Sinesio López Jiménez
Así se llamó el gabinete que, en mayo de 1968, buscaba resolver los conflictos y la parálisis del gobierno dividido (que existió entre 1963 y 1968) en el que el Ejecutivo estaba en manos de la Alianza AP-DC y el Congreso estaba controlado por la Coalición Apra-UNO.
Pasada la euforia de los 100 primeros días en los que Belaúnde llamó a una gran movilización social (Cooperación Popular) e impulsó diversas reformas, la Coalición Apra-Uno tomó la iniciativa política y se erigió en una enorme fuerza obstruccionista que, desde el Congreso, se oponía todo cambio antioligárquico, censuraba ministros y echaba abajo gabinetes enteros por quítame estas pajas.
Belaúnde renunció a impulsar las grandes reformas desde el Ejecutivo y se limitó a sobrevivir en medio de una lucha política que era, en realidad, una pugna sorda por controlar el gasto público. (En esa época los parlamentarios tenían capacidad de gasto, como quieren tenerlo ahora los fujimoristas). Esa pugna generó en los últimos años de gobierno un significativo déficit fiscal y sobrevino la inflación. Crecieron el descontento y la protesta social y la alianza AP-DC y la Coalición APRA-UNO entraron, cada una por su lado, en crisis interna, se fraccionaron y dieron origen a nuevas coaliciones.
Se rompió la Alianza AP-DC, AP se dividió entre el carlismo (Ulloa y Belaúnde) y los termocéfalos (Edgardo Seoane), la DC también se fracturó dando origen a la DC de Cornejo y al PPC de Luis Bedoya Reyes. La Coalición APRA-UNO experimentó una crisis, particularmente la Unión Nacional Odriísta (UNO) que se dividió entre el sector oligárquico presidido por Julio de la Piedra y otro conformado por el gamonalismo y un sector de la clase media conservadora.
A partir de estas fracturas surgió el gabinete conversado presidido por Oswaldo Hercelles repaldado por el carlismo, el PPC, el Apra y el sector oligárquico presidido por Julio de la Piedra. Quedaron fuera los termocéfalos, los cornejistas y un sector del Odriísmo. Algunos medios llamaron al reencauchado gobierno de Belaúnde y al gabinete conversado el gobierno de la Superconvivencia que clausuró toda posibilidad de cambios antioligárquicos y abrió las puertas a un temprano neoliberalismo que el golpe institucional de las FF.AA frustró para retomar las profundas reformas antioligárquicas que se venían reclamando desde 1930.
Mutatis mutandis, hay algunas similitudes entre el gabinete conversado Hercelles de 1968 y el presidido por Mercedes Araoz ahora. Ambos son formas de resolver los problemas y conflictos de un gobierno dividido y ambos se apoyan en una recomposición de las fuerzas políticas. La diferencia central es que el actual surgió luego que el fujimorismo le negara el voto de confianza al gabinete Zavala y apareció en el horizonte la amenaza de la disolución del Congreso, recurso constitucional que no tenía el gobierno de FBT en 1968. Lo que más llama la atención es que el gabinete Araoz trata de borrar el trazado de la cancha que hizo el gabinete Zavala. Los escenarios que se vienen son de pronóstico reservado.