CORRUPCION Y DEMOCRACIA

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                                               Sinesio López Jiménez

Los estados desarrollados son, por lo general, menos corruptos que los estados post-coloniales porque sus funciones y capacidades están claramente diferenciadas del sistema económico y sus relaciones de interdependencia están bien institucionalizadas. En los estados post-coloniales, en cambio, las diferencias entre los sistemas económicos y políticos son borrosas y sus interdependencias no están sometidas a reglas y normas respetadas por todos.

Los gobiernos y los regímenes democráticos son menos corruptos que los gobiernos y regímenes no democráticos porque cuentan con controles horizontales, verticales y sociales que buscan impedir la corrupción y, cuando ella se produce, tratan de evitar la impunidad. Los gobiernos y regímenes no democráticos (dictaduras, autoritarismos, totalitarismos, etc), en cambio, no respetan la ley ni las instituciones. Son el reino de la arbitrariedad, del robo y de la impunidad.  Transgreden la ley y roban impunemente.

Las democracias no son inmunes a la corrupción, especialmente aquellas que no se han consolidado como tales o tienen, como ha señalado Phillipe Schmitter, una consolidación mínima o básica de alternancia en el poder, pero que no han alcanzado una consolidación amplia e institucionalizada. Ellas “exhiben una accountability horizontal débil o intermitente” (O´Donnell).  Este parece ser el caso nuestro y de gran parte de las democracias de AL.

Guillermo O´Donnell sostiene que “la debilidad de la accountability horizontal implica que los componentes liberales y republicanos de ellas son endebles. Las poliarquías (o democracias realmente existentes:slj) son la síntesis de tres corrientes históricas o tradiciones: democracia, liberalismo y republicanismo. Esta convergencia es parcialmente contradictoria porque algunos principios básicos de cada una de estas corrientes son inconsistentes con los principios básicos de las otras, lo que complejiza a las poliarquías pero las hace dinámicas y abiertas”.

El componente liberal asume al individuo como realidad primordial y enfatiza los derechos y libertades civiles mientras el componente republicano asume la comunidad de ciudadanos como la realidad primordial, defiende el bien común, enfatiza los derechos políticos, trata de hacer compatible el interés individual con el bien común y, si no lo logra, sacrifica al primero en nombre del segundo. Ambos distinguen entre la esfera pública y la privada, pero el liberalismo valora más la segunda y el republicanismo la primera. La discrepancia entre liberalismo y republicanismo lleva a conclusiones divergentes acerca de los derechos y obligaciones de los ciudadanos, el sentido de la participación política, el carácter de la sociedad civil.

En la democracia y en el republicanismo las autoridades no aceptan restricciones en sus decisiones y nada impide que los mejores gobiernen en favor del bien público, mientras que el liberalismo sostiene que hay derechos que no pueden ser violados por agentes públicos o privados (transgresión). El neoliberalismo actual ha fortalecido el componente liberal y ha debilitado el componente republicano, ha fortalecido el rechazo a la transgresión, pero es tolerante frente a la corrupción.

 

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