Sinesio López Jiménez
No basta una profunda crisis total en un mundo globalizado para que todo cambie. Tampoco basta que la gente tome conciencia de la necesidad de un cambio para que las cosas cambien. Es necesario un actor que sea capaz de transformarlas. El drama peruano es que ese actor aún no existe, lo que agrava más la situación. Asistimos a una crisis de estructuras y de agencia. Para salir de la crisis de las estructuras es necesario resolver primero la crisis de los actores.
Antonio Gramsci, tratando de corregir cierto determinismo de Marx, escribió que “los hombres toman conciencia de las contradicciones de la estructura en el campo de la cultura y las resuelven en el campo de la política”. En ese proceso pueden emerger los actores. Pero estos no aparecen solos por generación espontánea ni están pre-constituidos. Hay que construirlos.
Nuevamente Gramsci, esta vez acompañado por Mariátegui, pensaba que el proceso de construcción de un actor con capacidad de dirigir los cambios pasa por dos momentos: el momento intelectual de la hegemonía en el que se elabora un proyecto político, económico y cultural y se forma una voluntad colectiva nacional y popular y el momento organizativo en el que se construyen la estructura partidaria y las organizaciones populares. Las crisis profundas aceleran en general estos momentos diferenciados y ayudan a la emergencia rápida del actor transformador.
Para abrir curso a este proceso se necesitan iniciadores. Me parece que esta es la ocasión para que las pequeñas izquierdas dispersas y los grupos progresistas abran sus capillas ideológicas, piensen en grande, se unan y convoquen a los intelectuales y profesionales progresistas de diversas especialidades y a las clases medias y populares a reconstruir el Perú. Me parece que esta convocatoria tendría un gran éxito en esta situación de crisis. ¿Tendrán las izquierdas este gesto de grandeza y de generosidad con el Perú y con la gente que sufre?.
Si las izquierdas y los grupos progresistas no son capaces de realizar este gesto, seguirán cortando el jamón la tecnocracia neoliberal, la Confiep y los medios de derecha. El Perú volverá a la aburrida “normalidad” impuesta desde hace treinta años y los peruanos seguirán siendo amenazados por la muerte lenta de la pandemia y de las crisis.