LUCHAR PARA CAMBIAR

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                                               Sinesio López Jiménez

La política es la lucha por cambiar lo que hay en lo que debe ser, aunque muchas veces consigamos solo algo mejor. Es lo que ha pasado en el campo de la justicia. A veces la lucha política parece que avanza y, al final, termina en lo mismo. Es lo que pasado con la reforma política.

La lucha política contra la corrupción (que en el caso de los Cuellos Blancos mostró la podredumbre del Poder Judicial y del Ministerio Público) confrontó a Vizcarra, un grupo excepcional de fiscales y jueces, las izquierdas del Congreso y la calle, por un lado, con el fuji-aprismo y el aparato podrido de jueces y fiscales, por otro,  y obtuvo algunas victorias resonantes, la más importante de la cuales fue la disolución del CNM.

Vizcarra nombró entonces a una comisión de notables que, a vez, sugirió el nombramiento de otra comisión, la misma que se encargaría,  a través de un concurso público, de nombrar a la Junta Nacional por la Justicia (JNJ) que reemplazaría al CNM. La propuesta no era la mejor, pero fue la que se impuso. Luego de un primer fracaso, la comisión ha dado a luz al final a una JNJ con observaciones, particularmente a dos de los siete integrantes gracias las exigencias de transparencia por parte de los ciudadanos, la sociedad civil y los medios. La JNJ tiene el poder enorme de evaluar y nombrar jueces y fiscales y puede ser el punto de partida de un cambio real de la justicia y de la ley. O puede ser simplemente otro CNM. Tiene que escoger.

El caso de la reforma política ha sido más decepcionante. Luego del triunfo del referéndum, Vizcarra nombró una comisión de notables que propuso doce puntos de reforma. El gobierno los redujo a seis (de reforma electoral y de partidos) y pidió el voto de confianza para ellos. El Congreso le dio un voto de confianza bamba que el gobierno no utilizó para disolverlo constitucionalmente. Con la disolución constitucional del Congreso (con motivo de la forma de elección del TC) y de la convocatoria a elecciones congresales, la reforma política ha quedado en nada.

Luego de una comprensible etapa de decepción y de rechazo al viejo establishment político, los ciudadanos soberanos están llamados a revertir la situación participando masivamente en las elecciones del 26 de enero, votando contra los partidos corruptos y retrógrados y optando por cualquier otra alternativa mejor. El voto blanco y viciado favorece al fuji-aprismo y a otros partidos corruptos.

 

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