Sinesio López Jiménez
En las elecciones del 2006 varios candidatos (entre ellos García) cuestionaban el modelo neoliberal extremo. En el 2011 sólo Ollanta Humala sigue cuestionándolo. ¿Qué pasó?, ¿fueron derrotados?, ¿traicionaron?, ¿fueron cooptados?, ¿los convenció “la calidad” del modelo?. Mi hipótesis es que pasó un poco de todo. Las izquierdas dispersas fueron aplastadas, García traicionó y el desempeño económico (más por el contexto internacional que por la calidad del modelo mismo) ha sido notable entre el 2006 y 2008. Vino luego la crisis y mostró sus límites. El candidato que asustó entonces a la derecha política y a los poderes fácticos fue Ollanta Humala. Se le satanizó, se le emparentó con Chávez, se le mostró como un Hitler peruano. Crearon un cuco a la medida de sus miedos y de sus intereses para combatirlo. Ollanta no tuvo, al parecer, el interés ni los medios para revertir la ofensiva derechista. Más aún: a veces reforzó con sus errores la pésima imagen creada por la derecha.
Ollanta sigue hoy asustando a la derecha y a los poderes fácticos. Durante todo su segundo gobierno, García ha encabezado una persistente ofensiva contra Ollanta para destruirlo políticamente. Ha fracasado. Ollanta sigue en pie y constituye una alternativa a todas fuerzas de la derecha en la solución de los problemas de fondo que agobian el país: exclusión social y cultural; modelo neoliberal extremo; un Estado ineficaz, excluyente, poco creíble y nada transparente y baja calidad de la democracia. ¿Cuál es el activo de Ollanta?. Mi hipótesis es que Ollanta tiene tres activos fundamentales: la férrea voluntad de de cambiar el Perú por los caminos democráticos, la alta capacidad de resistencia frente a la ofensiva derechista y la representación política de los que se sienten excluidos (la ira, la protesta, el nacionalismo y el voto de los descontentos).
Desde luego, Ollanta, como casi todos los candidatos, presenta algunos déficits: No tiene un partido organizado, carece de un programa preciso o, si lo tiene, no lo ha difundido suficientemente y le falta construir una vasta coalición social y política de respaldo que de viabilidad a sus propuestas de gobierno. Para formar esa coalición y destruir el cuco creado por derecha, Ollanta necesita precisar el alcance y los límites del cambio del modelo neoliberal. Tiene que señalar enfáticamente, por ejemplo, que dicho cambio no supone eliminar la economía de mercado para reemplazarla por el Estado ni acabar con los equilibrios macroeconómicos. Entre el neoliberalismo extremo y el estatismo caben otros modelos económicos más equilibrados. Cada modelo económico requiere una correlación de fuerzas que lo sustente. Chile pudo reformar el modelo pinochetista gracias a la coalición de centro izquierda y Uruguay ha podido resistir el extremismo neoliberal gracias a los partidos de izquierda y al apoyo de la sociedad civil.
No bastan, pues, el voto y la fuerza de los excluidos ni la voluntad de un caudillo para cambiar al Perú. Es necesario organizar una gran coalición del cambio. La derecha y los poderes fácticos se solazan con las encuestas de Lima que empequeñecen a Ollanta, se preocupan con los sondeos del Perú urbano que lo muestran creciendo o manteniendo su fuerza y se asustan con el Perú rural y semi-rural al que no encuestan (un poco más de un tercio del país). El movimiento, la protesta, el cambio vienen, sin embargo, de la provincia. Lima siempre llega última (cuando llega). Eso dice la historia desde la independencia hasta nuestros días, pese a los importantes cambios de las últimas seis décadas. San Martín esperó vanamente en Pisco que Lima proclamara la independencia. Las desbordantes protestas de los 70 y los 80 nacieron en la provincia, avanzaron por diversas ciudades del país y culminaron en Lima privilegiada y conservadora. Esa ha sido, hasta ahora, la forma de movimiento de la historia peruana.
OLLANTA: LUCES Y SOMBRAS
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Sostener que Humala "constituye una alternativa a todas fuerzas de la derecha en la solución de los problemas de fondo que agobian el país" es más que una exageración, ya que nadie conoce ni media palabra de esas supuestas "alternativas", que eso lo diga una persona de las cualidades personales y profesionales del Sr. López muestra lo bajo que han caído un sector de ex izquierdistas en la búsqueda de una opción electoral.Humala no es más que una reiteración del caudillismo (y encima militar), que se la pase chillando contra el neoliberalismo no lo convierte en un izquierdita, ni siquiera en un progresista (así comenzaron Hitler y Mussolini). Sostener que el comandante tiene la "férrea voluntad de cambiar el Perú por los caminos democráticos" es casi una mentira consciente, alguien ha podido apreciar la democracia en el partido nacionalista, algunas de sus "bases" se han podido expresar libremente, existe un libre debate a su interior, y si esa es la realidad al interior de sus grupos allegados, qué podremos esperar el resto de plebeyos cuando (¡dios nos libre!) el comandante tenga alguna responsabilidad política. La voluntad democrpatica" a la que hace referencia el Sr. López no es más que un acto de fe, una creencia de que así sed va a portar si lo respaldamos en su ascenso al poder, pero nada más que eso.
Por qué no comenzamos a discutir los problemas y a presentar las propuestas de solución? De repente descubrimos que en esa ruta Humala no solo no es compañía sino de repente es un estorbo.
Mientras el programa mínimo de la izquierda concuerde con el programa máximo del nacionalismo, mientras sea una alternativa de protección de los recursos naturales, mientras sea un programa político que luche contra el imperialismo y la ultraderecha vendepatria más reaccionaria del país, defintivamente Ollanta y el PNP son la única opción (aunque sea un bien desgraciado) de iniciar una transformación real en el país.
La sociedad y sobre todo la más desfavorecida necesita respirar y un gobierno nacionalista sería el inicio del reflote del movimiento social, el inicio de las condiciones subjetivas y de un real futuro como nación.
Ni hablar de esa persona no se lo merece
porque es una persona no esta preparado para dirigir una nacion tan digna como es el Perú, un ex militar que para el todo es negativo, Es seguidor de una politica tan antigua,ultra izquierda que nada bueno ha traido, en toda su historia, que se puede esperar en este siglo, lo peor del caso sieno compadre del chavizmo, que esta tapando la boca a toda la prensa en su pais, en su mente esta perennizarse en el gobierno.