UNA SOCIEDAD (CASI) INVIABLE Y UN ESTADO (CASI) FALLIDO

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                                   Sinesio López Jiménez

Somos el país del casi que no ha logrado una realización plena. En estos doscientos años de vida republicana no hemos sabido enfrentar bien y a tiempo los desafíos que hemos tenido por delante. Los hemos dejado pasar o los hemos enfrentado a medias. Hasta ahora no hemos podido resolver el gran desafío que nos planteó la independencia: Acabar con la herencia colonial, construir una sociedad integrada y forjar un Estado-nación.

La herencia colonial sigue en pie. Seguimos organizando la economía en función de los intereses de las metrópolis y del capital internacional, dejando de lado los intereses y las exigencias de la inmensa mayoría de los peruanos. A las élites económicas y a los gobernantes no les ha interesado promover una economía que sea capaz de atender la demanda de empleo, ingresos y bienes de todos los peruanos. No hemos podido organizar una economía con un motor propio, abierta al mundo.

La sociedad peruana está conformada por el 80% de informales, la mayoría de los cuales son pobres y muy pobres. Es una sociedad atomizada, desintegrada, discriminadora, racista y muy desigual. No reconocemos nuestra situación pluricultural y no hemos logrado construir un nosotros. No nos sentimos una comunidad nacional porque no tenemos bienes públicos compartidos. Desconocemos el bien común. Ir a las mismas escuelas y a los mismos centros de salud y sentir que la ley y la justicia son iguales para todos, independientemente de las diferencias económicas, sociales, culturales, ayudan a construir una comunidad política nacional. Este no es nuestro caso.

Somos un Estado (casi) fallido. No hemos podido forjar un Estado-nación en el que el Estado se identifique con la nación (imaginada) y esta se sienta representada y protegida por el Estado. En el siglo XIX las élites liberales fracasaron en construir un estado en forma. Vivimos en la anarquía permanente.  Tampoco pudieron organizar un nosotros con la mayoría del mundo indígena (59%). En el siglo XX las élites organizaron tres formas de Estado que acompañaron sendos proyectos de desarrollo económico: El Estado oligárquico (1895-1968), el Estado nacional-corporativo (1968-1990) y el Estado neoliberal (1990-2021).

El neoliberalismo  de los 90 instaló al mercado como el eje organizador de la vida económica, social y política, desvalorizó al Estado, le asignó un rol subsidiario de los intereses del capital y transformó los bienes públicos en negocios privados. El Estado que hoy tenemos es débil y deficitario. No tiene la fuerza ni la capacidad para desempeñar bien las funciones que tiene. La ley no es igual para todos, la burocracia es ineficiente (salvo en las pequeñas islas de modernidad), la seguridad ciudadana es un bien escaso, la provisión de bienes públicos (salud y educación) es un desastre, la penetración estatal en la población y en el territorio es muy limitada. No sabe ni cobrar impuestos. Tener 14% de presión tributaria es una vergüenza.

El candidato o candidata que triunfe en las próximas elecciones del 11 de Abril tiene unos desafíos inmensos cuyo enfrentamiento requiere el concurso de todos. Y los peruanos tenemos la enorme responsabilidad de elegir al mejor candidato o candidata que tenga una consciencia clara del pasado que hay que superar y un proyecto nuevo que nos abra las puertas a un futuro mejor.

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