Sinesio López Jiménez
A las izquierdas les ha ido bien en las competencias electorales cuando se han presentado unidas y les ha ido mal cuando fueron divididas. En la década del 80 ganaron todas las batallas electorales, salvo la de 1985 en la que llegaron hasta la antesala del poder. Esa década fue muy difícil. El terrorismo, el populismo desbocado de García y su fracaso estrepitoso, la caída del muro de Berlín y la incapacidad de las izquierdas (y de todos los partidos) para superar esos problemas acabaron con su unidad e hicieron del Perú una sociedad conservadora.
Vinieron luego la fragmentación, el distanciamiento de las clases populares por parte de las izquierdas y los fracasos políticos. Sólo en el 2016 el Frente Amplio (con Verónica Mendoza y con el apoyo implícito de casi todas las izquierdas) arañó el éxito disputando su pase a la segunda vuelta. Pero al poco tiempo se volvió a fragmentar y regresaron los fracasos. Si las izquierdas se hubieran presentado unidas (en estas últimas elecciones del nuevo congreso) serían la primera fuerza. Basta sumar los resultados electorales. En el caso de las izquierdas, la unidad no es suma sino multiplicación.
¿Es posible la unidad de las izquierdas?. Es difícil, pero no imposible. Las condiciones son muy favorables. En primer lugar, amplios sectores ciudadanos demandan una representación de izquierda. En segundo lugar, hay una demanda de alternativa política y económica debido al agotamiento del modelo neoliberal y de las instituciones políticas y estatales. El problema proviene de algunos dirigentes izquierdistas que prefieren ser cabeza de ratón que cola león.
¿Es posible superar este problema? Es posible si las izquierdas son capaces de dar los siguientes pasos: En primer lugar, desarrollar una voluntad política de construir la unidad de las izquierdas para gobernar el país. En segundo lugar, organizar una dirección política que combine a los representes de los partidos con los elegidos por todos los militantes y simpatizantes de izquierda. En tercer lugar, elaborar un programa común que permita superar o al menos neutralizar las diferencias ideológicas. En cuarta lugar, elegir a los candidatos a los cargos políticos en elecciones abiertas a todos los ciudadanos. En quinto lugar, organizar un equipo tecnopolítico de calidad que haga viable, creíble y eficaz un gobierno de izquierda. En sexto lugar, desoír los cantos de sirena de los liberales que quieren una izquierda domesticada.