Sinesio López Jiménez
Los actores claves de la posible vacancia de PPK son el keikismo en el Congreso y los movimientos de protesta en la calle. Cuando uno se aquieta, el otro entra en acción. Ahora vivimos un momento de suspenso porque los movimientos sociales están haciendo la siesta y el keikismo está trabado por el temor a una diáspora de sus congresistas si FP insiste en la vacancia de PPK.
Si Barata dice la verdad a fines de este mes sobre todos los políticos corruptos, es posible que se activen los dos actores, sobre todo el movimiento de la calle. En este caso las demandas callejeras (reforzadas con exigencias sociales) irán probablemente más allá de la vacancia de PPK para abarcar a todos los políticos corruptos. La crisis será no sólo del gobierno sino también del régimen político y del Estado en su relación con la economía y la sociedad.
Mientras tanto estamos viendo una enorme confusión política y conceptual. Algunos políticos y comentaristas creen que la vacancia (o la renuncia) se justifica porque más de la mitad del país la apoya, porque la desaprobación de PPK ha bajado mucho (19% que es más que 7% de Toledo o de García en el primer gobierno), porque la economía está trabada y la gobernabilidad está en cuestión. Todos estos factores tienen que ver con la legitimidad por desempeño (gobernar bien o mal) que es diferente a la legitimidad de origen.
La legitimidad de origen nace de la voluntad de los titulares del poder que son los que autorizan el ejercicio legítimo del gobierno. En el mundo moderno, el titular del poder no es Dios (como en el medioevo), ni el monarca (en el absolutismo), ni la tradición dinástica (que defiende Burke) sino el ciudadano que “tiene derecho a elegir sus propias autoridades” (Price). La revolución de Cromwell (1648) y la francesa (1789) fueron revoluciones políticas que querían la libertad individual y la participación política de los ciudadanos y no la igualdad económica, salvo los cavadores en el caso inglés y los jacobinos en el caso francés que querían ambas cosas.
La legitimidad por desempeño no puede poner en cuestión la legitimidad de origen. Si la pusiera en cuestión, no habría autoridad ni gobierno, sino caos y anarquía. Sin embargo, la legitimidad de origen puede ser cuestionada por factores que afecten la titularidad del poder o la voluntad de los titulares del poder. De eso trata precisamente la vacancia. ¿Cuáles son esos factores? No son aquellos que provienen del ejercicio legítimo sino del ejercicio ilegítimo (contra la ley) del gobierno. Según Burke esos factores en 1688 eran “una multitud de actos abiertamente ilegales, de subvertir la iglesia protestante y el Estado, y sus derechos y libertades fundamentales e indiscutibles; quebrantar el contrato original entre rey y pueblo. Esto era más importante que conducirse mal”.
En el mundo moderno, son las constituciones las que señalan los factores por los cuales los gobiernos pierden la legitimidad de origen y pueden ser vacados. En nuestro país, la figura de la vacancia aparece por primera vez en la constitución de 1834 y los factores que la generan han ido cambiando a lo largo de nuestra historia constitucional.