestable, como se puede deducir que desde que el dinero papel se separó del oro se han producido numerosas crisis monetarias y financieras.
Según estos expertos no hay salida. En su opinión, estamos condenados a seguir siendo rehenes del actual régimen monetario inestable; según su visión, la inestabilidad es el precio que debemos pagar por tener una economía en crecimiento. Desafortunadamente, este punto de vista tan extendido es sumamente incorrecto. Existe un sistema monetario que combina el crecimiento con la estabilidad financiera: el patrón oro.
Una vuelta al patrón oro ha sido frecuentemente descartada por poco práctica en base a una serie de argumentos: tal sistema limitaría la prosperidad de una nación, y también se afirma que tal ajuste causaría problemas ya que fomentaría la deflación. A menudo se alega que no hay ninguna diferencia entre el papel y el oro porque ambos solo cobran valor cuando sirven de trueque para otras cosas que sí tienen valor. El oro también recibe poca atención como medio valioso de ahorro, ya que no se puede construir un modelo sobre la rentabilidad anual que el oro genera al cliente. Observando todos estos argumentos es fácil reconocer que se basan principalmente en la pereza, la incompetencia y la arrogancia, y que pueden ser fácilmente refutados.
Para empezar, un sistema monetario basado en el valor del oro no impide generar crecimiento y prosperidad. Las cifras demuestran que el sector productivo de la economía vivió el mayor crecimiento de la historia durante el período comprendido entre 1870 y 1914: el período del patrón oro. Eso no debería sorprendernos si reconocemos que los valores estables implican previsibilidad y confianza, dos ingredientes primordiales para la actividad económica. Una ligera deflación no es un problema; al contrario, es altamente beneficiosa para cualquier economía. Por ejemplo, cada año los ordenadores y las televisiones de pantalla plana son mejores y más baratos. Son un tributo a la abundancia con la que el mercado libre provee a la sociedad. La gente nunca ha dejado de comprar bienes y servicios debido a la deflación, anticipando precios más bajos.
Un error común es que la gente a menudo equipara el valor del papel al valor del oro. Según los economistas, el valor del papel o del oro solo se fija cuando la gente sustituye su oro o su dinero papel por otros bienes o servicios con valor real. Por consiguiente, tanto el oro como el dinero papel no tienen un valor intrínseco. Parece que estos economistas tengan razón al hacer esta afirmación en relación al valor nominal. No obstante, si la examinamos más de cerca, veremos que se les escapan dos puntos esenciales. En primer lugar, se olvidan de que su función como medio de cambio se basa principalmente en la confianza del usuario: confía en que conservarán su función de medio de cambio en el futuro, es decir, en su continuidad. Este es un punto clave ya que el valor de cambio del dinero papel se ve amenazado cada vez que se imprime dinero nuevo en cantidades cada vez mayores.
Hasta hace poco, el público en general había mantenido su confianza en la continuidad del poder adquisitivo del dienro papel, pero según reza un dicho popular holandés: “la confianza llega a pié y se marcha a caballo” – lo cual, en nuestro caso, nos da toda la razón.
En cambio la oferta de oro no se puede aumentar en cantidades cada vez mayores; su aumento está limitado por la cantidad total de oro que se extrae cada año y que muchas veces es menor a la oferta de metal amarillo existente sobre la tierra (oro reciclado, ventas de bancos centrales etc.). La estabilidad, un requisito vital para generar confianza, está prácticamente implícita en el oro.
Es esta estabilidad que le concede al oro unas propiedades únicas que el dinero papel nunca ha podido obtener, es decir, las de un medio de ahorro. El segundo fallo en la argumentación de los economistas es que el papel moneda acumulado pierde su poder adquisitivo rápidamente. De hecho, el BCE tiene como meta un índice de inflación anual de un 2% (la tal llamada “estabilidad de precios”).
El papel moneda no cobra valor por que se pueda acumular, sino más bien porque se puede intercambiar por otros objetos valiosos. Juzgamos tan bajo su valor que inmediatamente lo convertimos en objetos valiosos o lo cambiamos por bienes que devengan intereses. Se lo prestamos (a través de intermediarios o bancos) a personas que deseen usarlo más que nosotros. El uso que otras personas le dan al papel moneda es, sin embargo, arriesgado, ya que el dinero siempre se puede gastar de manera poco inteligente.
El resultado es un préstamo que finalmente nunca se llegue a liquidar. Los intereses se pagan como una prima de riesgo al prestamista, que siempre corre el riesgo de perder no solo los intereses de la deuda, sino también el capital. Por consiguiente, el valor de un préstamo determinado depende totalmente de la capacidad de la parte contraria de saldar sus deudas. En cambio el oro representa un valor en sí mismo, no solo porque su oferta es estable, sino también porque carece de riesgos de contrapartida. No es una obligación, sino una propiedad. Esto explica porqué el oro no ofrece rendimiento, ya que tampoco ofrece riesgos.
El oro no solo es un medio de cambio muy adecuado. Es, además, considerablemente superior al dinero papel en este sentido, en cuanto a su capacidad de desempeñar su función de depósito de valor: el oro es un medio de ahorro. Un sistema en el que el dinero está ligado al oro recompensa a los ahorradores de nuestra sociedad, ante todo porque la productividad crece más rápido que la cantidad total de oro en una sociedad determinada. Debido a esto, el poder adquisitivo del oro crece de una manera estable con el paso del tiempo. Técnicamente hablando, somos testigos de una deflación. La acumulación de deudas y créditos se ve desalentada y limitada, ya que la gente se ve obligada a saldar sus deudas con dinero que ha aumentado su valor durante el período del préstamo.
En nuestro sistema monetario actual el dinero papel está perdiendo su valor continuamente. Para compensar esta evolución, la gente se ve forzada a tomar riesgos cada vez más elevados en forma de inversiones o préstamos. Con suerte, el rendimiento de sus inversiones es suficiente para compensar la pérdida de poder adquisitivo del capital invertido.
En un sistema monetario ligado al oro la gente no se ve forzada a recurrir a medios de inversión y a préstamos altamente productivos. Además, es un hecho bien conocido que esos medios de inversión son responsables de gran parte de los beneficios de nuestro sistema bancario moderno. La mayoría de los economistas, analistas y administradores de activos parecen temer que la vuelta al patrón oro acabará con sus carreras profesionales.
El patrón oro no es una amenaza a la prosperidad económica; es una amenaza al crecimiento y a la propia existencia de nuestro sector financiero moderno. Tal vez la vuelta al patrón oro no sea tanto una cuestión económica sino más bien una cuestión filosófica. ¿Llegará el día en que políticos, banqueros, empresarios y ciudadanos tengan los suficientes principios culturales, morales e intelectuales para tomar, por fin, este paso?
Drs. Sander O. Boones socio del Gold Standard Consulting Group.
Publicado por GoldMoney
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ANTECEDENTES:
La implantación del patrón oro regresa al debate económico en EEUU
Madrid, 23 de febrero 2008 (Libertad Digital) –
“El capitalismo necesita unos cimientos monetarios sólidos”, según el economista Judy Shelton. Para ello, defiende el regreso del patrón oro frente al dinero fiduciario, tras el abandono de Bretton Woods en 1971. Indiana debate la vuelta de la moneda respaldada en el metal amarillo. El economista Judy Shelton aboga por abrir la Reserva Federal de EEUU (Fed) a la competencia en la emisión de dinero.
En una reciente columna de opinión publicada en The Wall Street Journal, Shelton anima a “abolir las leyes de curso forzoso y ver en qué moneda confía la gente”.
“Volvamos al patrón oro”, indica. Una idea que, en ningún caso, coincide de momento con la realidad que vive el país, en donde el Congreso de EEUU ha aprobado un plan de estímulo económico que “triplicará el déficit” registrado en 2008, advierte. La razón estriba es que el patrón oro constituye un “obstáculo para el gasto gubernamental abusivo”, añade.
Dicho patrón restauraría el derecho perdido de los ciudadanos a emplear una moneda respaldada en oro como divisa de curso legal si se percatan de que el papel moneda que imprime el Gobierno pierde valor. Es decir, poder adquisitivo. El problema es que “el dinero fiat (una moneda sin valor intrínseco que el Gobierno ha decretado de curso forzoso) pierde su valor cuando el Ejecutivo crea más de lo que puede absorber la economía real”, explica Shelton. “Demasiado dinero fiat genera inflación, que aparece primero en ciertos sectores como la vivienda o los activos financieros, pero que en última instancia sube el nivel general de precios” (IPC).
“La inflación es el enemigo del capitalismo, debilitando las bases de los mercados libres y las leyes de la oferta y la demanda. Distorsiona las señales de los precios y engaña a los trabajadores haciéndoles pensar que sus salarios han subido”, indica. Además, “empuja a las familias hacia tramos impositivos más altos sin aumentar sus oportunidades reales de consumo”.
El papel moneda genera inflación
En resumen, “la inflación debilita al capitalismo destruyendo las razones para dedicar una porción de los ingresos a ahorros. Los ahorros acumulados proporcionan el capital que financia los proyectos que generan rentabilidades futuras más altas; así es como una economía crece, como una sociedad alcanza mayores niveles de prosperidad”. Sin embargo, la inflación no genera ahorradores, advierte este experto.
“Si queremos preservar el capitalismo, no puede ser mediante el dichoso juego de diluir el valor del dinero. La gente no es tonta, y reconocen las señales de la inminente inflación”. En este sentido, advierte de que el Ejecutivo que preside Obama “pagará el 40% de los gastos del presupuesto federal de 2009 con dinero creado de la nada”, de modo que “la inflación no podrá evitarse. Nuestro dinero perderá su utilidad como una unidad de cuenta fiable ni servirá como depósito de valor”, indica Shelton.
El capitalismo necesita “bases monetarias sólidas”
Por ello, este economista aboga por “establecer unas bases sólidas para el capitalismo, permitiendo a la gente utilizar el dinero en el que confía. El oro y la plata han servido tradicionalmente como monedas, y por buenas razones”.
En este sentido, un estudio realizado por dos economistas de la Reserva Federal de Minneapolis, Arthur Rolnick y Warren Weber, concluía que los sistemas monetarios basados en el oro y la plata superan sistemáticamente a los fiat. Analizando datos durante muchas décadas de un gran número de países, averiguaron que “todos los países de nuestra muestra experimentaron unas tasas más altas de inflación en el periodo de dinero fiat que en el periodo de dinero mercancía“ (sistema monetario basado en una mercancía real, como plata y oro).
“Dado que la fuerza motora del capitalismo de libre mercado es la competencia, es razonable pensar que la mejor manera de mejorar el dinero es a través de la competencia de monedas”, añade Shelton. “Los individuos deberían poder elegir si quieren llevar a cabo sus transacciones usando la moneda ofrecida por el Gobierno, o mediante contratos privados y voluntarios vinculados al oro o la plata”.
Abrir las monedas a la competencia del mercado
Sin embargo, en la actualidad, existen leyes de curso forzoso que favorecen al dinero gubernamental frente a los contratos en oro o plata. Una norma que contrasta con la Constitución de EEUU, en donde se especifica que “sólo el dinero mercancía es legal”, indica. El abandono total del patrón oro se produjo a principios de los años 70, cuando el entonces presidente de EEUU Richard Nixon suspendió unilateralmente la convertibilidad del dólar en oro, tal y como establecía el sistema monetario de Bretton Woods acordado al término de la Segunda Guerra Mundial.
Shelton abre el debate en las páginas del prestigioso diario económico estadounidense: “Éste es el tiempo de desafiar el monopolio exclusivo de los billetes federales como única moneda. Los compradores y vendedores, de acuerdo mutuo, deberían tener acceso a medios alternativos para saldar sus deudas; deberían poder hacer negocios usando una unidad de cuenta definida en términos de oro. La existencia de monedas paralelas operando cara a cara en igualdad legal dejaría claro si la gente tiene más confianza en el dinero fiat o en dinero convertible en oro. Si el sistema basado en el oro es el preferido, significa que la gente comprende muy bien que el propósito del dinero es facilitar el comercio, no camuflar la mala gestión fiscal”, añade.
El economista recuerda que “las monedas privadas de oro han servido como medio de intercambio a lo largo de toda la historia -mucho antes de que reyes y gobiernos se hicieran cargo del dinero-“. La intervención inicial del Estado en materia monetaria consistía únicamente en “certificar el peso y la pureza de las monedas privadas de oro”. Sin embargo, con el tiempo, los gobernantes encontraron “demasiado tentador envilecer la moneda y estafar a sus usuarios”. Algo que, comúnmente, se hacía restando oro y plata a las monedas en circulación mediante metales de menor valor.
Precisamente por ello, según Shelton, “el gobierno no debería tener ahora la última palabra a la hora de determinar las medidas monetarias, especialmente cuando han abusado de este privilegio a lo largo de la historia”. “Los mismos valores que ayudarán a América a volver a la senda del crecimiento productivo -honestidad, fiabilidad y responsabilidad- deberían estar reflejados en nuestro dinero.
Crítica a Keynes
Los economistas que promueven el enfoque de la economía Keynesiana, según el cual el gobierno es el que mejor sabe hacer las cosas, “no comprenden las peligrosas consecuencias del estímulo de la actividad económica a través de ilusiones monetarias”, alerta. El estímulo fiscal a expensas de la estabilidad monetaria puede tener cabida en los principios del economista inglés (Keynes), que medio bromeando acuñó la famosa expresión de que en el largo plazo, todos muertos. “Pero eso significa cargar a las generaciones futuras con el inmerecido muerto de las obligaciones de la deuda”, añade.
Por otra parte, la mayoría de economistas argumentan que bajo un patrón oro el Gobierno se ve privado de la flexibilidad que precisa para llevar a cabo sus políticas expansionistas, y ello podría acelerar la temida deflación (caída generalizada de precios) en la actual situación de crisis económica. Sin embargo, para Shelton “el gran problema no es que los precios nominales puedan bajar, sino que los precios nominados en dólares, artificialmente estimulados por el déficit, no dejen ver la situación económica real.
Cuando la producción de bienes crece más rápido que la oferta de dinero se puede producir una deflación sana”. De hecho, tal y como recuerda este economista, “esto es lo que sucedió desde 1880 a 1900 en EEUU bajo el patrón oro”. La reducción del nivel de precios fue del 10% a lo largo de 20 años, al tiempo que el Producto Interior Bruto (PIB) del país aumentó en más del doble.
La refundación del capitalismo
“En un momento en el que el mundo se está cuestionando las virtudes del capitalismo democrático, nuestra nación debería servir de ejemplo en la necesidad de instaurar la integridad monetaria”, incide. Además, “una de las amenazas más serias para la recuperación global -aparte de las tasas inadecuadas de ahorro- es el proteccionismo”. En este sentido, dicho experto defiende que “una ventaja importante de desarrollar una moneda paralela vinculada al oro es que otros países podrían permitir el uso de la misma a sus ciudadanos. En la medida en que lo hicieran, se crearía un área de moneda común no sujeta a la peligrosa volatilidad de los tipos de cambio, ocasionada en parte por medidas proteccionistas”.
Indiana debate el patrón oro
Curiosamente, este debate monetario comienza a traducirse en iniciativas reales a nivel político en EEUU. Así, el pasado enero, el senador del estado de Indiana Greg Walker introdujo un proyecto de ley bajo el título de The Indiana Honest Money Act (Ley del Dinero Sano de Indiana) que, en caso de obtener luz verde en el Congreso estatal, permitiría a los ciudadanos de Indiana la opción de pagar o cobrar en oro, plata o en el equivalente recibo electrónico como una alternativa a los billetes federales. Una medida que tendría validez para todas las transacciones comerciales realizadas en el Estado de Indiana.
Para Shelton esta medida se trata de una señal acerca de la “creciente necesidad de volver a un dinero sólido y sano. Necesitamos que el dinero funcione para los productores y consumidores legítimos del mundo -los ahorradores, prestatarios y empresarios-. No para los estafadores”, en referencia a las autoridades gubernamentales, concluye.
La pasada semana el precio de los futuros de oro superaron la cota de los 1.000 dólares por onza, máximo histórico desde el pasado marzo, como muestra de la fortaleza del metal amarillo como valor refugio ante la desconfianza e incertidumbre que viven los mercados. El debate sobre el patrón oro sigue abierto en EEUU.