Archivo por meses: abril 2021

EL PODER LIQUIDO

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Sinesio López Jiménez

El poder oficial, caracterizado por la rigidez y la solemnidad,  se ha licuado. Las corazas que lo blindaban se han diluido. El Poder Ejecutivo y el Legislativo ya no tienen poder. Como en toda crisis profunda, este se está desplazando, si no se ha desplazado ya, a la sociedad y a los ciudadanos. El poder líquido del Ejecutivo está a punto de evaporarse. Eso depende solo de una pequeña movida en el Congreso: la censura de su junta directiva y chao, Presidente Sagasti.

Pero el poder parlamentario también se ha diluido. El Congreso levita sobre un vacío insondable. Está divorciado de la sociedad. Nadie lo quiere ni lo sustenta. Epur si muove y puede hacer esa movida irresponsable, respaldado por la decisión perversa del Tribunal Constitucional (TC) que lo invita a dar golpes sucesivos en el último año de gobierno.

¿Qué ha sucedido? ¿Por qué se ha diluido el poder?. “Todo lo sólido se desvanece en el aire” escribió Marx en 1848 para definir el impacto de la modernidad en el mundo feudal y tradicional. Bauman, brillante sociólogo polaco recientemente fallecido, ha sostenido que la postmonerdad disolvió las estructuras, las instituciones y los valores de la modernidad y ha dado lugar a la actual modernidad líquida en la que todo fluye y nada se detiene. FH Cardoso, el más destacado sociólogo de AL y expresidente de Brasil, ha escrito (“New paths: globalization in historical perspective) que las características del capitalismo global son el dominio del capital financiero, la revolución científica y tecnológica y la revolución de las comunicaciones.

Los impactos de la revolución científica y tecnológica y de la revolución de las comunicaciones en los diversos campos de la vida social son impresionantes. Detengámonos un  poco en el posible impacto de la revolución de las comunicaciones en la política. Es probable que se construya una forma de estado más flexible y con más capacidades. Estamos viendo ya el impacto en la provisión estatal  de bienes públicos, en particular en la salud y la educación. Ojalá pronto lo veamos en la justicia. Es probable que la forma que asuma el gobierno sea más abierta, transparente y ayude a la gobernabilidad. Es posible construir un nuevo pacto social (la constitución) que permita organizar un régimen democrático y equilibrado entre Estado, sociedad y ciudadanos.

Estamos viendo ya el impacto de la revolución de las comunicaciones en las formas de representación social y política. Los “partidos” se han convertido en cascarones vacíos que representan a pocos o a nadie. Convocan a muy pocos y ya no son la voz de los sin voz. Todos tenemos voz. La comunicación veloz permite la autoconvocatoria rápida y nuevas formas de acción social y política. Es probable que surjan nuevos movimientos sociales y nuevos partidos-redes que expresen mejor la diversidad y la fluidez de la estructura social. Los “partidos” existentes que  quieran sobrevivir tienen que adecuarse a las nuevas exigencias de la revolución de las comunicaciones. Hay que mirar a Chile que es un laboratorio de refundación de la política. Pienso que el Perú ha comenzado a  recorrer el mismo camino.

¿Es posible que Sagasti sobreviva en el poder líquido?. El poder no está en las FFAA, ni en la policía, ni en la burocracia, ni en Partido Morado, ni en el Congreso. Está en la calle en movimiento y en la sociedad contestaria. Si quiere sobrevivir, Sagasti tiene que apoyarse en ellas para detener las movidas arbitrarias del Congreso.

DICTADURA MAFIOSA E INSURGENCIA DEMOCRÁTICA

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Sinesio López Jiménez

El golpe parlamentario ha recibido una respuesta contundente del movimiento de la calle. Sin saberlo ni quererlo, ha abierto las puertas a la democratización social y política que estaba embalsada por la pandemia y por la política de cuarentena establecida para combatirla.

Es probable que, a medida que ese golpe se transforme en dictadura mafiosa del Congreso, el movimiento de la calle crezca hasta el desborde democratizador que va más allá de la política para abarcar la economía y la sociedad. Cuando el gobierno se transforma en dictadura, la democracia se traslada a la calle. El soberano en movimiento reivindica la titularidad del poder e insurge democráticamente para hacerla efectiva. El artículo 46 de la Constitución reconoce este derecho.

El golpe estaba cantado. La historia política del país nos enseña la letra y la música del canto autoritario. Todo gobierno dividido en el que el Ejecutivo está en manos de un partido y el Congreso está en manos de otro u otros partidos acaba mal en el presidencialismo parlamentarizado que tenemos como forma de gobierno.

Al hibridar el presidencialismo con formas propias del parlamentarismo, el presidencialismo parlamentarizado tiene un diseño institucional que invita a la confrontación permanente de poderes del Estado. El choque se produce cuando se tiene un gobierno dividido.

Si el ejecutivo tiene mayoría congresal no hay choque de poderes. Solo se tienen problemas de gobernabilidad. El golpe militar contra Billinghurst, el autogolpe de Leguía, el golpe militar contra Bustamante, el golpe militar contra Belaunde, el autogolpe de Fujimori, la renuncia de PPK y ahora el golpe parlamentario contra Vizcarra son claros testimonios de la tesis que vengo sosteniendo.

La lucha de poderes se daba a campo abierto, sin regulaciones, hasta el primer gobierno de Belaunde. La constitución de 1979 creó el mecanismo de equilibrio de poderes según el cual, si el congreso no le otorga al ejecutivo el voto de confianza por tres veces consecutivas, el presidente de la República puede disolver el congreso.

Fujimori lo redujo a dos negaciones que no se aplican en el último año de gobierno. El ejecutivo queda así desprotegido y desguarnecido. En esa situación cualquier aventurero grotesco y mediocre puede apoderarse del gobierno democrático para transformarlo en dictadura. De eso se han aprovechado la ultraderecha, los medios concentrados y los mafiosos, los corruptos y los ambiciosos del congreso e incluso fiscales figuretis para impulsar y ejecutar el golpe parlamentario.

Primero inflaron hasta el escándalo el libreto estúpido de la supuesta contratación de un cantante desconocido para darle contenido a “la permanente incapacidad moral y física” del presidente, una vieja y hoy vacía disposición de las constituciones del siglo XIX.

Luego, ante la irrelevancia de ese libreto idiota, buscaron en las cárceles las confesiones sinceras de aspirantes a colaboradores eficaces que acusaban de soborno a Vizcarra cuando era presidente del gobierno regional de Moquegua.

La acusación es grave y está encausada por la fiscalía en la fase preliminar, pero el Congreso ya investigó, juzgó, condenó y vacó a Vizcarra violando la constitución y el debido proceso. Hoy, con cinismo ilimitado, los medios concentrados hacen enjundiosos editoriales en defensa de la democracia. Oh tempora, oh mores!

EL PODER ES EL NUMERO

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                                               Sinesio López Jiménez

“La juventud no los dejará dormir si Uds no la dejan soñar” decía una pequeña pancarta escrita al desgaire con plumón en un pedazo de cartón. Con letra más pequeña concluía: “Perú, yo no me calmo”, “Perú, ni un muerto más”. Creación heroica o copia, la pancarta revela tres cosas: hastío de la juventud con el pasado, en particular con el pasado reciente que ellos han sufrido en carne propia, el impacto de la revolución de las comunicaciones (uno de los rasgos del capitalismo globalizado junto con el dominio del capital financiero y con la revolución científica y tecnológica, según FH Cardoso) en los jóvenes que ha hecho de ellos la generación más informada, comparada con las generaciones del pasado, y el inicio de un nuevo camino.

Los peruanos hemos vivido la concentración de tres grandes crisis en estos cinco últimos años. Ellas nos han afectado a todos, pero sobre todo a los jóvenes cuyo futuro se ve amenazado. La primera es la crisis política cuyo epicentro es el conflicto entre el poder ejecutivo y el poder legislativo pero que se extiende al sistema electoral y a pequeños grupos políticos a los que algunos llaman pomposamente “clase política”.  Esta crisis ha producido, además de zozobra, inestabilidad e ingobernabilidad, la renuncia de un presidente, la disolución constitucional del congreso y la elección de uno nuevo, cuatro intentos de vacancia del jefe de estado y un golpe parlamentario.

La segunda es la corrupción generalizada de la cúspide política y empresarial (el Lava Jato) que ha llevado a cuatro presidentes y a connotados empresarios a la cárcel y a Alan García al suicidio. La tercera crisis es la pandemia del Covid-19 que ha producido la muerte de miles de peruanos y una profunda recesión económica con la pérdida de millones de empleos y de ingresos y el aumento de la pobreza. La pandemia ha sacado a luz, por añadidura, el agotamiento de la economía primario-exportadora y de servicios instaurada por el neoliberalismo, la incapacidad y la debilidad del sistema de salud y de todo el Estado neoliberal para combatirla, los problemas de una sociedad predominantemente informal, profundamente desigual, discriminadora y racista y la relación asimétrica del régimen político (instaurada por la constitución fujimorista del 93) para favorecer al gran capital en desmedro de la sociedad y los ciudadanos.

La revolución de las comunicaciones ha generado enormes cambios en diversos campos de la vida social: en la economía, la sociedad, la cultura y la política. En la política los cambios están a la vista en las formas creativas y rápidas de comunicación de los jóvenes, en las nuevas formas de organización y de acción política, en el agotamiento del formato de los viejos partidos, en la probable emergencia de nuevas formas de representación, en la provisión estatal de los bienes públicos, en particular, de la educación y la salud.

Los jóvenes movilizados (tres millones) y la enorme protesta ciudadana (doce millones) han confirmado las tesis sobre el poder de Hanna Arendt, una de las filósofas más importantes del siglo XX. El poder no es el arma. El poder es el número organizado. El arma es la violencia. El poder es el consenso. Mientras más grande es el número y más vasto el consenso, más avasallador es el poder que, por eso mismo, tiene que autolimitarse para evitar el autoritarismo o el totalitarismo.

EL HURACAN VIENE DEL SUR

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Sinesio López Jiménez

Vientos huracanados que vienen del sur, especialmente de Bolivia y de Chile, anuncian grandes cambios. Pese a las acentuadas diferencias (económicas, sociales, culturales y políticas) de estos países, sus pueblos han decidido cambiar todo o casi todo. Los bolivianos con su voto acabaron con la dictadura facistoide, reinstalaron la democracia, pusieron al MAS como partido de gobierno con un nuevo liderazgo y eligieron a Arce como Presidente. Seguramente el nuevo gobierno de Arce, aparte de un estilo político propio, mantendrá el modelo inclusivo de desarrollo así como las políticas interculturales y de reconocimiento de una sociedad plural.

Los chilenos con su voto destituyente (Pablo Luna dixit) terminaron con la herencia autoritaria dejada por Pinochet (la constitución), se preparan a elegir la Convención Constituyente, a discutir la nueva constitución y a aprobarla en un plebiscito obligatorio, esto es, a organizar el momento constituyente. En realidad, bien vistas las cosas, el momento destituyente culminó con un voto decisivo, pero comenzó con las enormes y persistentes movilizaciones ciudadanas que sacudieron a Chile desde sus cimientos y desbordaron la institucionalidad existente, incluidos los partidos políticos que aparecieron como cascarones vacíos. Sin esas masivas y desbordantes movilizaciones democratizadoras no se habrían producido el “voto destituyente” ni el momento constituyente.

La última experiencia chilena demuestra que los sistemas económico, social, cultural y político pueden producir estabilidad o crisis y pueden permitir reformas de alcance limitado, pero los cambios profundos que dan origen a un nuevo orden social sólo provienen de los grandes movimientos ciudadanos, de una esfera pública democráticamente compartida y de una sociedad civil vigorosa, esto es, de enormes procesos de democratización social y política.

Pocas veces se ha visto en la historia democratizaciones masivas, intensas y al mismo tiempo duraderas como la chilena. Ellas son muchas veces flor de un día. Sospecho que la democratización chilena y los votos destitutivos y constitutivos van a generar frutos relativamente permanentes: organizaciones y movimientos sociales más o menos institucionalizados, renovados modos de representación una nueva constitución que reformule el pacto social, una reestructuración del Estado y una nueva relación de este con el mercado, un nuevo régimen político y un nuevo régimen económico, una sociedad más igualitaria y una ciudadanía con todos sus derechos y responsabilidades.

¿Llegarán estos vientos huracanados al Perú?. ¿Influirán en  el proceso político peruano y en las elecciones generales del 2021?. Es probable que sí. Desde el 2016 hemos tenido un proceso intermitente de democratización social y política que ha contribuido a producir cambios políticos significativos y a combatir la corrupción generalizada. La pandemia nos ha hecho tomar conciencia de la necesidad de grandes cambios en los diversos campos de la vida social y es probable que en el 2021 se produzca un desembalse de una democratización contenida.

PERU DEL BICENTENARIO: MENOS REPUBLICA Y MAS LIBERAL

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Sinesio López Jiménez

A diferencia de la independencia norteamericana, la nuestra no fue conquistada por el republicanismo clásico sino por los criollos que eran partidarios del republicanismo liberal.

¿Cuál es la diferencia?. El republicanismo clásico se organiza a partir de una comunidad de ciudadanos que eligen un gobierno representativo y defienden el bien común. Hace compatibles los intereses individuales con el bien común, pero los sacrifica cuando no lo son. Es el republicanismo heroico de Máximus (Russell Crowe) en la película El gladiador y de Jefferson, quien llegó millonario al gobierno, pero salió quebrado. El republicanismo liberal, en cambio, hace coexistir la comunidad de ciudadanos con los intereses individuales y de grupo a través de un gobierno representativo, de formas parlamentarias de representación y de la justicia cuyo objetivo central es impedir que el egoísmo devore el bien común de los ciudadanos.

¿ Y cuál es su origen? El republicanismo clásico proviene de Grecia, de Roma republicana y de las diversas oleadas republicanas (pre-humanista, humanista, escolástica y renacentista) de algunas ciudades italianas. Maquiavelo es el gran teórico de la república en el Renacimiento que no solo enfrentó a la teocracia sino también al proto-liberalismo del capitalismo comercial. La revolución norteamericana de 1776 es la última revolución del republicanismo (John Pocock dixit) que dio origen, no a trece democracias, sino a trece repúblicas confederadas.

El republicanismo liberal, en cambio, proviene teóricamente del pluralismo de Montesquieu, para quien, a diferencia de Maquiavelo, el republicanismo puede coexistir con el liberalismo, e históricamente nace en EU con la reforma constitucional de 1787 (defendida por los federalistas Madison, Hamilton, Jay) cuyas preocupaciones centrales eran la defensa de la tradición republicana (haciéndola compatible con el liberalismo y con la democracia), el fortalecimiento de la unidad y el progreso de EU. Esa reforma creó “un ejecutivo vigoroso y fuerte” (el presidencialismo), hizo coexistir la representación liberal y la republicana, fortaleció la unidad y le dio gobernabilidad a la gran nación norteamericana.

Nuestros republicanos liberales se inspiraron en el republicanismo liberal norteamericano pero tuvieron resultados muy diferentes. Triunfaron en la política imponiendo una forma republicana liberal, pero fracasaron en el cambio de la estructura social colonial. El resultado fue un contradictorio régimen híbrido de carácter feudal-republicano-liberal que pretendía identificar a los siervos con los ciudadanos, haciéndolos votar, con  frecuencia, por sus propios gamonales.

Nuestro republicanismo liberal ha ido evolucionando. La primera hornada (Sánchez Carrión, Luna Pizarro, Francisco Javier Mariátegui, Pérez Tudela, etc) fue republicana liberal. La segunda (Elías, los hermanos Gálvez, Pardo) fueron más liberales que republicanos. El naciente Estado Oligárquico  fue defendido por liberales aristocráticos (Francisco García Calderón, el joven José de la Riva Agüero, Manuel Vicente Villarán, etc). Los neoliberales actuales son la negación de la República. Para ellos el bien común y los intereses generales no existen. Los han convertido en negocios privados.

AGENDA POLITICA DEL BICENTENARIO

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Sinesio López Jiménez

El escenario electoral que se avecina es poco o nada prometedor para el porvenir del Perú. Rafael Roncagliolo y Martín Tanaka son optimistas y generosos cuando afirman que en el Perú de hoy existen partidos sin candidatos y candidatos sin partido. Estoy de acuerdo con la segunda parte de su afirmación (hay candidatos sin partido), pero no con la primera (hay partidos sin candidatos). Los llamados partidos que hoy tenemos son excrecencias morbosas de la colectividad nacional que debieran desaparecer para dar origen a nuevos partidos representativos. Las reglas obsoletas y rutinarias del sistema electoral, que los mismos muertos vivientes se obstinan en mantener, permiten esta barbaridad política. La situación se agrava porque los candidatos sin partido tienen ambiciones pero carecen de un programa.

Los candidatos que van a participar en las elecciones generales del 2021 parecen olvidar que su actuación se realizará en el año del bicentenario de la independencia del Perú. Cuando se analizan las principales coyunturas críticas del Perú republicano se repiten algunos temas de una agenda política no resuelta. He aquí algunos temas que son constantes en todas estas coyunturas críticas que debieran constituir la agenda política del bicentenario:

  1. La herencia colonial. Los criollos conquistaron la independencia con el apoyo externo sin abjurar de la colonia. El primer debate entre Monteagudo y Sánchez Carrión fue como mantenerla a través de la monarquía constitucional o como acabar con ella a través del republicanismo liberal. Se impuso en la política formal el republicanismo, pero se mantuvo la herencia colonial. Por eso el debate sigue abierto.
  2. Extroversión y/o introversión de la economía. ¿Para quién organizamos la economía?, ¿para el capital internacional, los rentistas y los ingresos fiscales fáciles para el Estado o para el empleo, los ingresos y los bienes de los peruanos? Este debate ha sido hasta ahora un dilema, pero podría no serlo.
  3. La fragmentación social y política de las élites. Esta fragmentación ha impedido organizar una hegemonía política, construir el Estado y forjar la nación.
  4. Los problemas de construcción de un “nosotros”. La expoliación y la exclusión del mundo andino y amazónico y el desconocimiento oficial de la pluriculturalidad del Perú han impedido la conformación de una comunidad nacional
  5. Los fracasos de la construcción de un Estado Nacional. Tenemos un estado atrofiado que no tiene capacidades para desempeñar bien las funciones que tiene y que no llega todos por igual en todo el territorio.
  6. La inestabilidad política permanente. Los pésimos diseños institucionales de la forma de gobierno y del régimen político y la atrofia del Estado generan una ingobernabilidad crónica y una constante inestabilidad política.
  7. La democratización social y política y la democracia. Hay que acabar con la discriminación, el racismo, la desigualdad y los privilegios para construir una sociedad más igualitaria y una democracia que respete los procedimientos, pero que vaya más allá de ellos para que sea capaz de resolver los problemas de la gente.

 

TROPEZAR CON LA MISMA PIEDRA

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Sinesio López Jiménez

Nuestros políticos vuelven a tropezar con la misma piedra. ¿De qué está hecha?. Del congelamiento estructural de instituciones mal diseñadas y de una historia repetida. Por la historia sabemos que cada vez que hay un gobierno dividido en un presidencialismo parlamentarizado la cosa acaba mal. A esto hay que añadir otra piedra institucional (la incapacidad moral del presidente) que viene del siglo XIX y otra, puesta por la crisis de los partidos de 1990 en adelante, que consiste en la inexistencia de partido de gobierno. El caso de Vizcarra es extremo: no tiene partido de gobierno ni en el ejecutivo ni en el congreso.

¿Qué es un gobierno dividido?  En un tipo de gobierno en el que el Ejecutivo es ocupado por un partido y el Congreso está en mano de otro u otros partidos. Es propio del presidencialismo. En el semi-presidencialismo hay una figura parecida, la cohabitación, pero no es lo mismo. La cohabitación se produce cuando el Jefe de Estado, elegido por el pueblo, es de un partido y el jefe de gobierno o primer ministro, elegido por el congreso, es de otro partido. La cohabitación es una división en el poder ejecutivo.

¿En qué consiste el presidencialismo parlamentarizado? Es un híbrido que combina el presidencialismo con algunas formas del parlamentarismo (voto de investidura, censura, etc) generando problemas de gobernabilidad. En el presidencialismo puro el gobierno dividido es inocuo. Es lo que ha sucedido y sucede en USA.

El gobierno dividido (sin partido de gobierno y con la espada de Damocles de la incapacidad moral) es lo permanente, lo estructural. Lo que cambia es la coyuntura con un libreto específico, los actores,  la indumentaria y el coro. En el caso de PPK el libreto fue la corrupción, cometida hacía 10 años atrás, rebelada por el Lava Jato. Los personajes eran un PPK políticamente débil, confiado e indolente que se negó a apelar a los mecanismos de equilibrio de poderes que la Constitución le ofrecía, y una KF, dolida por la derrota y agresiva, dispuesta a desbarrancarlo.

El actual libreto es pobre y de mal gusto. Es la contratación irregular de un cantante casi desconocido que existe gracias al escándalo levantado por los medios. Los personajes son, por lado,  un Vizcarra, decidido pero levitante, casi solitario, con un pequeño entorno, por lo visto estos días, bastante mediocre y desleal y, por otro, un personaje, intelectual y políticamente pequeño pero con grandes ambiciones, que funge de presidente de un congreso fragmentado, y otro congresista que, por las acusaciones de corrupción que se le han hecho y por las amenazas de prisión que penden sobre él, no tiene CV sino prontuario.

La cruel exhibición de esta comedia de mal gusto en el escenario de una pandemia feroz que nos amenaza a todos y que ya ha segado la vida de miles de compatriotas linda con el sadismo. Estos días hemos visto también la invocación de los civiles a los uniformados. Ellos han estado siempre en todas las coyunturas críticas del Perú republicano. Esto se debe, no tanto a las ambiciones de los militares, como a la debilidad de los políticos civiles, incapaces de construir partidos sólidos.

LOS PUNTOS SOBRE LAS IES

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                                               Sinesio López Jiménez

Hay un cargamontón contra el congreso de la República. En algunos casos con razón, pero en otros sin fundamento alguno. Es cierto que este congreso es poco representativo puesto que representa un poco más de un tercio de los ciudadanos, pero es cierto también que ha sido elegido de acuerdo a las reglas establecidas para convertir  los votos en escaños. Es indiscutible que carece de calidad representativa. Con notables excepciones, esta es una característica compartida de los congresos de este siglo XXI. Se extrañan la fina ironía y la erudición de Luis Alberto Sánchez, la lógica implacable y aplastante de Héctor Cornejo Chávez, el verbo afilado y guerrero de Javier Diez Canseco, para citar sólo a los más notables polemistas.

Es innegable que hay algunos representantes que no tienen una hoja de vida respetable, sino un abultado prontuario. Otros han ido al Congreso a defender expresamente intereses bastardos. Un rasgo negativo de este congreso es su fragmentación, pero esta no es responsabilidad de los congresistas sino el producto de la larga crisis de representación que viene del 90 del siglo pasado. Hasta ahora no hemos podido superar el colapso de los partidos que se produjo en 1995. Lo que hoy se llaman “partido” es un abuso del lenguaje. El hoy llamado partido nacional tiene tres características: un pequeño caudillo de grandes ambiciones, un entorno de clientes leales y una franquicia electoral comprada en el mercado a un dólar la firma.

Algunos congresistas han presentado proyectos para pagar favores a su clientela electoral, pero otros han formulado proyectos (como los que se refieren a las AFPs y a la ONP) que, pese a burda elaboración, tocan problemas de fondo que los neoliberales se niegan a discutir. Las AFPs son un asalto organizado e institucionalizado a los pensionistas. El no pago de una pensión a los trabajadores que no llegaron a cotizar durante 20 años es un robo legalizado del estado. La ley que autoriza al Ejecutivo la intervención temporal de las clínicas privadas en época de pandemia, pero que el Ejecutivo se ha negado a aplicarla, es una medida adecuada y justa. La salud pública no puede ser un pingüe negocio privado.

Los neoliberales tildan de populistas estas medidas porque ellos son elitistas. Se colocan del lado de la oferta que es, como ha dicho Adam Prezeworski, el reino de la burguesía. Colocarse del lado de la demanda y del consumidor no es populismo. Es keynesianismo. Mientras exista el capitalismo, la bronca histórica entre neoliberales y keynesianos no cesará. La honda crisis actual empuja a las sociedades al keynesianismo.

 

LA VULNERABILIDAD DEL ÚLTIMO AÑO

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Sinesio López Jiménez

¿Tiene algún sentido político poner a un general (r) como Primer Ministro luego de la negación congresal de la confianza al gabinete de Cateriano? Me parece que tiene un doble sentido político. Primero, el Ejecutivo busca blindarse con las FFAA. en un año de gran vulnerabilidad institucional y de grandes ambiciones desatadas de pequeños personajes políticos. Segundo, Vizcarra se desplaza desde la derecha neoliberal, que privilegiaba la reactivación económica, especialmente la minería, a un pragmatismo autoritario recolocando la lucha contra pandemia como el eje central de su política.

Hay una falla en el diseño institucional del presidencialismo parlamentarizado que deja desguarnecido al Ejecutivo en su último año de gobierno cuando no tiene un grupo parlamentario ni menos una mayoría congresal que lo respalde. En los cuatro años anteriores, el Ejecutivo sin mayoría congresal puede apelar al doble voto de confianza como un mecanismo de equilibrio de poderes (en un presidencialismo parlamentarizado) para frenar los abusos del partido (o partidos) que controla el Congreso.

Este mecanismo se creó por primera vez en la Constitución de 1979 que exigía la triple negación del voto de confianza del Congreso para que el Ejecutivo pueda disolverlo. La Constitución de 1993 rebajó la negación de la confianza de tres veces a dos. Vizcarra ha sido el primer presidente de la República que ha usado este mecanismo equilibrador para frenar al Congreso fujiaprista que buscaba desbarrancarlo.

En la historia peruana todos los gobiernos del siglo XX en los que el  Ejecutivo no contaba con mayoría parlamentaria han terminado mal: golpe militar contra Billingurst con beneplácito del civilismo en 1914, contra Bustamante y Rivero en 1948, contra Belaúnde en 1968; autogolpe de Leguía en 1919, de Fujimori en 1992; y renuncia de PPK en el 2018 ante la inminencia de un golpe parlamentario promovido por el fujiaprismo.

¿Podrá la lucha contra la pandemia sustituir (en el último año de gobierno) al mecanismo equilibrador de la doble negación del voto de confianza y unir a los poderes del Estado y a las élites?. No hay que hacerse ilusiones. Ni en los momentos más difíciles las élites peruanas han logrado armar una coalición estable. Algunas de ellas preferían que ganaran los chilenos a que triunfara Cáceres. Es una constante estructural.