Sinesio López Jiménez
A los comentaristas y analistas de la situación política les sorprenden que el presidente Humala eleve su nivel de aprobación justamente cuando el nivel de crecimiento del PBI toca fondo. Debieran sorprenderles también los altos niveles de crecimiento del PBI en años anteriores y los bajos niveles de aprobación de los presidentes. La conclusión fácil a la que llegan es que no existe relación entre el crecimiento del PBI y los niveles de aprobación de los presidentes cuando de lo que se trata de explicar es por qué no existe una relación entre ellos o esa relación es muy débil.
Una de las aspiraciones más acariciadas de los analistas es encontrar el camino para relacionar las fases de los ciclos económicos, sociales y políticos, pero no siempre han tenido éxito cuando lo han intentado. Ni Marx lo logró cuando quiso hacerlo en el análisis de la revolución de 1848 en Francia y el ascenso al poder de de Napoleón III. Marx no estaba contento con los artículos de Lucha de clases en Francia porque no pudo establecer las conexiones entre los tres ciclos: económico, social y político. Escribió entonces el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte para establecer esas vinculaciones pero tampoco lo logró. Sólo pudo vincular con brillantez el ciclo social y el ciclo político, pero se le escapó el ciclo económico que tuvo que analizar aparte en el escrito de Mayo a Octubre.
Ernest Labrousse, brillante historiador de la Escuela de los Anales de Francia, en cambio, sí lo logró en su escrito 1848; 1830; 1789: tres fechas en la historia de la Francia Moderna (En Fluctuaciones Económicas e Historia social, Tecnos, 1973) gracias al mejor manejo (diferenciación y relación) de los tiempos económicos, sociales y políticos. Un intento de hacer lo mismo para el caso peruano (y quizá latinoamericano) exige desplegar un conjunto de operaciones teóricas y metodológicas necesarias tales como:
1. Establecer los niveles de informalidad de los subsistemas económicos, sociales y políticos. Es probable que los países con altos niveles de informalidad sientan menos los bruscos vaivenes de los ciclos económicos no sólo en su situación material, sino también en la vida social y política.
2. Examinar los grados de diferenciación entre esos subsistemas. Los países que tienen subsistemas más diferenciados e institucionalizados sufren menos los bruscos cambios en cualquiera de ellos que aquellos en los que la diferenciación e institucionalización son menores. En algunos países se sacan los ojos en el campo de la política, pero la economía marcha viento en poca. En otros, cualquier vaivén pequeño del ciclo económico se hace sentir en la sociedad y en la política.
3. Reconocer que cada subsistema tiene su propia lógica de organización y funcionamiento (objetivos, relaciones, dinámicas, organizaciones, instituciones que los caracterizan).
4. Tomar en cuenta no sólo las relaciones funcionales entre los subsistemas (promoción estatal de la acumulación privada, tributación, distribución de bienes y servicios públicos a la sociedad y legitimidad) sino también las relaciones estructurales (niveles de empleo directo e indirecto, salarios e ingresos, precios, consumo y gasto público).
5. Considerar los niveles de organización e institucionalización de la sociedad, de la política y del Estado así como las políticas públicas que este despliega.