Sinesio López Jiménez
En estos días de pandemia hemos visto a la CONFIEP, a los medios de derecha y a otros grupos de interés encimando y amenazando al gobierno y al Estado para que decida políticas que los favorezcan y lo han logrado. Ya el gobierno de Vizcarra había mostrado espontáneamente un sesgo pro-empresarial abierto en Reactiva Perú. Todo esto lleva a preguntarse si el Estado neoliberal es autónomo o no, si es deseable y posible construir un estado autónomo y, en primer lugar, qué es un estado autónomo.
Se dice que un Estado es autónomo cuando decide las políticas públicas sin la influencia poderosa de las élites (principalmente económicas) y sin la presión de grupos sociales subalternos. Cuando decide las políticas publicas en favor de las élites, como lo ha hecho y la hace casi siempre, se le llama un Estado capturado.
Para la gente de a pie es deseable un estado autónomo porque, pese a ciertos sesgos burocráticos, es más probable que este defienda y decida políticas públicas en pro del bien común y de los intereses generales de la sociedad (salud, educación, justicia, seguridad, saneamiento, infraestructura, etc) a diferencia de un Estado capturado por las élites. No es fácil construir un Estado autónomo. Ni la teoría ni la historia permiten ser optimistas al respecto. Theda Skócpol, Michel Mann, Alfred Stepan, entre otros, defienden la posibilidad de tener un Estado autónomo cuando reúne un conjunto de características.
Discutiendo con el liberalismo, el pluralismo y el marxismo y asumiendo una perspectiva weberiana, Theda Skócpol sostiene que el Estado puede ser autónomo porque es un conjunto de organizaciones e instituciones que le otorgan poder y que llega a ser efectivamente autónomo si reúne las siguientes características: Tener funcionarios altamente calificados, contar con organizaciones e instituciones estatales eficientes y efectivas, extender el dominio a todo el territorio y a su población, disponer de recursos necesarios y suficientes (capacidad impositiva y propiedades).
Es evidente que el Perú no ha tenido, salvo excepciones, ni tiene un estado autónomo. La historia es poco o nada aleccionadora cuando se analiza la autonomía del Estado. En la próxima columna veremos la triste historia del Estado capturado y enjaulado.