Archivo del Autor: Sinesio López Jiménez

Acerca de Sinesio López Jiménez

Sinesio López Jiménez es doctor en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, Perú. Hizo estudios de doctorado en la Ecole Pratique des Hautes Etudes de la Universidad de París bajo la dirección de Alan Touraine. En la actualidad es profesor principal de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. Fue coordinador de la maestría en Sociología de la PUCP, coordinador de la maestría en Ciencia Política de la PUCP, Director de la Biblioteca Nacional del Perú (2001-2005), Director de El Diario de Marka (1982-1984) y columnista político del mismo. Los campos de interés académico son la Teoría Política, la Política Comparada, el Estado, la Democracia y la Ciudadanía. Ha sido profesor visitante de FLACSO, Quito, Ecuador y del CAEM. Es autor de los libros El Dios Mortal, Ciudadanos Reales e Imaginarios, Los tiempos de la política, coautor de varios libros de sociología y política y ha escrito muchos artículos y ensayos de su especialidad publicados en el Perú y en el extranjero. Actualmente es columnista del diario La República.

GRIETAS EN LAS ALTURAS

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Sinesio López Jiménez
El caso Crousillat puede ser visto (y ha sido visto) desde diversos ángulos. En este artículo propongo analizarlo como un intento de reordenamiento político de fuerzas en las alturas en donde se corta actualmente el jamón en el Perú. Existe, sin duda, un acuerdo básico entre García y los poderes fácticos sobre la necesidad de mantener el modelo económico neoliberal extremo, pero sospecho que en otros temas políticos igualmente relevantes (la corrupción, la democracia, las candidaturas) mantienen una actitud abierta y hasta discrepante. El tema que más los separa quizás es la forma de tratamiento al fujimorismo que combina el autoritarismo y la corrupción. Las discrepancias sobre este tema son notorias en el campo de los medios especialmente. Un sector importante de estos (el grupo de El Comercio, el de La República y otros medios menores) es abiertamente antifujimorista. Libraron en su momento incansables batallas contra el autoritarismo fujimorista y contra la corrupción, se fortalecieron en esas luchas y crecieron empresarialmente luego de la derrota del fujimorismo.
Otro sector de los medios fue y es complaciente con el fujimorismo. En el gobierno de García se han producido y se están produciendo reacomodos empresariales y periodísticos, especialmente en la TV, para darle más cabida al fujimorismo. No constituyen un grupo empresarial, pero existe entre ellos, sin embargo, una indudable coordinación política. Es evidente que se están preparando para librar con éxito las batallas electorales de este año y las del 2011. García, a diferencia de otros líderes del Apra como Jorge del Castillo, se ubica cómodamente en este campo. Los medios fujimoristas, a su vez, lo miman y apapachan. El indulto a Crousillat (de indudable factoría alanista) tiene claramente ese sentido político. García buscaba fortalecer este sector de los medios y debilitar al mismo tiempo el poder del sector antifujimorista.
Todos los medios son, sin embargo, muy complacientes con García y su gobierno. Este comportamiento mediático contrasta radicalmente con el que esos mismos medios tuvieron con el gobierno de Toledo al que trataron con ensañamiento y sin clemencia. Seguirá ese buen trato a García en lo que se refiere al modelo neoliberal extremo, pero en los temas políticos que tienen que ver con la democracia y la corrupción ha emergido el fujimorismo (que encarna el autoritarismo y la corrupción) como una especie de divortium aguarum en los medios. El caso Crousillat ha polarizado a los medios en dos campos, al parecer, irreductibles porque no sólo se pone en juego las ambiciones políticas sino también los intereses empresariales. La coalición de García con los poderes fácticos ha quedado agrietada y debilitada.
La anulación del indulto y la destitución del ministro de Justicia no curan las heridas de la coalición gobernante ni ocultan la indudable autoría de García. Lo que el caso Crousillat ha mostrado es el punche político y mediático del Grupo El Comercio. Es probable que eso estimule al sector fujimorista de los medios a una mayor articulación entre ellos para contrapesar el poder de los medios antifujimoristas. La polarización política de los medios en torno al fujimorismo y a la corrupción se expresará, sin duda, en las competencias electorales del 2010 y del 2011 reproduciendo el clima político, no del 2006, en donde el fujimorismo casi desapareció, sino el del 2001 en condiciones nuevas en donde los medios confrontados (y no las masas) son y serán los principales protagonistas.
¿Quién gana y quien pierde con esta polarización?. Es difícil saber ahora, pero me parece que uno de los grandes perdedores es, además de Crousillat obviamente, García quien ha perdido el favor y la confianza de los medios antifujimoristas.
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EL GRAN COMPONEDOR

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Sinesio López Jiménez
Una rápida mirada al probable escenario electoral del 2011 revela que García y los poderes fácticos tienen algunos problemas graves que hasta ahora no han podido resolver. En primer lugar, ellos no han logrado sacar de juego a Ollanta Humala pese a la prolongada e intensa campaña de demolición desplegada durante más de cuatro años. Esto significa que no han logrado reducir la competencia electoral del 2011 a una pichanguita de amigos del establishment. En segundo lugar, tampoco han podido eliminar la posibilidad de que Ollanta Humala pase a disputar la segunda vuelta. Esto les pone la piel de gallina, pese a que las encuestas urbanas señalan que cualquiera de los candidatos de derecha gana al nacionalista en la segunda vuelta. Eso (como las encuestadoras lo saben) no se define ahora y está por verse.
En tercer lugar, el campo de la derecha está ya sobrepoblado de candidatos más o menos viables (Castañeda, Keiko, Toledo, Lourdes). A ellos hay que añadir el probable candidato del Apra que, al parecer, será Jorge del Castillo. Esta competencia suicida indujo a García a hacer de gran componedor electoral de la derecha y, en ese rol, empujar a Lourdes y a Toledo fuera de la cancha electoral. Apoyando abiertamente a Castañeda, atrayendo a algunos cuadros del PPC, convenciendo a los poderes fácticos de que la pepecista no es una candidata ganadora y que “ya fue”, ha sacado prácticamente a Lourdes de la competencia presidencial. Con sus errores, Lourdes ha facilitado la tarea de García. Las encuestadoras, esa especie de impávidos cuentamuertos de las masacres políticas y morales de los poderes de turno, culminan la tarea sacándola de la candidatura presidencial y colocándola como candidata a la alcaldía de Lima.
Con Toledo la cosa es diferente. García no lo suelta desde que salió del gobierno. Acusaciones infundadas, amenazas de investigación parlamentaria, denuncias judiciales pendientes buscan disminuirlo y sacarlo del juego electoral, pero “el cholo sano y sagrado” es un hueso duro de roer: cuenta con el silencioso, pero no por eso menos sólido, respaldo de los empresarios, aunque no de los medios. En cuarto lugar, los candidatos que quedan son débiles y el triunfo de cualquiera de ellos no está garantizado. Del Castillo, como candidato de un gobierno y de un partido desgastados, se encamina decididamente a una derrota aplastante. Castañeda y Keiko no tienen pasta de candidatos de fuste. Carecen de una recia personalidad que requiere la política en estos lares. Están hechos de alfeñique y la duda los visita con frecuencia. Carecen también de la armadura intelectual, política y moral necesaria para ser buenos candidatos y mejores gobernantes. Sospecho que no tienen ideas claras, distintas y precisas sobre el Perú, sus problemas y sus soluciones.
En quinto lugar, García no está seguro si Castañeda es el mejor candidato para derrotar a Humala en la segunda vuelta y se inclina, por eso mismo, por Keiko Fujimori, quien disputa a Ollanta los votos de los mismos sectores sociales. Además, con Keiko se cura en salud de las acusaciones de corrupción que se le imputan. Favor con favor se paga. La pretensión de García de resolver este conjunto de problemas políticos irresueltos ayuda a explicar quizá el acecho constante a los medios en dificultades, especialmente a la TV (Panamerciana, Canal 4), la lenidad frente a la corrupción, el indulto a Crousillat y el apoyo bajo cuerda al indultado para que recupere el canal 4. García busca de ese modo neutralizar a los medios adversos, influir en ellos y someterlos para fortalecer su poder más allá del control del gobierno y ayudar a las corrientes políticas vinculadas al fujimontesinismo (Keiko, Kouri y tránsfugas del PPC) a que lo sucedan en el gobierno. Y cuando sale a luz todo el engranaje de su propio juego turbio, García dice que ha sido sorprendido cuando en realidad ha sido pillado in fraganti.
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EL INTERNET Y LA POLITICA

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Sinesio López Jiménez
Poca atención han prestado los analistas políticos a los efectos revolucionarios que pueden producir las nuevas tecnologías de la información puestas masivamente en manos de la gente. Gracias a ellas todos o casi todos pueden acceder efectivamente a la libertad de expresión que en los medios tradicionales (radio, prensa, libros, TV) sólo estaba al alcance de muy pocos. En todo caso, pocos producían los sentidos y las orientaciones sobre el mundo, la vida y la política que todos consumían sin poder expresar sus acuerdos o sus discrepancias. La comunicación tradicional es unilateral y vertical mientras que de la comunicación inalámbrica (internet y celular) es interactiva y horizontal. En el ciberespacio ambas se encuentran, dialogan, se ponen de acuerdo y discrepan. Muchos utilizan el internet para expresar lo que les sale de los forros sin deseo de comunicarse con nadie. Castells (Comunicación y Poder) cita una investigación que muestra que el 52% de la gente escribe para sí misma en sus respectivos blogs en una especie de autismo electrónico.
El Internet no sólo es un espacio puro de libertad. Como la vida misma que reproduce en el nivel global, en él se desarrollan procesos complejos de dominación y de liberación, de opresión y de auto-expansión del yo, de compras y venta, de negociaciones y de conflictos. “Los dueños de las redes empresariales multimedia globales (…) son sin duda los que ostentan el poder de la sociedad red porque programan la red fundamental: la metarred de redes de comunicación, las redes que procesan los materiales ideacionales con los que sentimos, pensamos, vivimos, presentamos nuestras ideas y luchamos”. Los consumidores pueden elegir ciertamente dentro de productos predefinidos, pero “la autocomunicación de masas, que aumenta la capacidad de que nosotros, la audiencia, produzcamos nuestros propios mensajes, potencialmente desafía el control empresarial de las comunicaciones y puede cambiar las relaciones de poder en la esfera de la comunicación”
Los movimientos globales contra la globalización capitalista se han construido en las redes del Internet. En éstas y en las de los celulares se han librado y ganado en corto tiempo grandes batallas políticas que en los medios tradicionales ya se consideraban perdidas. Castells analiza, entre otros temas, dos casos (la elección de Rodríguez Zapatero en España y la de Obama) y atribuye su éxito a la extensión de la comunicación inalámbrica que genera movilizaciones políticas espontáneas y cambia las relaciones de fuerza política. En el caso de España, un joven universitario de Madrid, casualmente informado de la investigación policial que encontró como responsable al grupo terrorista de Al-Qaeda y no al ETA como sostenía Aznar y el gobierno para asegurar su triunfo electoral, difundió a un grupo de amigos el informe policial, estos lo retransmitieron hasta formar una red extensa que dio origen a grandes movimientos de protesta en diversas ciudades de España, elevó la participación electoral y desplazó a los jóvenes y a los profesionales hacia la opción socialista dándole la victoria.
A partir de la investigación de un economista norteamericano de la Universidad de Georgetown sobre el impacto del celular en las informaciones del mercado, Richard Web ha formulado (El Comercio) una hipótesis aguda sobre el comportamiento político de los campesinos peruanos. Web sostiene que, gracias al celular, los campesinos peruanos de la sierra han roto probablemente el triángulo sin base (de Julio Cotler) cuyo vértice (el poder local) impedía la comunicación entre ellos para mantener su dominación y han establecido las bases comunicacionales necesarias para la acción colectiva. Bagua y otros movimientos de protesta de los últimos años confirman la hipótesis de Web. Las elecciones del 2011 la reconfirmarán, sin duda.
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LA DEMOCRACIA EN LOS ANDES

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Sinesio López Jiménez
Al margen de los insultos y del modelo económico, Hugo Chávez y Alvaro Uribe se parecen más de lo que se supone. Ambos han sido elegidos democráticamente, gozan de una enorme popularidad, tienen un estilo parecido de gobierno y generan irregularidades electorales debido a su voluntad de perpetuarse en el poder. Se diferencian en la forma de crear los problemas electorales. Mientras Chávez utiliza el Estado y las instituciones estatales para excluir a sus adversarios del juego electoral, Uribe apela a la parapolítica (los paramilitares, los narcos y la guerrilla) para limitar el pluralismo, violar las leyes de financiamiento de las campañas electorales y corromper a las instituciones.

Evo Morales no se parece tanto a Chávez como generalmente se cree en lo que se refiere a la democracia constitucional y en los procesos constituyentes. En Bolivia existen los pesos y contrapesos entre los poderes de los que carece Venezuela que concentra todo el poder en el Ejecutivo. Chávez ha politizado las FF.AA, lo que no sucede en Bolivia. Chávez impuso el proceso constituyente en Venezuela, a diferencia de Bolivia en donde fue una demanda de los movimientos sociales. Mientras Evo negocia con la oposición, Chávez la aplasta. En este aspecto Ecuador se aproxima más a Venezuela que a Bolivia. En Venezuela, Bolivia y Ecuador hay más participación efectiva que en el Perú y mucho más que en Chile en donde no existe. Las semejanzas entre Venezuela y Colombia y las diferencias entre Venezuela, Ecuador y Bolivia desdibujan el supuesto eje chavista y la existencia de “dos subregiones” en América del Sur.

Estas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado la importante investigación “Más allá de la democracia electoral: Hacia democracias ciudadanas en los Andes”, dirigida por Maxwell Cameron, investigador del Centre for the Study of Democratic Institutions (The University of British Columbia, Vancouver), expuesta y discutida en el centro cultural de la PUCP. La investigación se inscribe en las nuevas corrientes teóricas y metodológicas que distinguen diversas dimensiones para examinar el estado y la calidad de la democracia: las elecciones, la dimensión constitucional y la democracia de ciudadanos. A medida que avancen en esta línea, las investigaciones van a tener en cuenta otras dimensiones igualmente importantes: La capacidad de controlar a los poderes fácticos (tema planteado por Terry Lynn Karl y Philippe Schmitter), el nivel de democraticidad del Estado (Guillermo O´Donnell) y el sistema hegemónico (Gramsci y Schmitter).

No hay democracia si los poderes fácticos distorsionan los procesos electorales y gobiernan sin haber sido elegidos. No hay competitividad electoral si los candidatos favoritos de los poderes fácticos monopolizan la información y los electores sólo reciben migajas informativas y desinformación a raudales sobre los opositores. La falta de igualdad de acceso a la información de candidatos y electores pone en cuestión la legitimidad de los procesos electorales. No puede haber democracia de calidad en Estados que no son democráticos. Este el caso de los países andinos y la mayoría de los de AL. La ley no llega a todo el territorio, ni a toda la población ni a todas clases sociales. No hay efectividad legal ni justicia para todos. Tampoco llegan a todos las políticas públicas de educación, salud y seguridad de calidad. No hay eficacia burocrática ni igualdad de oportunidades para todos. El día en que el Estado sea el mismo en Miraflores, en San Isidro y en Chumbivilcas, el Perú será definitivamente otro.

No puede haber democracia estable si no existe un sistema social hegemónico. La estabilidad democrática hace parte también del estado y de la calidad de la democracia. En varios países de AL no existe una clase dirigente que asuma los procedimientos democráticos, reconozca los derechos de los abajo y éstos reconozcan la dirección de los de arriba.
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LOS MEDIOS Y LA POLITICA

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Sinesio López Jiménez
El poder está en el cerebro de las gentes y el que logre conquistar sus mentes ha ganado la batalla política. Esta es la tesis central que Manuel Castells desarrolla en un reciente libro (Comunicación y Poder, Alianza Editorial, 2009, 679 pp.) que tendrá, sin duda, un gran impacto en el campo de las ciencias sociales como han tenido algunos de los veintitrés libros que ha escrito hasta ahora. Este bien pudiera ser el IV tomo de su libro monumental The information age: Economy, Society and Culture (Vol. l. The Rise of the Network Society, Vol. II. The Power of Identity y Vol. III. End of Millenium) publicado por Blackwell Publishers en 1997. Castells analiza, en efecto, las características y el funcionamiento del poder, del Estado y la política en lo que él denomina la sociedad red global.
La naturaleza y las fuentes del poder no han cambiado: violencia y discurso, coacción y persuasión, dominación política y enmarcado cultural. Se ha modificado, en cambio, el contexto en el que operan las relaciones de poder: la relación entre lo global y lo local y su organización en redes. La revolución más importante se ha producido, sin embargo, en el campo de las comunicaciones en la era digital que (mediante el intercambio de información) incide decisivamente en uno de los componentes del poder: los significados. Estos ya no se reciben sólo en forma unidireccional (propia de la comunicación de masas tradicional de los diarios, la radio y la TV) sino también en forma interactiva en lo que Castells llama autocomunicación de masas (propia de la comunicación inalámbrica del internet y el celular). Estas formas de comunicación más la interpersonal coexisten, interactúan y se complementan entre sí “en un hipertexto digital, interactivo y complejo…” (p. 88).
Castells examina cuatro tendencias en la configuración organizativa e institucional de los medios: la concentración creciente de la propiedad, la oferta de diversos productos en una plataforma y de un solo producto en diversas plataformas, la segmentación de las audiencias y las economías de sinergia óptima de las redes internas de los medios. Muestra asimismo la red global de redes de medios de comunicación en gigantes multinacionales (NewsCorp, TimeWarner, etc) y analiza las políticas reguladores, los ámbitos de regulación (difusión, prensa escrita, Internet y redes de telecomunicación), las áreas de regulación (contenido, propiedad y servicios) que atraviesan los ámbitos y las diversas instituciones reguladoras. Estas gigantes redes de medios están articuladas a redes empresariales y a redes financieros constituyendo nodos que despliegan diverso tipo de relaciones con los Estados y con los partidos políticos.
La comunicación requiere códigos comunes que provienen de la cultura. Castells propone “dos grandes ejes bipolares: la oposición entre globalización e identificación y la brecha entre individualismo y comunalismo” (p.166) para organizar una tipología de los patrones culturales actuales: el consumismo de marca (producto de la globalización y el individualismo) el cosmopolitismo (resultado de la globalización y el comunalismo), el individualismo en red (producto de identificación e individualismo) y el multiculturalismo (cruce del comunalismo con la identificación). Para que estos diversos modelos culturales puedan comunicarse es necesario elaborar un conjunto de protocolos de comunicación que permiten la inteligibilidad y forman la nueva esfera pública en la sociedad red.
Pese a que “la caperucita Internet encuentra a los feroces lobos corporativos”, la comunicación inalámbrica ha logrado multiplicar y diversificar el proceso comunicativo y conquistar una enorme autonomía de los sujetos comunicadores en la producción e intercambio de significados. Gracias al internet y al celular se acabó el monopolio de la radio, la prensa y la TV y se ha formado un espacio alternativo de construcción política. Lo veremos el 2011.
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LOS MODELOS Y LA POLITICA

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Sinesio López Jiménez
El modelo económico neoliberal vuelve al debate. Los economistas de la PUCP (Waldo Mendoza, Pedro Francke, Oscar Dancourt, Félix Jiménez, José Oscátegui, Germán Alarco), de Actualidad Económica (Armando Mendoza) y Ricardo V. Lago, economista español que tuvo que ver con la instauración del modelo neoliberal extremo en los 90, han esgrimido argumentos a favor y en contra de ese modelo. Manteniendo un excelente nivel académico, la discusión es, sin embargo, asequible a los no iniciados. Queda claro que no existe un solo modelo de crecimiento, que el neoliberalismo extremo es sólo uno más (con resultados discutibles) y que entre los polos del mercado y del estado caben otros modelos posibles.
Me permito citar in extenso el excelente artículo de Oscar Dancourt para situar y entender mejor el debate: “El desempeño macroeconómico (…) de economías poco industrializadas como las del Perú (…) depende de tres factores independientes entre sí: 1) El contexto externo (precios mundiales de materias primas altos o bajos, entrada o salida de capitales extranjeros, la economía mundial crece o no), 2) la política macroeconómica a cargo del banco central (…) y del fisco (…) y, por último, 3)el modelo de crecimiento que se refiere a un conjunto de rasgos estructurales de la economía (cuanto estado y cuanto mercado, cuanta industria manufacturera y cuanta exportación primaria, cuanta protección arancelaria y cuanto libre comercio, cuanto sindicalismo y cuanta represión laboral, cuanta dolarización y cuanta desregulación financiera, libre movilidad de capitales o no, cuan extensa y eficaz la red de protección a los pobres y cuanta redistribución vía impuestos desde arriba hacia abajo, etc)”.
“El error más común es atribuir el desempeño macroeconómico al modelo, olvidando el papel que juegan los otros dos factores. Es claro, sin embargo, que para comparar dos modelos distintos hay que descontar el efecto positivo o negativo que el contexto externo y la política macroeconómica tienen sobre el crecimiento del empleo y la producción, la inflación y la pobreza. Si esto no se hace, podemos elegir como el mejor modelo al que, en realidad, es el peor”.
El debate de los economistas se mueve en un nivel tecno-económico. El riesgo es que se quede allí. Ningún modelo de crecimiento es viable si no hay una correlación social y política de fuerzas que lo haga viable. El neoliberalismo extremo se impuso no sólo por la desastrosa situación económica de algunos países de AL sino gracias al impulso de los poderes fácticos (organismos financieros internacionales, inversión extranjera, burguesía local, medios) y a la derrota de la izquierda, de los sindicatos y los movimientos sociales. En otros países (como Brasil) la élite estatal y los partidos de centro y de izquierda impulsaron una economía de mercado abierta a un papel activo y eficiente del Estado alcanzando resultados satisfactorios. En toda AL el tipo de la relación entre la economía de mercado y el Estado depende de la correlación social y política entre las fuerzas conservadoras y las progresistas y de izquierda.
Así fue también en el pasado si se miran los diversos modelos de crecimiento y desarrollo. En la industrialización temprana (Inglaterra, Francia, Estados Unidos) jugó un papel central el mercado y los empresarios privados, en la tardía (Alemania, Japón y en parte Italia) el impulso central estuvo en manos del Estado y la banca privada. En donde la cosa no funcionó fue en las industrializaciones postardías de Hirschman (España, Portugal, Grecia y en América Latina) en las que el rol activo del Estado no obtuvo los resultados esperados. Pero en los llamados tigres asiáticos una élite estatal muy calificada (con estudios en las mejores universidades del mundo) y reclutada en base al mérito logró formular proyectos agresivos de industrialización, comprometió a las élites privadas y logró los resultados que todos conocemos.
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OLLANTA: LUCES Y SOMBRAS

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Sinesio López Jiménez
En las elecciones del 2006 varios candidatos (entre ellos García) cuestionaban el modelo neoliberal extremo. En el 2011 sólo Ollanta Humala sigue cuestionándolo. ¿Qué pasó?, ¿fueron derrotados?, ¿traicionaron?, ¿fueron cooptados?, ¿los convenció “la calidad” del modelo?. Mi hipótesis es que pasó un poco de todo. Las izquierdas dispersas fueron aplastadas, García traicionó y el desempeño económico (más por el contexto internacional que por la calidad del modelo mismo) ha sido notable entre el 2006 y 2008. Vino luego la crisis y mostró sus límites. El candidato que asustó entonces a la derecha política y a los poderes fácticos fue Ollanta Humala. Se le satanizó, se le emparentó con Chávez, se le mostró como un Hitler peruano. Crearon un cuco a la medida de sus miedos y de sus intereses para combatirlo. Ollanta no tuvo, al parecer, el interés ni los medios para revertir la ofensiva derechista. Más aún: a veces reforzó con sus errores la pésima imagen creada por la derecha.
Ollanta sigue hoy asustando a la derecha y a los poderes fácticos. Durante todo su segundo gobierno, García ha encabezado una persistente ofensiva contra Ollanta para destruirlo políticamente. Ha fracasado. Ollanta sigue en pie y constituye una alternativa a todas fuerzas de la derecha en la solución de los problemas de fondo que agobian el país: exclusión social y cultural; modelo neoliberal extremo; un Estado ineficaz, excluyente, poco creíble y nada transparente y baja calidad de la democracia. ¿Cuál es el activo de Ollanta?. Mi hipótesis es que Ollanta tiene tres activos fundamentales: la férrea voluntad de de cambiar el Perú por los caminos democráticos, la alta capacidad de resistencia frente a la ofensiva derechista y la representación política de los que se sienten excluidos (la ira, la protesta, el nacionalismo y el voto de los descontentos).
Desde luego, Ollanta, como casi todos los candidatos, presenta algunos déficits: No tiene un partido organizado, carece de un programa preciso o, si lo tiene, no lo ha difundido suficientemente y le falta construir una vasta coalición social y política de respaldo que de viabilidad a sus propuestas de gobierno. Para formar esa coalición y destruir el cuco creado por derecha, Ollanta necesita precisar el alcance y los límites del cambio del modelo neoliberal. Tiene que señalar enfáticamente, por ejemplo, que dicho cambio no supone eliminar la economía de mercado para reemplazarla por el Estado ni acabar con los equilibrios macroeconómicos. Entre el neoliberalismo extremo y el estatismo caben otros modelos económicos más equilibrados. Cada modelo económico requiere una correlación de fuerzas que lo sustente. Chile pudo reformar el modelo pinochetista gracias a la coalición de centro izquierda y Uruguay ha podido resistir el extremismo neoliberal gracias a los partidos de izquierda y al apoyo de la sociedad civil.
No bastan, pues, el voto y la fuerza de los excluidos ni la voluntad de un caudillo para cambiar al Perú. Es necesario organizar una gran coalición del cambio. La derecha y los poderes fácticos se solazan con las encuestas de Lima que empequeñecen a Ollanta, se preocupan con los sondeos del Perú urbano que lo muestran creciendo o manteniendo su fuerza y se asustan con el Perú rural y semi-rural al que no encuestan (un poco más de un tercio del país). El movimiento, la protesta, el cambio vienen, sin embargo, de la provincia. Lima siempre llega última (cuando llega). Eso dice la historia desde la independencia hasta nuestros días, pese a los importantes cambios de las últimas seis décadas. San Martín esperó vanamente en Pisco que Lima proclamara la independencia. Las desbordantes protestas de los 70 y los 80 nacieron en la provincia, avanzaron por diversas ciudades del país y culminaron en Lima privilegiada y conservadora. Esa ha sido, hasta ahora, la forma de movimiento de la historia peruana.
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LA DERECHA EN EL PERU

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Sinesio López Jiménez
¿Qué significa ser de derecha en el Perú?. ¿Cuál es el perfil de un derechista peruano?. ¿Qué filosofía la inspira?. .¿Qué organizaciones, que líderes, qué fuerzas políticas integran el campo de la derecha, qué corrientes de opinión?. ¿Tiene algún programa?.¿Cómo opera? Voy a ensayar algunas respuestas provisorias a este conjunto de preguntas. En el Perú no existen investigaciones históricas y empíricas que ayuden a definirla mejor. La peruana es una derecha difusa, borrosa, sin perfiles claros. Ella alberga a conservadores y a reaccionarios, a los defensores de la tradición y del statu quo, a los promotores del autoritarismo (la mano dura) y a los arribistas de toda laya. Cuando son católicos pertenecen al Opus Dei o al Sodalitium y, por eso mismo, son fundamentalistas pues fusionan la religión con la política. Son endogámicos: Estudian en los mismos colegios, pertenecen a los mismos clubs exclusivos, se divierten en las mismas playas de moda, leen los mismos best sellers y, desde luego, a Vargas Llosa, su novelista favorito.
Son liberistas (adoran al liberalismo económico) más que liberales. Aman a la molicie rentista y odian al esfuerzo industrial. Son hispanistas, anglófilos o pro-yanquis y, por eso mismo, excluyentes y racistas. Buscan la unanimidad y rechazan el pluralismo. Los mueve el miedo a los otros que pueden desbordarlos (los indios, los cholos, los amazónicos). Prefieren el orden al cambio y a la libertad. Son elitistas y están contra toda participación de las masas. Sus sectores ilustrados se inspiran en el pensamiento reaccionario de Louis de Bonald, Joseph de Maistre, Edmund Burke, Lammenais, Donoso Cortés, Carl Schmitt, Bartolomé Herrera, Riva Agüero. La derecha peruana ilustrada de hoy, sin embargo, no ha alcanzado las cumbres de la generación del 900. Son sólo modestos libretistas de ese viejo pensamiento reaccionario, de la Escuela Austriaca de economía (von Wieser, von Misses, von Hayek) en su versión gringa (la llamada escuela de Chicago) y de la Escuela de Viena (Mach, Bühler, Gomperz, Popper).
Son partidarios de la versión extrema del neoliberalismo (sólo mercado y nada de estado, exportación primaria sin industrialización, apertura total al libre comercio sin protección de los intereses nacionales, autorregulación del mercado sin protección de la sociedad, libre movimiento de capitales sin regulación, explotación del trabajo sin derechos del trabajador, puro goteo y nada de distribución equitativa). Son hermanos-enemigos del estatismo. Por eso aman y odian a Chávez. Creen ingenuamente (¿o maliciosamente?) que el estatismo es la única alternativa a su pensamiento único conservador. Son monótonos y monocromáticos. Están incapacitados para pensar otros modelos de desarrollo que se ubican entre el neoliberalismo extremo y el estatismo. No perciben los matices que dan tono y color a la compleja vida social.
La derecha está integrada por los poderes fácticos (los organismos financieros internacionales, la Confiep, los medios de comunicación, las FF.AA., la iglesia católica conservadora), algunos caudillos y sus entornos (Fujimori, García), algunos partidos (PPC, ¿el Apra?) y corrientes de opinión alimentada por los medios nacionales e internacionales. Carece, sin embargo, de un liderazgo preciso. Tampoco tiene una representación política definida. Sólo cuenta con representaciones sociales. Está desarticulada y sometida a ambiciones incontenidas y a una competencia exacerbada. Los operadores políticos y algunos publicistas y periodistas de los medios pretenden superar ese déficit. Lo que unifica a la derecha dispersa, sin embargo, es el enemigo al que tienen que combatir porque pone en peligro sus intereses y su modelo neoliberal extremo: Ollanta Humala y su entorno. Para asesinarlos moralmente han alquilado a sicarios mediáticos, Tirifilos del insulto, la mentira y la calumnia.
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PERU Y CHILE EN PERSPECTIVA COMPARADA

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Sinesio López Jiménez
En el 2010 el modelo neoliberal extremo aplicado en el Perú cumple 20 años y la democracia, 10. Pero los peruanos seguimos discutiéndolos y cuestionándolos como si se hubieran instalado ayer. En Chile, en cambio, el modelo neoliberal (instalado por Pinochet, pero reformado y humanizado por la Concertación) tiene más de 35 años y la democracia (consolidada), 20. Los chilenos discuten apasionadamente sobre ellos y sobre el destino de su país, pero no lo cuestionan todo.
¿Cuál es la diferencia entre el Perú y Chile ?. Hay varias diferencias. Aquí vamos analizar, en primer lugar, las fundamentales que se refieren a la democracia y al modelo económico y, en segundo lugar, las que tienen que ver con el contexto político y social interno. El tiempo cuenta por cierto, pero no se trata sólo de edades de la democracia y del modelo económico, sino de calidades. En la cuestión de la democracia, Chile, a diferencia del Perú, tiene un sistema electoral coherente (pese a las distorsiones introducidas por Pinochet y que han sido parcialmente corregidas), cuenta con un sistema de partidos que funciona y que en Perú no existe, ha instaurado un presidencialismo de coalición (tanto de izquierda como de derecha) a diferencia del lastimoso presidencialismo plebiscitario que nosotros sufrimos.
En lo que se refiere al modelo neoliberal, las diferencias son claras. El modelo chileno, a diferencia del peruano que sólo venera el mercado, no le hace ascos al Estado; ha desarrollado, a diferencia de la predominante exportación tradicional del Perú, un equilibrio entre la industrialización y la exportación primaria; se abre al exterior pero protege también su mercado y sus intereses nacionales, a diferencia del Perú que sólo hace lo primero; reconoce los derechos sindicales de los trabajadores, a diferencia del Perú que los criminaliza; es distributivo tanto a través de los salarios (que en el Perú han bajado de 30% del PBI en 1990 a 21% en el 2008) como a través de la presión tributaria ( 23% vs el 14% en el Perú); es el único país de AL que ha reducido persistentemente la pobreza hasta llegar al 13.7% en el 2008, a diferencia del Perú que bordea el 40% de pobres.
En lo que se refiere al contexto político y social examino brevemente tres factores que reducen drásticamente la incertidumbre que produce la democracia: la constitución, el Estado y el sistema hegemónico. En primer lugar, Perú y Chile comparten el hecho de tener constituciones impuestas por dictaduras que no han logrado cambiar. Esas constituciones, como toda constitución impuesta (que no es el resultado de un acuerdo social), ofrecen garantías y seguridades sólo a las clases altas en desmedro de las clases populares. Eso genera descontentos, protestas e inestabilidad. En segundo lugar, Chile tiene desde el siglo XIX un Estado mejor organizado que el peruano. Si bien el Estado chileno no ha llegado a ser un Estado de todos, ha avanzado mucho en la efectividad legal (justicia para todos), en la eficacia burocrática en educación, salud, seguridad, en la transparencia y el control (menos corrupción). Eso explica que Chile despliegue políticas de Estado que el Perú no conoce y que ni siquiera ha comenzado a diseñar.
En tercer lugar, el sistema hegemónico, que tiene que ver con el nivel de integración social del país gracias a que los grupos económicos y sociales poderosos aceptan la institucionalidad política y reconocen los derechos de los de abajo y estos aceptan la dominación social de los de arriba, tiene plena vigencia en Chile. El triunfo de Piñera en Chile lo expresa claramente. Las políticas de Estado y el sistema hegemónico, además de la institucionalidad democrática coherente y eficaz y de un modelo económico neoliberal reformado por la Concertación, explican la estabilidad chilena que contrasta con la inestabilidad peruana.
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LOS PROBLEMAS DE FONDO

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Sinesio López Jiménez
En las coyunturas electorales (que se avecinan) reaparecen con fuerza los viejos problemas de fondo que se busca soslayar o a los que se busca dar solución de diverso tipo. Aquí señalo sólo las cuestiones básicas que se refieren a la agenda interna y que tocan tangencialmente los asuntos internacionales. Me refiero a la inclusión social (empleo, desigualdad, pobreza); a la consolidación democrática (representación, sistema electoral, sistema de partidos, formas de gobierno, poderes fácticos); a las deficiencias del Estado (inefectividad legal, ineficacia burocrática en salud, educación y seguridad, centralismo, falta de autonomía y estructura parcializada) y a la mantención, reforma o cambio del modelo económico neoliberal. La forma como se pretende resolver estos problemas es lo que define el carácter y la dinámica de los actores políticos: neoliberales autoritarios, neoliberales democráticos, antineoliberales-reformistas y radicales y otras variantes.
Como es obvio, estos no son problemas de coyuntura. Son problemas estructurales que se encrespan en las coyunturas electorales, se discuten apasionadamente y se plantean soluciones diferentes y hasta contrapuestas. Algunas propuestas son parciales, muy limitadas y hasta distorsionadoras de los problemas que buscan resolver. Reducir la inclusión a la pobreza y combatirla principalmente mediante programas asistencialistas, por ejemplo. O el planteo de la renovación congresal por mitades (o reducción de la elección congresal a la mitad del período presidencial), eliminación del sufragio universal para instaurar el voto voluntario, establecimiento de la doble vuelta electoral en las regiones donde los candidatos no alcanzan el 30% de los votos en la creencia falsa de que esas propuestas resuelven los problemas de representación, de consolidación democrática y de gobernabilidad. Aunque se enfrenten los problemas por etapas, su solución requiere planteamientos integrales que le den sentido a cada paso y a cada reforma parcial.
Estos problemas, además, no se presentan aislados. Están interrelacionados. La inclusión, por ejemplo, tiene que ver con el modelo económico. Al actual modelo primario exportador, sin embargo, no le interesa el problema del empleo y, aunque le interesara, es difícil que lo resuelva dentro de sus propios parámetros. ¿ Pueden las empresas mineras resolver el problema del desempleo teniendo en cuenta que en ese sector crear un empleo cuesta más de 300 mil dólares?. La eliminación del sufragio universal busca excluir a los ciudadanos que, en las elecciones del 2006, votaron contra el modelo neoliberal. La heterogeneidad estructural (que el modelo primario exportador refuerza) incide decisivamente en la inefectividad legal y en la ineficacia burocrática del Estado en el territorio y en toda la sociedad.
Pese a la innegable interrelación de estos problemas de fondo, es posible imaginar soluciones con cierta autonomía unas de otras. No tanto en el tema de la inclusión cuya solución está estrechamente vinculada a las características del modelo económico y a la voluntad estatal. En los asuntos que se refieren al Estado, a la democracia y al modelo neoliberal, en cambio, se puede proponer y realizar cambios específicos que pueden tener cierta eficacia en su respectivo nivel. Para que tengan eficacia y coherencia es necesario, sin embargo, que las propuestas de cambio sean integrales en cada nivel (estado, democracia, modelo económico) con objetivos definidos, políticas eficaces, medidas y acciones precisas y etapas claramente establecidas en el tiempo.
Si la eficacia específica de las reformas en el Estado, la democracia y el modelo económico es alcanzable, ¿ por qué en el Perú no hemos llegado a ese nivel?. ¿Por qué entonces todo se pone en cuestión en las coyunturas electorales?. Volveremos sobre este decisivo problema de cuestionamientos y de inestabilidad.
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