Sinesio López Jiménez
Un gabinete en el aire que no tiene sólidas bases sociales ni políticas que lo sustenten. Aislados, PPK y el gabinete levitan y pueden ser presas fáciles del primer ventarrón político o social que se los lleve de encuentro. La demora en organizarlo era un mal síntoma. Ni políticos ni profesionales que se respeten y que respeten a los ciudadanos y a la opinión pública estaban dispuesto a embarcarse en una nave averiada y a la deriva.
Quiso ser el Gabinete de la Reconciliación, pero es, en realidad, el gabinete de la confrontación al que casi todas las fuerzas políticas de derecha, de centro y de izquierda le tienen bronca. El fujialanismo no lo pasa. Es sintomático que el Apra expulse a dos militantes suyos (que daban la vida por ceñirse el fajín) en el mismo momento que juramentaban como ministros. Mulder, el vocero beligerante del fujialanismo, ha dicho que la incorporación de dos apristas al gabinete era una declaración de guerra.
El centro (AP) y el centro-derecha (APP) tampoco lo miran con buenos ojos y no parecen estar dispuestos a brindarle algún tipo de apoyo. Las izquierdas parlamentarias (FA y Nuevo Perú) están más beligerantes que nunca contra el gobierno, pese a que, por ahora, difieren en la táctica para enfrentarlo. El FA plantea otra propuesta de vacancia que ninguna fuerza política respalda y Nuevo Perú acusa constitucionalmente a la Primera Ministra y al Ministro de Justicia por haber realizado un indulto trucho.
Su base política de sustento es enclenque y de futuro incierto. La bancada de PPK ha sido diezmada. Tres de sus mejores cuadros se han ido por desacuerdo con el indulto a AF. Sólo quedan 15 (dos de ellos en el gabinete) que no constituyen una bancada sólida y guerrera, capaz de enfrentar tiempos políticos difíciles. El kenyismo, su otra base de apoyo, es frágil y, por ahora, solo integra a 10 Vengadores enfrentados al keikismo.
Las fuertes y beligerantes oposiciones de todo signo ideológico y la débil base de apoyo político generan una inestabilidad política muy alta y permiten pronosticar una corta duración al autodenominado gabinete de la Reconciliación. Su duración depende principalmente de la forma como se recomponga el Fujimorismo y particularmente el kenyismo. Si este se fortalece y pasa de 10 a 25, como se dijo en un primer momento, entonces el obstruccionismo del keikismo se anula y se superan las dificultades que presenta todo gobierno dividido en un presidencialismo parlamentarizado. Si el keikismo se recompone y se fortalece entonces la duración del gobierno y del gabinete es de pronóstico reservado.
La estabilidad y la duración del gobierno dependen también de lo que pase en la calle. Si las olas de las iras sociales crecen, se multiplican, se mantienen un cierto tiempo y se institucionalizan pueden ayudar a resolver los problemas de representación del centro y de la izquierda (Dargent dixit) y pueden poner al orden día el grito masivo y fuerte de que se vayan todos los traidores y corruptos. Si la situación económica empeora, entonces puede entrar en la agenda el cuestionamiento masivo del modelo neoliberal.
A todo lo planteado, hay que sumarle asunto de la debacle económica en que se enrumba el Perú. El BCR programó un crecimiento del 4.5.% mínimo para satisfacer y cumplir las demandas sociales como la de los maestros, trabajadores del sector salud, Poder Judicial y demás; en la actualidad vamos por 3.2%, así PPK no solamennte cae en las encuestas sino también en los pueblos y comunidades más alejadas. Tal parece que ni el santísimo venido de Roma ni el mundial de Rusia serán suficientes distractores de la realidad. Abrazos desde Juliaca, región Puno.