Sinesio López Jiménez
El autogolpe de Fujimori el 5 de abril de 1992 abre una fisura en el largo ciclo democrático que se instaura en América Latina (AL) en 1978. El autogolpe de Maduro 25 años después profundiza esa fisura, pero el ciclo democrático se mantiene en pie sostenido por la mayoría de los países latinoamericanos. En el medio de estos autogolpes AL ha vivido tres golpes ciudadanos (Argentina, Bolivia, Ecuador) y tres golpes parlamentarios exitosos contra sus respectivos presidentes (Honduras, Paraguay y Brasil) y uno fracasado contra Chávez en 2002. Salvo los casos de Venezuela y Cuba, los países que experimentaron desvíos no democráticos han vuelto al redil democrático. Pese a los defectos que ellas tienen, las democracias son mejores formas de gobiernos que los autoritarismos y las dictaduras.
Como han señalado Scott Mainwaring y Pérez Liñán (Democracies and Dictatorhips in Latin America, Emergence, Survival, and Fall, 2013), hasta la ola democratizadora que comenzó en 1978, casi todos los regímenes de AL eran autoritarios. La situación cambió radicalmente entre 1978 y 1995. En esta etapa se produjo una virtual desaparición de los regímenes abiertamente autoritarios. Desde 1978, los regímenes democráticos han sido mucho más duraderos que nunca. En comparación con lo que ocurrió en las primeras olas de democratización en América Latina, esta ola que se inicia en 1978 ha durado y está durando mucho más tiempo y ha tenido un alcance más amplio. Esta transformación es uno de los cambios más profundos en la historia política de AL.
El aumento en el número de democracias y semi-democracias en América Latina entre 1978 y 1995 fue espectacular. Al principio de este período, América Latina tenía sólo tres democracias, y los otros diecisiete países tenían regímenes abiertamente autoritarios, casi todos de derecha. En 1990, los únicos gobiernos abiertamente autoritarios fueron los de Cuba y Haití. En 1995, Cuba seguía siendo una dictadura, Haití volvió de nuevo al autoritarismo entre 1999 y 2006 y Perú volvió al autoritarismo entre 1992 y el 2000). El abandono del autoritarismo fue dramático en velocidad y amplitud. La tendencia es sorprendente aún más si tenemos en cuenta la proporción de la población total de América Latina bajo regímenes competitivos (democracias y semi-democracias). En 1900, sólo el 5 por ciento de la población regional disfrutó de la política democrática o semi-democrática. En 1950, fue del 58 por ciento. El porcentaje cayó al 12 por ciento de la población regional en 1977, pero llegó al 98 por ciento en el 2006.
Una de las preguntas que surgen a propósito de los golpes y autogolpes dentro del largo ciclo democrático de AL es por qué la mayoría de las democracias duran y se consolidan y por qué otras no llegan a consolidarse. ¿Qué factores explican la consolidación de algunas democracias y la no consolidación de otras?. ¿Son sólo factores institucionales (los sistemas electorales, los sistemas de partidos y las formas de gobierno) los que explican la consolidación y la no consolidación de las democracias?. ¿Qué papel juega el modelo de desarrollo? ¿Cuál es rol de los factores y poderes internacionales en la consolidación democrática de AL?.