UN RESPIRO
Sinesio López Jiménez
La crisis política continúa. Vizcarra es un respiro momentáneo. Mientras el fujimorismo siga cortando el jamón en el Congreso y el Ejecutivo sea una malagua, el Perú seguirá navegando en un mar proceloso. Mientras tengamos un gobierno dividido que opera en un presidencialismo parlamentarizado, la desigual lucha política será más intensa. El sistema político está podrido y el Estado es un desastre. Urge diseñar un nuevo sistema electoral, construir un nuevo sistema de partidos, redefinir la forma de gobierno y refundar el Estado para ponerlo al servicio de los ciudadanos. El desafío es enorme.
PPK ha caído acusado de corrupción cometida, no durante su gobierno, sino en los años en los que fue Ministro de Economía (2001-2006). ¿Pueden ser los supuestos actos de corrupción del pasado la causa de vacancia de un presidente elegido años después? Si la corrupción pasada fuera causal de vacancia, otros corruptos (y mucho más corruptos) debieron haber sido vacados cuando fueron presidentes. Y no ha sido así. Ciertamente la corrupción, pasada y presente, echa más leña al fuego, pero no es la causa de la hoguera.
Y, ¿cuál es la causa de la hoguera?. Pueden operar factores económicos, sociales o de otro tipo, pero aquí me concentro en los factores políticos que son necesarios, y a veces suficientes, para explicar la caída de los presidentes. Mi hipótesis es que los presidentes colapsan debido a la lucha desigual por el poder entre el Ejecutivo en manos de un partido y el Congreso bajo el control de otro partido. Es lo que se llama el gobierno dividido.
Pero no es el gobierno dividido en sí la causa (USA tuvo gobiernos divididos entre 1955 y 1992) sino la forma como se relacionan el Ejecutivo y el Legislativo establecida por la Constitución. ¿Y cuál es esa forma?. No es el presidencialismo puro (USA), ni el parlamentarismo (Inglaterra, Alemania, etc), ni el semi-presidencialismo (Francia, Portugal, etc) sino el presidencialismo parlamentarizado, un híbrido en el que, cuando hay un gobierno dividido, el presidente (que no tiene un veto fuerte) es avasallado por el Congreso que otorga el voto de confianza al gabinete, acosa y censura a los ministros y tiene una serie de controles que asfixian al Ejecutivo. Para equilibrar en algo el poder, el Presidente tiene el recurso del voto de confianza y la disolución del Congreso que los congresistas acaban de anular.
Los gobiernos divididos terminan entonces en golpes parlamentarios (Riva Agüero en 1823, Billingurst en 1914), golpes militares (Bustamante en 1948, Belaúnde en 1968), autogolpes (Leguía, Fujimori), renuncias (PPK y otros). Desde la llamada etapa peruana de la independencia, la forma de gobierno ha sido causa de agudos conflictos políticos. En setiembre de 1822 el Congreso Constituyente da por concluida la etapa del Protectorado de San Martín y nombra a una breve Junta Gubernativa y luego a Riva Agüero al que termina desaforando. El caos es tal que Sánchez Carrión, el republicano más ilustre, invita a Bolívar (setiembre de 1823), al que designa Dictador, para que ponga orden y culmine el proceso de la independencia.