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Manuel Dammert fue un hombre de varios registros en los que se movió siempre con mucha solvencia. Tuvo una gran sensibilidad y una inteligencia destacada. Fue político, sociólogo, poeta. Fue la política, sin embargo, la que más le apasionó desde la juventud. Estudió en el colegio La Salle en el que compartió las aulas con Alberto Flores Galindo, Manuel Córdova, Manuel Iguíñiz, entre otros. Fue dirigente de la Juventud de Estudiantes Católicos (JEC).
A mediados de los 60 ingresó a la Facultad de Letras de la UNMSM en la que, luego de los estudios generales, estudió Sociología desde la Licenciatura hasta el Doctorado, alternando con éxito los estudios con la política. En el 2003 ingresó por concurso de méritos como docente de la Facultad de Ciencias Sociales. A comienzos de los 70 coincidimos unos dos años en París. Fueron los años en los que profundizó sus estudios de El Capital, de las corrientes marxistas de esa época, de Gramsci. Frente al entonces predominante estructuralismo marxista, liderado por Althusser, Manuel optó por el historicismo gramsciano, en la misma línea de Mariátegui.
Paris de los 70 era una hermosa ventana desde la que se podía mirar el mundo. En ella residían, con un status de refugiados, los políticos revolucionarios que, ocasionalmente, habían perdido alguna batalla en sus respectivos países. En sus frecuentes diálogos con ellos, Manuel aprendió mucho de las diversas experiencias revolucionarias del mundo.
Manuel cultivó con esmero su afición por la literatura. Era un lector voraz de la novela y de la poesía de América Latina sobre todo. Pero fueron las musas a las que prestó mayor atención y tiempo. No había lugar en donde no lo visitaran con frecuencia. Si lo visitaban mientras tomaba un café y no tenía un cuaderno en donde escribir, no dudaba en pergeñar sus versos en una servilleta de papel.
Manuel Dammert no fue un empírico de la política sino un político cultivado. Fue un intelectual y un político a la vez. Trató de darle a la política práctica un fundamento racional. Detrás de las decisiones políticas que tomaba como dirigente político escribía siempre un documento que las explicaba y justificaba. Como toda la izquierda latinoamericana, la peruana pasó también por dos épocas: la revolucionaria y la democrática. La estrategia revolucionaria era una respuesta a la dominación oligárquico-imperialista, basada en la represión permanente y en la exclusión de las clases medias y populares. Desde los 60, Manuel Dammert vivió con intensidad esta etapa. Ingresó con algunos jóvenes de su generación a una de las fracciones del MIR, editó la revista Crítica Marxista Leninista, engrosó las filas de Vanguardia Revolucionaria (VR), fundó y dirigió el PCR.
En la década del 80 las dictaduras de AL y del mundo se desmoronaron y se abrió una etapa de transición democrática que involucró a diversas fuerzas políticas, incluidas las izquierdas que cambiaron las formas de lucha, pero mantuvieron los objetivos estratégicos de defensa de los intereses populares y de lucha por el socialismo. Manuel participó activamente en esta etapa, unificando la izquierda, primero en la UDP y en UNIR, luego en la Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI) que involucraba a casi todas izquierdas, pero fracasó. Luego participó en la formación de la IU que lideró Alfonso Barrantes quien llegó ser elegido como el primer alcalde socialista de Lima. Dammert formó parte del estado mayor de la IU. Fue elegido diputado en 1980, en 1985, en 1990 y en 2011 como accesitario.
En 1989 cayó el muro de Berlín y se rompió la IU. Desde el 80 el terrorismo de SL y del MRTA produjo un miedo generalizado, desdemocratizó al país y lo convirtió en una sociedad conservadora. La izquierda desapareció como fuerza política y sus diversos cuadros dispersos trataron de seguir luchando por las causas populares colocándose en el lado bueno o en lado menos malo de la historia. Es la época de más intensa reflexión de Manuel. Escribe varios libros en los que analiza los diversos problemas del país, los cambios en el capitalismo y en las relaciones internacionales y repiensa la política de la izquierda en las nuevas condiciones del mundo globalizado.
La muerte inesperada ha interrumpido la reflexión y la acción de uno de los dirigentes más lúcidos de la izquierda peruana. Descansa en paz, querido Manuel.