Las claves del rescate de Irlanda y Portugal

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Las claves del rescate de Irlanda y Portugal
Por: ElEconomista.com

Noviembre 17, 2010. Los actuales Gobiernos de Irlanda y Portugal corren el riesgo de pasar a la historia como los Ejecutivos que fueron incapaces de lograr que sus Estados superaran por sí solos la actual crisis económica y financiera global, y que tuvieron que ceder a la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) las riendas de su política económica nacional a cambio de ser rescatados de la quiebra. Análisis: Un cordón sanitario – monetario para Europa.

El detonante del rescate:

Para que la UE y el FMI desembarquen en un país, como hicieron en Grecia esta primavera, el primer requisito es que sus autoridades soliciten la intervención. Tanto Dublín como Lisboa se han resistido en los últimos días a pedir ayuda para no quedar estigmatizados ante la comunidad internacional, los mercados y sus respectivas opiniones públicas.

Pero sus socios del euro les presionan para que lo hagan sin más demoras, y evitar así que la crisis se contagie a países como España o Italia que, dado el tamaño de sus economías, provocarían un problema mayúsculo que incluso amenazaría la integridad de la zona euro.

El fondo:
Europa y el FMI ofrecieron a Grecia en primavera préstamos durante tres años por valor de 110.000 millones de euros. Para el resto de los países en apuros de la zona euro, el presupuesto de la UE podría emitir 60.000 millones de euros de deuda; un mecanismo garantizado por los 16 países del euro podría emitir bonos para captar otros 440.000 millones -de los que España garantizaría 52.352,51 millones-; y el FMI contribuiría con otros 250.000 millones.

En total, y en teoría, se dispondría de un montante máximo de 750.000 millones para prestar a los Estados atribulados y contribuir a garantizar la totalidad de sus pagos. Aunque diversos analistas consideran que la capacidad del mecanismo europeo de rescate para movilizar fondos en el mercado es inferior al proclamado por Bruselas, pese a que haya obtenido la nota de solvencia más elevada de las agencias de calificación de riesgos.

El monto total:
Mientras el rescate de Grecia ha movilizado 110.000 millones de euros, los cálculos preliminares y muy criticados hasta la fecha en Bruselas apuntan a que el rescate de Irlanda podría precisar de un monto de entre 60.000 y 80.000 millones de euros. En el caso portugués, las cifras serían similares. Si el contagio llegara a España, a lo largo de la pasada primavera se barajaron cifras comprendidas entre 280.000 y 450.000 millones.

Quiebras controladas:
El mecanismo actual para evitar quiebras de los países de la zona euro pretende garantizar todos los pagos debidos, pero caduca en 2013. Alemania presiona para reemplazarlo con un mecanismo permanente que permita quiebras controladas: los titulares de la deuda pública del Estado rescatado tendrían que renunciar a parte del reembolso prometido o, lo que es lo mismo, cargar con parte del coste de la operación de salvamento.

Esta posibibilidad ha provocado el nerviosismo del mercado, y el rechazo y encarecimiento de los bonos de países como Irlanda y Portugal. Los responsables de la UE han debido aclarar que las posibles quiebras controladas sólo se aplicarían a deuda emitida a partir de 2013.

Tipos de interés muy caros:
Grecia debe pagar por los préstamos que la apuntalan un interés que ronda el 5%. El interés que deberían pagar los beneficiarios del nuevo mecanismo de rescate no se ha establecido oficialmente. Pero diferentes analistas han calculado que podría superar lo que en Bruselas se considera el umbral psicológico del 7%.

Condiciones tan onerosas explican la reticencias de Dublín y Lisboa, y su voluntad de esperar a ver si los mercados se calman y abaratan antes de comprometerse a pagar tan elevado precio a sus socios del euro.

Exigencias draconianas:
Cuando un país tira la toalla y solicita la intervención como ocurrió con Grecia durante la primera mitad de este año, se abre un periodo de dos o tres semanas en las que una delegación de expertos de la Comisión Europea, el BCE y el FMI se desplazan al país y analizan línea por línea sus presupuestos nacionales. Calculan su necesidad de financiación y, a cambio, exigen el cumplimiento de un programa draconiano de recortes del gasto público como rebajas de las pensiones y de los sueldos de los funcionarios, subida de impuestos, y reformas para liberalizar la economía.

Los préstamos se conceden cada tres meses, sólo si el país beneficiario demuestra a través de exámenes también trimestrales que acata y cumple disciplinadamente las imposiciones. Esta dura condicionalidad es lo que provoca que se hable de países bajo tutela, de pérdida de soberanía en política económica y presupuestaria, y que los partidos de la oposición aprovechen para atacar al Gobierno lamentando que su país se haya convertido en un protectorado de Bruselas y de Washington.

En Irlanda, la situación puede desembocar en una subida de su impuesto de sociedades excepcionalmente bajo que favorece la competitividad de sus empresas y atrae como un imán inversiones extranjeras.

Las mentiras de Grecia:
Antes de ser rescatado por sus socios de la UE y el FMI en primavera de este año, el Estado griego estuvo al borde de la bancarrota por el lamentable estado de sus cuentas públicas -acumulación de gastos excesivos y una evasión fiscal generalizada-; la mala gestión de los Ejecutivos que han dirigido la República Helénica al menos durante la última década; la constante pérdida de competitividad de su economía; y la desconfianza generalizada en sus cuentas públicas dada la sistemática manipulación de sus estadísticas. El caso irlandés y portugués es diferente.

El pinchazo del ladrillo irlandés:
El déficit público irlandés superó el 7% de su producto interior bruto (PIB) en 2008 y el 14% en 2009. Tras un largo periodo de crecimiento económico en el que los analistas económicos elogiaban al país como al tigre céltico, su economía se desplomó como consecuencia del estallido simultáneo de la burbuja inmobiliaria y la financiera.

Dublín había gestionado de manera eficaz los agujeros negros de sus presupuestos públicos. Hasta que su déficit para este año se ha disparado por encima del 30% para evitar el colapso de su sistema bancario que, según los casos, se encuentra en pleno proceso de reestructuración o de liquidación ordenada.

Demasiado banco y demasiado ladrillo para un país tan pequeño cuyo ascenso y caída recuerda al de Islandia. El Gobierno ha quedado muy debilitado y en breve puede perder apoyos parlamentarios en las próximas elecciones parciales.

Portugal cae en la amalgama:
Aunque el déficit público de Portugal superó el 9% de su producto interior bruto (PIB) en 2009, al menos tiene el honor de no ser uno de los países de la UE cuyo déficit alcanzó los dos dígitos como el de España, Grecia o Irlanda. Su gran asignatura pendiente es la falta de competitividad de su economía, lastre que ha crecido desde su integración en la zona euro.

Los responsables comunitarios coinciden en que su situación es más gestionable que la de Irlanda. Pero los mercados lo han amalgamado, y cunde la percepción de que la necesidad de rescate es a estas alturas inevitable. Máxime cuando su propio ministro de Asuntos Exteriores agitó el fin de semana pasado el fantasma de que el país se vea obligado a abandonar el euro dada la inestabilidad de su Gobierno

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