DIEZ LECCIONES DE UNA CRISIS POLITICA

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Sinesio López Jiménez

La disolución constitucional del Congreso como forma de superar la crisis de un gobierno dividido (GD) en el presidencialismo parlamentarizado (PP) es la primera vez que se produce en el Perú. El carácter inédito de esta salida constitucional y democrática explica quizás la confusión de muchos analistas y políticos. Esta crisis nos deja algunas lecciones que, por ahora, solo enumero para desarrollarlas en otros artículos.

1.Las crisis políticas tienen su propia sustancia, su propia forma y su propia lógica. No se derivan de las crisis económicas ni de las crisis sociales, aunque muchas veces tengan relaciones con ellas.

  1. Es necesario ubicar el epicentro de la crisis política: ¿Es el gobierno?, ¿es el régimen político?, ¿es el estado?. La crisis actual se ubica en la forma gobierno y se extiende al sistema de partidos y al sistema electoral, esto es, a todo el sistema político y llega al régimen político.
  2. La ética (la lucha contra la corrupción) potencia y masifica la crisis política. La ética y la política son diferentes, no deben fusionarse (fundamentalismo) pero tienen que establecer una estrecha relación.
  3. La carencia de partidos, líderes y operadores hace muy difícil el manejo de las crisis políticas.
  4. La esfera pública (los medios, la opinión pública, las encuestas) juega un papel importante en el desarrollo de las crisis políticas. Visibiliza, potencia o destruye.
  5. La calle y sus expresiones (las democratizaciones y la exigencia del reconocimiento de su soberanía) juegan un papel central en las crisis, en particular cuando los partidos no existen o son débiles.
  6. La crisis política es un asunto muy serio para dejarla en manos de los constitucionalistas, sobre todo si son kelsenianos, apolíticos o antipolíticos.
  7. La pérdida de legitimidad por desempeño es un criterio muy ligero y subjetivo para vacar a un presidente que tiene legitima de origen (legalidad). Pero la legalidad también se pierde por fraude o incapacidad moral.
  8. El institucionalismo puro, vacío de contenido, de poco sirve para la política y el análisis político. Llamar despectivamente populismo a las demandas de abajo (las democratizaciones, el reconocimiento de su soberanía) es una insensatez.
  9. La disolución constitucional y democrática del congreso no es una transición porque no hay un cambio de régimen político. La democracia sigue. Hay que inventarle un nombre a este hecho inédito.

 

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