Sinesio López Jiménez
Las grandes crisis tienen la virtud de mostrar las grandezas y las debilidades de los actores y de sacar a flote las fallas estructurales que permanecen ocultas en épocas normales. Todo esto permite que la gente tome consciencia de las enormes injusticias que tiene su país y que, en ciertas circunstancias, entre a la acción.
El gran actor de esta crisis es, sin duda, el gobierno del presidente Viscarra que opera en dos niveles: el control de la pandemia y la marcha de la economía. En el primer nivel ha actuado bien y hasta muy bien, pese a pequeños errores y retardos. La política pública que está llevando a cabo para enfrentar la pandemia está mostrando su eficacia y también sus límites que no vienen del comando político-técnico que la dirige, define y redefine día a día ni de los médicos y personal de salud, los policías y los militares que heroicamente la aplican, sino de las fallas estructurales. La gente valora esta política, la apoya y la premia con un alto nivel de aprobación en las encuestas.
El problema está en la acción desplegada en el campo de la economía a través de una política que es discutible y cuestionable y que puede quitar al gobierno el apoyo ganado en el control de la pandemia. En este nivel hay que distinguir dos planos: las medidas económicas de apoyo a los sectores pobres, muy pobres y de trabajadores independientes y las medidas referidas a Reactiva Perú. En el primer plano de apoyo a la población vulnerable el gobierno ha actuado con medidas (los bonos) que son regulares porque son tímidas y no llegan a toda la gente que está en esa condición y porque la forma de distribución de los bonos en los bancos genera grandes aglomeraciones que la política de control trata de evitar.
La política más discutible es la que se refiere a Reactiva Perú. El programa crediticio de 30 mil millones para las empresas está bien, pero es necesario vigilar para que llegue también a las medianas y pequeñas empresas y que los bancos que lo van a manejar a bajo costo no sean voraces cobrando altos intereses. La política laboral es repudiable. Los trabajadores están pagando sobrevivir ahora (con sus CTS y sus ahorros en AFP) para morir mañana. ¿Y las grandes empresas y los bancos?. ¿Cuál es su contribución a la solución de la crisis?. No se oye padre.
Dejo para el próximo breve artículo el análisis escueto de las fallas estructurales.