LA PASION DE PALMA

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Sinesio López Jiménez

Invito al lector a imaginar a Ricardo Palma, un hombre que amó los libros como nadie en el Perú, dirigiéndose un día de enero de 1881 a la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) y encontrar uno de los productos más preciados de la cultura y de la civilización, invadida por la barbarie, la soldadesca y los caballos. ¿Qué sintió Palma al ver a la BNP ocupada, saqueada, robada y mercantilizada por los invasores?. Es probable que en esas circunstancias lo invadieron todos los sentimientos fuertes a la vez: Humillación, ira, amor, odio. En esos momentos y en el resto de los años que vivió, Palma tuvo una doble pasión: la del sufrimiento y la de la agonía. Pasión en el primigenio sentido latino de sufrimiento profundo y agonía en el sentido griego de pugna, de lucha.

Ocupada la Biblioteca Nacional del Perú por el ejército chileno al mando del general Lagos en enero de 1881, la reacción altiva de Palma no se dejó esperar y se expresó en una indignada carta de protesta firmada por él y Odriozola. El gesto digno fue respondido con la persecución y el arresto durante 12 días en una embarcación chilena. Nombrado Director de la BNP en noviembre de 1883, inició la larga batalla por reconstruirla y por recuperar el patrimonio bibliográfico y documental robado por los invasores. A los diez días de nombrado, envía un informe al Ministro de Justicia e Instrucción Pública sobre la deplorable situación en que había encontrado la BNP en el momento en que asumió su cargo. Una de sus primeras acciones fue reparar el viejo local de la institución cuyos salones habían sido convertidos en cuartel y en caballeriza. Al mismo tiempo desplegó una agresiva campaña para recuperar los materiales bibliográficos que, según su Memoria de 1912, “andaban dispersos en las bodegas, donde los soldados los vendieron a trueque de copas de licor”. A pedido de Palma, se emitió el 16 de Noviembre de 1884 un bando prefectural que ordenaba “que los poseedores de libros con el sello de la Biblioteca los devolviesen al establecimiento”. De ese modo pudo recuperar, de acuerdo a la Memoria de 1884, 8,315 volúmenes que estaban en el Mercado Central (antiguamente Mercado de la Concepción), en chinganas, en jabonerías, en casas particulares y en manos de vendedores de libros antiguos.

En esa misma Memoria, Palma afirma haber recibido 624 tomos devueltos por Chile, gracias a la intervención del presidente Santa María que era su amigo. En 1888 hace un breve balance de lo recuperado: “Hasta el 28 de Julio de 1884, en que se inauguró el establecimiento, habíanse recogido del poder de particulares 8,315 volúmenes con el sello de la antigua biblioteca. En los cuatro años trascurridos se han recobrado 5,844 volúmenes más. La más importante de las devoluciones ha sido la que de dos cajones de libros muy notables hizo, por intermedio del Dr. D. Manuel Alvarez Calderón, un caballero francés, residente en Chile”. En total, Palma logró recuperar alrrededor de 15 mil volúmenes tanto de manos de particulares como de manos de los usurpadores que se llevaron, sin duda, lo más valioso de la colección. ¿Cuántos volúmes de la BNP se llevó el ejército chileno como si fuese botín de guerra?. Es difícil saberlo porque no se conoce el catálogo de la BNP de entonces. Lo único que se sabe por el mismo Palma, es que ella contaba, sin considerar los documentos, obras de arte y otros materiales que también fueron robados, con 56, 000 volúmenes en el momento de la ocupación y se quedó con 700 cuando la tropa chilena abandonó el local.

Palma no logró todo lo que quería para la BNP, pero abrió la ruta por la que hemos transitado la mayoría de sus directores. En lo que a mí respecta eso es precisamente lo que hice cuando el 10 de marzo del 2002 puse el tema de la devolución de los libros ante todo el cuerpo directivo de la Biblioteca Nacional de Chile a la que había sido invitado por Clara Butnik, la directora de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIRBAM) de entonces. Entre tensiones, negaciones y conversaciones la puerta se fue abriendo, especialmente cuando, con Nicolás Lynch, planteamos a mediados del 2003 el tema a Sergio Bitar, Ministro de Educación de Chile. Extraoficialmente se sabe que, a partir de entonces, se nombró una comisión que, culminada su tarea, emitió un informe reconociendo la existencia, en la BN de Chile, de los libros peruanos robados y salieron a la luz en los medios chilenos y peruanos a comienzos del 2005 hechos desconocidos hasta entonces como la catalogación de los libros sustraídos realizada por Domeyko a pedido del gobierno chileno. Todo esto fue debidamente informado a los cancilleres peruanos, a su pedido, en 2003 y 2005. El anuncio de Nivia Palma, directora actual de la DIRBAM de Chile y mujer del entorno de la presidente Bachelet, en el que expresa la voluntad de su institución y del gobierno chileno de devolver los libros robados a la BNP es la culminación de la doble pasión de Ricardo Palma. Que descanse en paz.

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