Archivo del Autor: Sinesio López Jiménez

Acerca de Sinesio López Jiménez

Sinesio López Jiménez es doctor en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, Perú. Hizo estudios de doctorado en la Ecole Pratique des Hautes Etudes de la Universidad de París bajo la dirección de Alan Touraine. En la actualidad es profesor principal de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. Fue coordinador de la maestría en Sociología de la PUCP, coordinador de la maestría en Ciencia Política de la PUCP, Director de la Biblioteca Nacional del Perú (2001-2005), Director de El Diario de Marka (1982-1984) y columnista político del mismo. Los campos de interés académico son la Teoría Política, la Política Comparada, el Estado, la Democracia y la Ciudadanía. Ha sido profesor visitante de FLACSO, Quito, Ecuador y del CAEM. Es autor de los libros El Dios Mortal, Ciudadanos Reales e Imaginarios, Los tiempos de la política, coautor de varios libros de sociología y política y ha escrito muchos artículos y ensayos de su especialidad publicados en el Perú y en el extranjero. Actualmente es columnista del diario La República.

PROBLEMAS DE AGENCIA POLITICA

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Sinesio López Jiménez

Los triunfadores no supieron sacarle todo el provecho a la victoria. Si lo hubieran sabido y logrado, ahora sería otro cantar. El referéndum exitoso y las propuestas de reforma judicial y de reforma política, pese a sus limitaciones, podrían haber ayudado a resolver la aguda crisis del sistema político (sistema electoral, sistema de partidos, forma de gobierno)  que venía creciendo desde la elección de PPK, pero luego todo se pasmó. ¿Qué pasó?.

El Ejecutivo y los grupos parlamentarios victoriosos, especialmente el oficialismo, no supieron transformar la nueva correlación social de fuerzas (nacida del referéndum) en nueva correlación política de fuerzas en el Congreso que hubiera cambiado la composición de las comisiones. Se necesitaba hábiles operadores políticos que se encargaran de la tarea. Daniel Salaverry, presidente del Congreso, trató de superar este déficit oficialista y lo logró parcialmente, pero ese puente se ha roto por responsabilidad del Ejecutivo.

Ahora estamos asistiendo al debilitamiento político de Vizcarra y a una recomposición de fuerza del fujimorismo en el Congreso. Este nuevo escenario hace difícil, sino imposible, la realización de una seria  reforma política y judicial y exacerba la crisis del sistema político. El Ejecutivo busca el compromiso con el fujimorismo para llevarla a cabo. ¿Qué reforma seria puede salir de ese compromiso?.

Todo esto obliga a preguntarse sobre los actores (problemas de agencia) de las reformas profundas del sistema político (y del Estado). ¿Pueden el sistema político y sus diversos componentes autorregularse?. ¿Pueden las organizaciones e instituciones del Estado autorregularse? Mi hipótesis es que sólo pueden realizar pequeños cambios. Los intereses de grupos, las lógicas organizativas e institucionales, las inercias los inducen a mantener la rutina, el statu quo.

Las grandes reformas vienen de afuera. De la movilización masiva y sostenida de la esfera pública, de la sociedad civil y de la ciudadanía en general. Es el motor de los grandes cambios, pero no basta. El triunfo del referéndum lo demuestra. Necesita el acompañamiento de algunos actores que operen en los componentes del sistema político y de la estatalidad. Ellos son la gasolina que hace funcionar al motor.

Algunos fiscales y algunos jueces  son la gasolina del motor ciudadano en la Fiscalía y en la Judicatura que se han transformado en un laboratorio de profundos cambios.

 

 

 

MARTIROLOGIO Y SUICIDIO

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Sinesio López Jiménez

El contraste entre el martirologio del Apra auroral por sus ideales y el suicidio de García, acusado de corrupción, está cargado de simbolismo. Las primeras generaciones del Apra apelaban con orgullo al martirologio para recordar las persecuciones, los encarcelamientos, los asesinatos de sus líderes en defensa de sus ideales. Eran las épocas heroicas de lucha contra las dictaduras oligárquicas. El Apra cultivaba entonces una ideología cerrada, apasionadamente vivida.

La alianza con la oligarquía en 1956 transformó al Apra y cambió el escenario político. La volvió pragmática y acomodaticia. Renunció a las reformas en nombre de la democracia. Abrió las puertas a nuevas fuerzas reformistas (DC,AP, SP), favoreció el tránsito de las FFAA del campo oligárquico al de las reformas y permitió una mayor influencia de la izquierda en los movimientos sociales. Es la época de la convivencia (alianza entre el Apra y la oligarquía) y de la súper convivencia (alianza de todas las fuerzas reformistas con la oligarquía).

La incapacidad de las fuerzas reformistas para realizar los cambios postulados desde los 30 en adelante llevó a las FF.AA a asumirlos con radicalidad. Las profundas reformas del velasquismo, especialmente la reforma agraria, redefinió otra vez el escenario político: El Apra se limitó a reivindicarlas en democracia, AP y el PPC asumieron un liberalismo conservador y la izquierda se dividió (algunos apoyaron las reformas y otras se opusieron).

En 1982 una nueva generación de jóvenes audaces, encabezados por AG, asumió la dirección del Apra y la llevó al gobierno con sueños populistas que acabaron en la pesadilla de una hiperinflación galopante y de una escandalosa corrupción. Pese al desastre del primer gobierno, el temor de los ricos y de las clases medias acomodadas a Humala lo colocó otra vez en el gobierno. El boom exportador le permitió manejar el gobierno en piloto automático sin mayores contratiempos, pero con una enorme corrupción. Es la época de oro de los decretos de urgencia y de las addendas para sobrevalorar la obra pública.

AG aprendió, no a ser honrado, sino a ocultar su propia corrupción hasta que, gracias a las confesiones de Barata y de testigos protegidos, ya no tuvo escapatoria. Su ego colosal lo llevó al suicidio. No aceptó el juicio de los hombres sino el suyo propio. Entre la cárcel y la muerte, optó por esta con mano propia, que es la negación del martirologio aprista de la primera hora.

 

JULIO COTLER (1932-2019)

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                                   Sinesio López Jiménez

Las ciencias sociales han sufrido duros y crueles remezones en los últimos meses. Tres personajes centrales de las ciencias sociales, Aníbal Quijano, Julio Cotler y Gonzalo Portocarrero, nos han abandonado dejando una valla muy alta en el desarrollo del pensamiento social y político.

Julio Cotler fue uno de los más destacados intelectuales del Perú del siglo XX y XXI. Pertenece a la generación de los 50 cuyos integrantes brillan con luz propia en las diversas disciplinas intelectuales que cultivan.  Estudió y se graduó como antropólogo en la UNMSM. Pero la profesión que ha ejercido con mayor dedicación y con brillantes resultados es la de sociólogo graduado en la Universidad de Burdeos bajo la dirección del destacado peruanista Francois Bourricaud. Y han sido la sociología política y la política comparada las disciplinas que mejor cultivó y con la que produjo las contribuciones más importantes en el campo de las ciencias sociales.

Clases, Estado y nación, su libro paradigmático, no sólo nos ofreció una nueva y consistente visión del Perú y una gran contribución a la historia de las ideas sino que también ha incidido en la historia social. El libro no sólo es estudiado y discutido en las aulas universitarias sino también en los colegios de secundaria. Es un éxito editorial.

Además de investigador, Julio Cotler fue un destacado profesor Universitario. Fue profesor de Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Cotler nos enseñó a los jóvenes impetuosos y propensos con frecuencia al dogmatismo que el blanco y el negro no son los únicos colores de las cosas, que los matices existen y que la teoría, como decía el Fausto de Goethe, es gris, pero el árbol de la vida es verde.

Julio Cotler no fue un académico puro e incontaminado. Como ciudadano e intelectual participó en las luchas por la democracia en el Perú, contra la dominación oligárquica y la dictadura de Odría desde las posiciones de la izquierda,  contra la dictadura reformista y populista del general Velasco Alvarado a la que combatió desde las trincheras de la Revista Sociedad y Política, lo que le valió la deportación a Méjico, en los ochenta contra el terrorismo y contra la violación de los derechos humanos y en los 90 contra el gobierno autoritario de Alberto Fujimori desde las trincheras del Foro Democrático.

LOS DESAFIOS DEL NUEVO GABINETE

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Sinesio López Jiménez

El nuevo gabinete tiene algunos desafíos centrales que debe enfrentar y resolver. Cuatro de estos desafíos son políticos y dos son económicos-sociales.

1.El nuevo gabinete tiene que convertir la nueva correlación social de fuerzas que expresó el referéndum en una nueva correlación política de fuerzas en el Congreso. Sin esta traducción política es difícil, sino imposible, continuar la lucha contra la corrupción e impulsar las reformas política y judicial y la reforma tributaria.

  1. Un segundo desafío político es la continuidad de la lucha contra la corrupción. Ante el lento avance de esta lucha, las fuerzas corruptas, encabezadas por AG según Gorriti, han organizada una contra-ofensiva para frenarla. Lo que buscan es echarse abajo el acuerdo con Odrebecht que permite tener información sobre los políticos y funcionarios corruptos, amilanar a los fiscales y jueces anti-corrupción y silenciar a algunos medios (como el IDL) que han acompañado con valentía esa lucha.
  2. La reforma política es el tercer desafío político. La reforma del sistema electoral, la restauración de la bicameralidad y la reforma de los partidos son medidas claves que permiten una reestructuración del sistema político. A esas reformas habría que añadir el cambio del presidencialismo parlamentarizado para lograr la gobernabilidad democrática.
  3. El cuarto desafío político es el impulso de algunas reformas estatales urgentes: la reforma judicial, la reforma tributaria y la seguridad ciudadana. Este es quizá el desafío más difícil, porque la propuesta de reforma judicial es muy limitada y porque ni el gobierno ni los poderes fácticos están interesados en una indispensable reforma tributaria.
  4. La aceleración de la reconstrucción con cambios es un primer desafío económico social. Si se mira el mapa estatal, el norte es una zona donde las capacidades del Estado están poco desarrolladas. Es difícil impulsar agresivas políticas públicas cuando no se tienen capacidades estatales.
  5. Reactivar la economía y el empleo es el segundo desafío económico-social. El gobierno, la CONFIEP y la derecha parecieran esperar un nuevo boom que ayude a atender algunos problemas de empleo indirecto y el incremento fácil del monto de los ingresos fiscales.

Para enfrentar estos desafíos el gobierno aún cuenta con vientos a favor: apoyo de los poderes fácticos, salvo la Confiep, y de la mayoría ciudadana.

 

VENEZUELA EN SU LABERINTO

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Sinesio López Jiménez

Venezuela está al borde del colapso como país. Está asfixiado por un nudo de problemas difíciles de resolver. La economía está paralizada. Cuando el barril de petróleo estaba por encima de 150 dólares marchaba viento en popa, pero cuando cae a 40 dólares colapsa. En los tiempos de boom el gobierno pudo desplegar tanto una agresiva política social como una política económica relativamente equilibrada, logrando una alta legitimidad que se evapora cuando los precios del petróleo caen.  Esas mismas políticas en épocas de vacas flacas han generado una hiperinflación sideral. La derecha habla entonces de crisis humanitaria sin considerar que la penuria  se ha visto agravada por el bloqueo económico  (inducido por USA) que impide la libre circulación de medicinas y alimentos.

La política entró en un agudo proceso de polarización  desde el primer triunfo de Chávez que la derecha no aceptó respondiendo con el golpe de Carmona. Desde entonces chavistas y anti-chavistas se tratan como enemigos y hacen política como si fuera una guerra sin balas. Los múltiples procesos electorales no son escenarios de competencia política sino campos de batalla para aplastar el enemigo. Vienen entonces los golpes y contragolpes.

Los regímenes políticos han sido muy cambiantes durante el chavismo. Ellos han evolucionado desde una democracia defectuosas hasta una dictadura pasando por regímenes autoritarios. La aguda polarización política ha impedido construir un régimen democrático estable que sea el  producto de un pacto duradero entre el Estado, la sociedad y los ciudadanos. Produjo más bien una gran fluidez de los regímenes políticos que fueron cambiando al ritmo de los cambios en las correlaciones de fuerzas y en las reglas que los vencedores eventuales lograban imponer. El régimen actual que parecía desembocar en una dictadura cerrada es un régimen autoritario semi-abierto que permite la dualidad de poderes y que alguien se autoproclame presidente sin ser encarcelado ni fusilado, que haya protestas y ciertas libertades, etc.

Venezuela se ha convertido también en un escenario de conflicto internacional en donde las grandes potencias (USA, Rusia y China) buscan imponer sus intereses económicos y políticos disfrazados de democracia o de respeto a la soberanía. ¿Como salir del laberinto? Es deseable que la política  triunfe sobre la guerra, que se respete la soberanía y la libre determinación de los pueblos y que la democracia, producto del diálogo, derrote al autoritarismo y a la dictadura.

 

PROBLEMAS DE TRADUCCION POLITICA

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Sinesio López Jiménez

Persiste aún el desfase entre la correlación de fuerzas en la sociedad y la correlación política en el Congreso. El referéndum achicharró al fuji-aprismo en el país, pero este sigue teniendo la sartén por el mango en el Congreso. Hay un problema de traducción de los cambios de la correlación social (producidos por el referéndum) en cambios de la correlación política congresal.

Ha habido cambios congresales, pero ellos son menores en relación con los cambios políticos y sociales. FP ha dejado de ser hegemónica, pero sigue siendo mayoritaria. Se ha producido un cierto equilibrio de fuerzas en el Congreso, pero, salvo la presidencia y los portavoces, FP sigue teniendo la llave de las comisiones más importantes.

Pese a los limitados cambios congresales, se ha producido un nuevo equilibrio de poderes del Estado. Empero estos cambios se procesan en forma muy lenta. Da la impresión que FP está esperando el desgaste de Vizcarra y un cambio favorable en la correlación de fuerzas para volver a la ofensiva.

¿Qué explica el desfase socio-político y la lentitud de los cambios? Mi hipótesis es que todo esto no se debe a la inercia organizacional e institucional del fuji-aprismo sino a la incapacidad del Poder Ejecutivo, principalmente del jefe de la PCM y del “partido” que ganó las elecciones el 2016. El Ejecutivo no tiene operadores políticos que traduzcan los cambios político-sociales en cambios político-congresales.

La tarea de estos operadores es reorganizar las fuerzas en el Congreso, adecuar la correlación de fuerzas congresales a la nueva correlación de fuerzas de la sociedad, organizar las coaliciones de respaldo al Ejecutivo para darle gobernabilidad, asumir la dirección de las comisiones congresales claves, impulsar la reforma de la justicia y de la política acordada por el referéndum.

Nada de esto está sucediendo. Luego del referéndum, el jefe de la PCM sostuvo que no había vencedores ni vencidos. El “partido” PPK se comporta como si no hubiera ganado. En lugar de fortalecerse como organización y como grupo parlamentario se fragmenta. Su pequeñez política le impide asumir los grandes desafíos que tienen por delante.

Los cambios más importantes que se han producido en el Congreso son obra de su actual presidente. Independientemente de su pasado político, Salaverry ha sido el gran operador que ha traducido los grandes cambios político-sociales en significativos cambios político-congresales. Honor al mérito.

 

¿PUEDE EL ESTADO SER AUTONOMO?

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Sinesio López

¿Qué significa Estado autónomo?. La autonomía se define por la capacidad que tiene el Estado para resistir las presiones de las élites privadas o de determinados grupos de interés de la sociedad gracias a su propio poder como conjunto de organizaciones, de instituciones y relaciones sociales.  La autonomía no significa neutralidad porque siempre hay sesgos en favor de ciertos grupos del mismo Estado. El autónomo Estado velazquista, por ejemplo, fue autónomo de las élites oligárquicas y gamonales, pero tuvo un sesgo hacia los intereses de las FF.AA.

¿Puede ser autónomo el Estado?. Algunos autores, como Claus Offe, piensan que el Estado moderno en general tiene una doble dependencia estructural que le impiden ser autónomo: la dependencia financiera que lo amarran a la economía y la dependencia de la legitimidad que proviene de la sociedad.  Afirma que entre estas dos dependencias puede existir un cierto equilibrio que le dan una apariencia de autonomía.

Otros autores, como Nicos Poulantzas, sostienen que el Estado moderno goza de una autonomía relativa proveniente del hecho de ser una instancia estructural que tiene una lógica propia, distinta de otras lógicas estructurales (la economía y la esfera ideológica-cultural). A diferencia del Marx de la Crítica del Programa de Gotha que sostiene la dependencia del Estado de los intereses privados de la clase dominante, el Marx del Dieciocho Brumario afirma que existe una tensión entre la autonomía del estado y la dependencia de las élites privadas, entre el interés general y los intereses privados y entre el consenso y la fuerza.

Antonio Gramsci, el más destacado pensador marxista heterodoxo, pensaba que los estados económico-corporativos, carentes de un proyecto político, dependían de los intereses privados de las élites y que los estados hegemónicos, productos de proyectos económicos, políticos y culturales relativamente universales, están estrechamente vinculados a la sociedad civil y tienen una cierta autonomía con respecto a las élites privadas.

Otros autores, en particular Theda Skócpol, afirman que la autonomía del Estado moderno no es estructural sino coyuntural. Ella discute sobre este punto con los autores marxistas y asume la perspectiva de Economía y Sociedad de Max Weber. Ella sostiene que la autonomía del estado moderno depende principalmente de cuatro factores. En primer lugar, la calificación de los funcionarios estatales. A medida que esta calificación es mayor, mayor es su autonomía con respecto a las élites privadas.

En segundo lugar, la capacidad de los aparatos estatales. A medida que las capacidades estatales (coercitivas, legales, administrativas, de provisión de bienes públicos, de seguridad ciudadana, de penetración en la sociedad civil, infraestructurales, impositivas) son altas, mayor es la autonomía del Estado. En tercer lugar, a medida que el control estatal del territorio es total, mayor es la autonomía estatal. En cuarto lugar, la cantidad de los recursos estatales, principalmente los que provienen de la capacidad impositiva, otorga una mayor autonomía del Estado. Si nos atenemos a estos criterios,  nuestro estado actual carece de autonomía.

LA DISPUTA SOBRE LA AUTONOMIA ESTATAL

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Sinesio López J

Todos dicen respetar la autonomía de los poderes del Estado, en particular la del PJ y del MP, pero todas las fuerzas sociales y políticas buscan capturarlos para someterlos a sus intereses y designios. El neoliberalismo de los 90 capturó al Estado, especialmente sus aparatos económicos, para organizar la economía en función de sus propios intereses. El fuji-aprismo del 2006 en adelante capturó al PJ y al MP para blindar y limpiar a sus dirigentes de las múltiples acusaciones de corrupción. Ahora que se está rompiendo con esa captura, el fuji-aprismo y los conservadores protestan en nombre de la supuesta autonomía del Poder Judicial.

La relación entre el Ejecutivo y el Congreso ha sido más compleja y variada. Entre el 2001 y 2016 ha existido un cierto equilibrio de poderes en la medida que el Presidente y el partido en el gobierno lograban articular una cierta coalición que les permitía tener mayoría en el Congreso. En esas condiciones, el Ejecutivo, como en todo presidencialismo, tenía una cierta preeminencia sobre el Congreso. Cuando el partido en el gobierno perdía la mayoría congresal, la gobernabilidad se hacía difícil.

La situación cambió brutalmente en el 2016 cuando el fujimorismo obtiene una aplastante mayoría en el Congreso y se estableció un gobierno dividido en el que fuji-aprismo del Congreso sometió al Ejecutivo buscando controlarlo y desbarrancarlo, lo que al final logró con la renuncia de PPK y el ascenso de Vizcarra al gobierno. Luego de una breve etapa de sometimiento, Vizcarra rompió el yugo fuji-aprista proponiendo algunas reformas de la justicia y de la política y convocando a un referéndum para aprobarlas.

Desde ese momento ha cambiado drásticamente la situación política y la correlación de fuerzas, se está estableciendo una nueva relación de equilibrio entre el Ejecutivo y el Legislativo y el fuji-aprismo y los conservadores protestan y lloran en nombre de la autonomía del Congreso que ellos aún mantienen (débilmente) capturado.

En realidad, la disputa por la autonomía del Estado es un fenómeno global y contradictorio. Por un lado, los movimientos globales de la economía (la inversión, la producción, las finanzas y el comercio) tienden a volatilizar al Estado y la ideología neoliberal, imponiéndose como pensamiento único, busca legitimizar esas profundas transformaciones y blindarlas a través de la promulgación de nuevas constituciones  en los diversos países. Por otro lado, las industrias productoras de bienes culturales y simbólicos, ahora en la cresta de la ola mundial, buscan defender los derechos de propiedad y de autor y necesitan estados vigorosos que cumplan ese rol.

Además, los tigres asiáticos han alcanzado un alto nivel de desarrollo gracias al papel activo del Estado que logró lo que Peter Evans ha llamado una “autononomía enraizada” en esos países. El debate sobre la autonomía del Estado es más vasto, sin embargo. Diversos autores, en especial Thedda Scócpol, han participado en él. Volveremos sobre esas otras dimensiones del debate.

MP: AUTONOMIA Y CAPTURA

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Sinesio López Jiménez

Chávarry, el Fiscal de la Nación (FN) blindado por el fujiaprismo, se resistía a renunciar en nombre de la autonomía y finalmente renunció, según ha dicho, en defensa de la autonomía. Era autónomo Chávarry?. Algunos analistas, constitucionalistas y políticos argumentan y discuten propuestas de reforma como si Chávarry hubiera sido realmente autónomo sin analizar la situación concreta del juego de poder.

Hay diversas evidencias que muestran que Chávarry no era autónomo sino que había sido capturado y protegido por el fujiaprismo. En el chat de La Botica KF ordena a su bancada proteger a Chávarry de los ataques de la “caviarada” y en el Congreso, en particular en la Comisión de Acusaciones Constitucionales, la mayoría fujiaprista blindó a Chávarry apelando a diversos pretextos.

En realidad, estamos frente a un doble blindaje: El fujiaprismo blinda a Chávarry para mantenerlo como FN y Chávarry blinda a FP y al Apra en el ámbito de las acusaciones judiciales y en el de la corrupción. Los medios y la mayoría de la población conocen este hecho. Sólo el fujiaprismo y los analistas conservadores se hacen los ciegos y sordos.

La dinámica entre la autonomía y la captura del Estado o de parte de él es una vieja historia del Estado en el Perú.  El Estado colonial y el estado republicano en un largo trecho de su historia han sido patrimoniales, esto es, fueron apropiados por una elite privada y los manejaron como si fueran su chacra apelando a un derecho (Weber, Cotler y otros) o a su voluntad arbitraria (el sultanismo del que habló Basadre).

Los diversos intentos por acabar con el Estado patrimonial o sultanista en la historia republicana fracasaron total o parcialmente (ver trabajos de Kurtz, Soifer y otros). El único esfuerzo que tuvo un cierto éxito en esta tarea fue el velasquismo como ha sido señalado por Alfred Stepan (Power and Society: Peru in comparative perspective). Según Stepan y otros politólogos y sociólogos, el velasquismo construyó el Estado más autónomo que ha tenido el Perú en su historia.

Con la caída del velasquismo hemos vuelto a la dinámica entre la autonomía y la captura del Estado por parte de las nuevas élites, especialmente las neoliberales que han instalado en AL lo que Cardoso llama el neopatrimonialismo. Este es el debate actual: ¿el Estado neoliberal es un estado autónomo o es un estado capturado por las élites?. Algunos sostienen que es un estado autónomo y otros subrayan más bien su captura.

Parte de ese debate es la autonomía o la captura de los organismos de control del Estado (Contraloría, Fiscalía, Poder Judicial, TC) no sólo por las élites privadas sino también por Ejecutivo o el Legislativo. La posesión de estos organismos de control estatal no sólo dan más poder sino que blindan de las acusaciones de corrupción a quienes los tienen en sus manos. Por eso, la captura de estos organismos, la corrupción y la impunidad siempre van juntas.

Si AG no hubiera sido ni fuera blindado por fiscales y jueces (protegidos a su vez por el Apra y por el gobierno aprista) hace mucho tiempo que estaría preso.

2019: TENSA CALMA

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Sinesio López Jiménez

El 2019 será más tranquilo si lo comparamos con el turbulento 2018. Las turbulencias que se iniciaron con el triunfo de PPK y la derrota de KF (2016) han sido políticas y judiciales. Ellas no se han extendido a la economía que ha tendido al estancamiento sin generar grandes crisis económicas y sociales. Los conflictos del gobierno dividido entre el Ejecutivo y el Legislativo se superpusieron con la corrupción del Lava Jato y con la podredumbre del Poder Judicial y de la Fiscalía (revelada por los audios del Lava Juez) y generaron un nudo difícil de desatar.

Estas crisis superpuestas no sólo son estructurales sino que se extienden a los actores. Eso les imprime el carácter de un drama. No sólo están en crisis las estructuras políticas y judiciales, sino también los actores institucionales llamados a resolverlas. Pero no todo está podrido, en particular en el Ejecutivo en el que hay que destacar el papel decisivo de Vizcarra y en la Fiscalía y en el Poder Judicial en donde han emergido un pequeño grupo de fiscales y jueces dispuestos a jugarse enteros por la justicia. Los cambios de regeneración en el Congreso se van a producir, pero serán más lentos.

Los actores de las luchas contra la corrupción y de la reformas judiciales y políticas han sido apoyados (con buenos resultados) por los movimientos de la calle y por la fuerza pública de los principales medios. Ante la crisis de los actores, el Ejecutivo en  particular ha apelado a las comisiones de expertos en el campo de la justicia y en el de la reforma política. Luego del triunfo aplastante del referéndum, las propuestas de la reforma de la justicia (concreción de la JNJ y del control externo) se van a concretar con cierta rapidez.

La profundización de la reforma política, a cargo de la Comisión presidida por Fernando Tuesta, será más difícil y más lenta, especialmente si toca todos los elementos del sistema política: el sistema electoral, el sistema de partidos y la forma de gobierno. No dudo que será una buena propuesta, pero temo que ella puede ser distorsionada y limitada por algunos grupos parlamentarios por intereses o por ignorancia. No hay que olvidar que es el Congreso el que aprueba la reforma política.

El 2019 será, sin embargo, un año tenso porque las reformas, si son significativas, generan conflictos y tensiones. Este será el año de la profundización de la lucha contra la corrupción, de una fuerte judicialización de la política, de la recomposición de los grupos parlamentarios y de la formación de nuevas coaliciones, del establecimiento de un nuevo equilibrio entre el Ejecutivo y el Legislativo, de la autonomización de los organismos de control estatal y, como ya ha sido señalado, de la concreción de la reforma judicial y política.

La tensión del 2019 puede crecer si el gobierno se empeña en realizar la reforma laboral que busca establecer el despido rápido y barato de los trabajadores que, para los neoliberales, han dejado de ser personas y ciudadanos, para transformarlos en  costes laborales. Pese a las tensiones, el 2019 será mejor que el 2018.