Archivo por meses: octubre 2016

EL ESTADO COSTEÑO

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                                   Sinesio López Jiménez

En los diversos estudios comparados sobre el Estado en AL, el peruano es uno de los más débiles si se consideran la dimensión coercitiva, la de provisión de bienes públicos y la de extracción de los recursos de la población. Los más fuertes son Chile, Uruguay, México y Argentina. Del mismo modo, el estado peruano es uno de los que distribuyen más desigualmente sus funciones y capacidades en el territorio, a diferencia de los estados chileno y uruguayo cuyas funciones y capacidades se distribuyen mucho más igualitariamente en todas sus regiones.

Para comparar a los Estados las diferentes investigaciones discuten las dimensiones del Estado que se consideran tanto en sus funciones como en sus capacidades. Las dimensiones que ellas asumen, con pequeñas variantes, son las ya señaladas. Una vez establecidas las dimensiones buscan los indicadores más vigorosos que las cuantifiquen adecuadamente. Debido a que las comparaciones son históricas y de larga duración, la ausencia de datos e indicadores limita con frecuencia la consideración de las dimensiones estatales.

En un primer avance que irá mejorando, el equipo de investigadores sobre Estado y Democracia en el nivel subnacional ha logrado establecer el nivel de penetración del Estado peruano en todas las provincias de las diversas regiones del Perú. Las dimensiones estatales y sus respectivos indicadores que se han tomado en cuenta son las siguientes: efectividad legal (jueces, comisarías y policías), eficacia burocrática (capacidad del gasto público, número de profesionales y funcionarios de los gobiernos locales), seguridad ciudadana (homicidios dolosos), provisión de bienes públicos (indicadores de salud y educación), capacidad extractiva (impuestos de los gobiernos locales) y nivel de penetración del estado en la población (población con DNI, ciudadanía efectiva) y en el territorio (% de viviendas con agua y desagüe, % de viviendas con electricidad, Kms de carreteras). Cuando tengamos los datos necesarios mediremos la función coercitiva.

A partir de las cuantificaciones parciales de las diversas dimensiones estatales se construyó un índice general que mide la distribución de las funciones del Estado en todas las provincias del Perú. El mapa del Estado peruano es claro: El estado es básicamente costeño. En la mayoría de las provincias de la sierra y de la selva, el Estado es débil o no está presente. Existe una brecha estatal entre la costa, por un lado, y la sierra y la selva por otro. El mapa del estado muestra la distribución de las funciones estatales en el territorio. El análisis de las capacidades estatales o las habilidades con que cuenta el Estado para desempeñar las funciones que tiene requiere la realización de estudios de casos regionales.

Es cierto que el mapa real del Estado tiene su historia y sus actores que será el tema de reflexión de otro artículo. Por ahora quiero señalar los límites que tiene el Estado peruano para gestionar las políticas públicas en las regiones y provincias donde es débil o casi no existe. Si no hay Estado o este es débil, no hay políticas públicas o éstas son deficientes.

EL DESEO DE UN ESTADO FUERTE

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                                   Sinesio López Jiménez

En su primera visita como presidente a las regiones, PPK ha reclamado la necesidad de un Estado fuerte para realizar lo que él ha llamado la “revolución social” que no es otra cosa que la demanda de extensión universal de los derechos sociales a todos los ciudadanos: educación pública de calidad, salud pública de calidad, agua y desagüe para todos, etc. ¿Qué dirán de esto nuestros neoliberales criollos y primitivos que se quedaron en el obsoleto consenso de Washington?.

La necesidad de un Estado fuerte implica una revolución política y estatal porque de lo que se trata es de generar las capacidades necesarias (organizativas, institucionales, burocráticas, meritocráticas) del Estado para que este pueda desempeñar bien las diversas funciones (monopolio de la fuerza, dación y vigencia de la ley, administración pública, seguridad ciudadana, provisión de bienes públicos [educación, salud, seguridad, justicia, etc], penetración estatal en la población y en el territorio que ocupa, extracción de recursos de su población y gestión de las políticas públicas) que tiene. La estatalidad tiene, pues, dos dimensiones (las funciones y las capacidades) que es necesario diferenciar con claridad.

Casi todos los estados tienen las mismas funciones, pero no todos tienen las mismas capacidades. Algunos Estados (USA) tienen pocas funciones pero cuentan con muchas capacidades, otros (los estados europeos) tienen muchas funciones y muchas capacidades y la mayoría de los estados post-coloniales (Perú entre ellos) tienen muchas funciones pero pocas capacidades (Fukuyama, 2004). El desarrollo de las funciones es producto de la formación de los Estados, pero las capacidades son el resultado de un proyecto político de construcción de un Estado fuerte que impulse y acompañe el desarrollo económico y el bienestar de la gente (Centeno, Soifer, 2015). Michael Mann (1986) llama a las funciones, poder despótico y a las capacidades, poder infraestructural. En 1930 Gramsci llamó a las primeras Estado económico-corporativo y a las segundas, Estado Hegemónico.

En su excelente libro State building in Latin America (2015), Soifer sugiere, para entender los estados latinoamericanos, desplegar una política comparada en tres niveles: el primero, intercontinental entre Europa y AL; el segundo, entre los Estados dentro de AL; y el tercero, entre las diversas regiones del territorio que ocupa un Estado. En este último se trata de analizar el diverso grado de penetración del Estado en la población y en el territorio. Se trata de examinar la construcción del Estado hacia adentro. La tesis de Soifer en este nivel es muy sugerente: Cuando la construcción del Estado se apoya en los deployed (funcionarios destacados) tiene éxito, pero fracasa cuando se apoya en los delegated (funcionarios locales).

En una investigación en curso algunos profesores de la Escuela de Gobierno y Políticas públicas de la PUCP (López, Magallanes, Incio y Cruz) hemos avanzado una primera construcción de los mapas de la desigual distribución de las funciones y las capacidades del Estado en el territorio peruano dentro de una investigación mayor: Estado y democracia en el nivel subnacional.  En la próxima columna haré algunos comentarios.

 

LA GOBERNABILIDAD EN SUSPENSO

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Sinesio López Jiménez

Las encuestas muestran que la política de confrontación lo debilita, pero el fujimorismo insiste en mantenerla. Es probable que su actitud frente a PPK en la toma de mando del 28 de julio le cueste unos puntos más de desaprobación ciudadana. Lo veremos en las próximas encuestas. Si la confrontación continúa no le va a otorgar el voto de confianza al gabinete Zavala, votando en contra o absteniéndose. El encuentro entre el titular de la PCM y la presidenta del Congreso es una pequeña tregua que no acaba con la política de confrontación.

Es probable que el fujimorismo se abstenga como hizo frente a los gabinetes del gobierno de Humala con el que mantuvo una permanente política de confrontación. Ellos no obstante, esos gabinetes obtuvieron el voto de confianza gracias al apoyo de Perú Posible y de otras bancadas menores. Un caso excepcional fue el del gabinete Jara al que una coalición del fujimorismo con otras pequeñas bancadas no fujimoristas no le dio el voto de confianza absteniéndose y lo mantuvo en suspenso durante varios días. El humalismo había perdido la mayoría en el Congreso debido al fraccionamiento de Gana Perú y de Perú Posible. Finalmente el Gabinete Jara obtuvo el voto de confianza rozando gracias al voto dirimente de la Presidenta del Congreso de entonces.

El problema ahora es que, debido a la aplastante mayoría fujimorista, ni con los votos de todas las bancadas no fujimoristas el gabinete Zavala alcanza el voto de confianza. Con la abstención, el fujimorismo muestra su poder en el Congreso manteniendo en suspenso la aprobación del gabinete Zavala. Pero no puede mantenerlo colgando indefinidamente y va a terminar cediendo. La política de confrontación lo está llevando a un callejón sin salida y sus costos políticos son demasiado altos.

Uno de los costos es el aumento de la desaprobación de KF y del desprestigio del Congreso. El otro es el riesgo de la fragmentación del fujimorismo por desacuerdo dentro de sus propias filas con la política confrontacional o por compra de un sector del mismo como hicieron el Apra y García (2006-2011) con el nacionalismo al que dividieron dando lugar a una bancada de UPP que, con una veintena de congresistas, terminó apoyando a su gobierno. Es una ironía de la política que el fujimorismo, promotor del transfuguismo desde los tiempos de Vladimiro Montesinos, y que los campeones del transfuguismo (a los que acoge) acusen a PPK de promoverlo.

El problema del voto de confianza y sus secuelas se agravan en un gobierno dividido (en el que el Presidente de la República es de un partido y el control del Congreso lo tiene otro partido) dentro de un presidencialismo parlamentarizado. Si no se puede cambiar la forma de gobierno, hay que aligerar, por lo menos, los controles parlamentarios eliminando el voto de confianza a los gabinetes y transformando el débil veto presidencial en un veto suspensivo. Si las fuerzas políticas no se enrumban en esa dirección, el país va a vivir una frecuente inestabilidad política. La gobernabilidad estará permanentemente en suspenso.

 

 

FRUSTRACION Y DESPRECIO

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                                               Sinesio López Jiménez

Humala llegó al gobierno encarnando la esperanza de los de abajo y el miedo de los de arriba y sale de él representando la frustración de los primeros y el desprecio de los segundos.

El itinerario gubernamental está regado de traiciones a los que votaron por él, de halagos y amenazas de la derecha derrotada, de entrega desvergonzada a los poderes fácticos para obtener su confianza, de voracidades insatisfechas de los ricos, de ofensivas feroces de las derechas políticas (especialmente de García) y de los medios concentrados contra el gobierno humalista, de medianías en el diseño y aplicación de las políticas públicas y de ineptitud clamorosa de la pareja presidencial en el manejo del conflicto político con sus enemigos en medio de un difícil contexto nacional e internacional que afectó sobre todo a la segunda parte de su gobierno.

Humala ganó la primera vuelta apoyado por las izquierdas y la segunda respaldado y avalado por Toledo y Vargas Llosa contra el fujimorismo y las derechas de toda laya que tuvieron, sin embargo, la capacidad de transformar su derrota en victoria a punta de periodicazos y de halagos a la vanidad de la pareja presidencial. Esta sucumbió rápidamente a los encantos de los poderes fácticos que, antes que Humala asumiera el mando, ya tenían en sus manos las riendas del BCR y del MEF.

Se instaló entonces un gobierno de centro derecha acompañado por una izquierda incómoda que compartía un cachito del poder y que buscaba influir al menos en las políticas sociales. La presión de la derecha continuó hasta que Humala se deshizo del gabinete Lerner y de la izquierda que lo incomodaba e instauró un gobierno abiertamente derechista. Desde noviembre del 2011 la burocracia del MEF y del BCR y los poderes fácticos tuvieron las manos libres para gobernar a sus anchas e imponer la continuidad del modelo neoliberal.  Las derechas políticas y mediáticas cultivaban in pectore, sin embargo, una cierta desconfianza en Humala y veían con sospecha y condenaban el mínimo intento de independencia política.

Desde fines del 2013 la ofensiva de la derecha política, en particular de García, y de los medios concentrados se acentuó coincidiendo con la disminución de la inversión privada y con el comienzo del fin de largo ciclo exportador. La alta burocracia del MEF y del BCR manejó mal la política monetaria y fiscal para hacer frente a la desaceleración económica y la pareja presidencial manejó pésimo la ofensiva política y mediática de la derecha.

Un lugar especial ocupa el conflicto entre Humala y García. Este respondió a las acusaciones de los narcoindultos de la megacomisión investigadora con la denuncia de una supuesta reelección de la pareja presidencial que esta no tuvo los reflejos políticos para retrucar. En la guerra a muerta desatada entre ellos terminaron muriendo políticamente los dos. Murieron matándose.

Nadine mostró su ineptitud política total en el manejo de las agendas, de su “partido” y de la mayoría parlamentaria. En ellas ha perdido, no por culpa de sus enemigos, sino por su clamorosa impericia. Se ha suicidado.

EL FUJIMORISMO PIERDE EL PRIMER ROUND

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                                               Sinesio López Jiménez

El fujimorismo acaba de perder el primer round en la lucha contra el naciente gobierno de PPK por 38% contra 56%. Los naranjas se hubieran evitado esta derrota prematura, si en lugar de la confrontación, hubieran optado por una política de expectativa si no de concertación. La sangre en el ojo impide ver la política con claridad y es una mala consejera.

Como ya lo he señalado en este mismo espacio, el gobierno dividido (en el que el Presidente de la República es de un partido y el Congreso es controlado por otro partido) no constituye un problema en el presidencialismo puro porque en este la autonomía de los poderes es clara y precisa. Los Estados Unidos pre-Bush tuvieron 50 años de gobierno dividido y pudo llevar la fiesta en paz.

El gobierno dividido se vuelve un problema en el presidencialismo parlamentarizado como el nuestro debido a que en este caso el Congreso ejerce una serie de controles sobre el Presidente de la República, algunos francamente irrelevantes y ridículos como la autorización de salida del Presidente al extranjero. Esos controles impiden la gobernabilidad cuando ambos poderes desarrollan una política de confrontación.

En una situación de gobierno dividido en un presidencialismo parlamentarizado, como ya lo he señalado, caben tres posibilidades: el cogobierno, la confrontación o la concertación. En lugar de optar por una política de expectativa frente al inminente gobierno de PPK, el fujimorismo apostó por una política de confrontación (renuencia a reconocer su derrota, exigencia de pedido de perdón por supuestos agravios, descalificación del primer gabinete in nuce,desgano en el diálogo con el nuevo titular de la PCM) y ha sido prematuramente derrotado.

Los ciudadanos castigan una política de confrontación que ellos juzgan arbitraria cuando se despliega sin el conocimiento previo de las políticas públicas propuestas por el gobierno entrante. Es posible una política de cogobierno entre el fujimorismo y PPK como lo desean los poderes fácticos?. Es posible porque comparten, pese a diferencias de matices, el mismo modelo de desarrollo, pero es difícil porque el fujimorismo tiene sus propios intereses políticos. Al fujimorismo le interesa ganar las elecciones regionales y locales del 2018 y las nacionales del 2021. Para eso es necesario mantener una cierta autonomía del gobierno de PPK.

A las principales fuerzas políticas (Fuerza Popular, Frente Amplio), al gobierno de PPK y al país les conviene una política de concertación plural y abierta que proponga el primer gabinete de PPK en torno a ciertos puntos centrales: Reactivación de la economía, seguridad ciudadana, política anticorrupción, reforma política y reforma del Estado.

Esta política es posible dada la composición del nuevo gabinete integrada por profesionales capaces e íntegros, pese a las observaciones que se puedan a hacer a algunos de ellos.

 

SAN MARCOS ES UNA PASION

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                                               Sinesio López Jiménez

Desde su fundación en la Colonia, San Marcos ha acompañado la agitada historia del Perú, unas veces como protagonista y otras, las más recientes, como víctima de las crisis que han agobiado al país. En la Reforma Universitaria de los años 20 desempeñó un papel central en la apertura a la ciencia y en la democratización  de la enseñanza y la cultura. En la década del 60, San Marcos dejó de ser elitista y  mesocrática para convertirse en universidad popular y de masas. En esa década se produjo en su seno  un encuentro social de las élites, que aún se educaban allí, con los estudiantes de clase media y con los primeros contingentes de extracción popular que llegaban a ella.

Cuando San Marcos se masificó, el Estado dejó de darle los recursos necesarios para atender esa demanda masiva y, con ello, se produjo la mediocrización académica y la pérdida de gobernabilidad democrática. Las élites abandonaron San Marcos, los viejos profesores de prestigio se jubilaron o se fueron a otras universidades, algunos jóvenes partieron a enseñar en universidades extranjeras y pocos muy valiosos resistieron heroicamente hasta que se cansaron. En los 70 y 80 la radicalización, la irracionalidad y el sectarismo político se adueñaron de San Marcos. El movimiento estudiantil desapareció. San Marcos quedó en manos de una minoría intensa (el senderismo) que imponía el terror y de  operadores corruptos que ofrecían su respaldo al mejor postor.

Pese a sus errores (como la SUNEDU) que es necesario corregir, la nueva ley universitaria abre la posibilidad de cambios profundos tanto académicos como de gobernabilidad democrática de la universidad nacional. San Marcos cuenta ya con algunas facultades (Medicina y Veterinaria) que son centros de investigación de alta calidad y puede extender esas notables experiencias a todas las facultades convirtiéndose no sólo en la mejor universidad pública sino en la mejor universidad del país. Lo público no es sinónimo de mediocridad. En Brasil las mejores universidades son públicas. Ellas son, a su vez, las mejores universidades de AL.

Todos estos cambios requieren un gran conductor que sea a la vez un destacado profesor y un acusioso investigador y un líder con capacidad y experiencia de gestión pública. Esas virtudes posee, sin duda, el doctor Nicolás Lynch, candidato al rectorado de San Marcos. Nicolás Lynch es doctor en Sociología por la New School for Social Research de Nueva York, magister en Ciencias Sociales por la FLACSO-México y licenciado en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Es profesor principal de la Facultad de CCSS de la UNMSM y ha sido profesor e investigador invitado por diversas universidades extranjeras. Ha publicado 17 libros y numerosos artículos de su especialidad. También ha sido Decano del Colegio de Sociólogos del Perú, Coordinador del Doctorado y Director de la Unidad de Posgrado de Ciencias Sociales de la UNMSM. Como intelectual público, ha sido Ministro de Educación y embajador del Perú en la República Argentina. Invito a mis colegas y a los estudiantes a votar él. No nos defraudará.

¿COHABITACION O GOBIERNO DIVIDIDO?

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                                               Sinesio López Jiménez

En el Perú los políticos, los periodistas e incluso algunos constitucionalistas le piden al Presidente del Consejo de Ministros que se comporte como jefe de Gobierno. La exigencia es, desde luego, un error que surge de la calificación de nuestra forma de gobierno como semi-presidencialista. Incluso Sartori, uno de los grandes teóricos de la política y de la democracia, califica al caso peruano de “semi-presidencialismo degenerado” porque es un presidencialismo que tiene muchos controles parlamentarios, el más importante de los cuales es el voto de aprobación del gabinete nombrado por el Presidente de la República.

Que tenga algunos controles parlamentarios no convierten al presidencialismo en semi-presidencialismo. Lanzaro y otros politólogos latinoamericanos prefieren llamarlo presidencialismo parlamentarizado porque sigue conservando los rasgos centrales de todo presidencialismo, a saber, el Presidente de la República es jefe de Estado y jefe de gobierno, el Presidente nombra al titular de la PCM y se mantiene la división de poderes.

Estas características nada tienen que ver con el semi-presidencialismo cuyos rasgos centrales son los siguientes: Dualidad de poderes en el Ejecutivo que se divide en jefe de Estado y jefe de gobierno, el jefe de gobierno es elegido por el Parlamento y éste se renueva periódicamente. De ese modo los cambios en el estado de ánimo de la sociedad se expresan en el cambio parcial de la representación parlamentaria que, a su vez, puede cambiar al jefe de gobierno, manteniéndose, sin embargo, el jefe de Estado. Este es elegido por los ciudadanos, representa a la nación, dirige las relaciones exteriores, declara la guerra y la paz y da estabilidad a la política. El cambio se produce en la jefatura de gobierno que se encarga del día a día de la política.

La dualidad de poderes en el Ejecutivo puede dar pie a la cohabitación en la que el Jefe de Estado es de un partido y el jefe de gobierno es de otro partido. Fueron los casos en los que Mitterrand (Presidente socialista) tuvo como Jefe de Gobierno a Chirac (gaullista) y éste como Presidente de la República tuvo como primer ministro a Jospin (socialista). Un despistado constitucionalista ha calificado al futuro gobierno de PPK como cohabitación cuando en realidad se trata de un gobierno dividido en el que el jefe del Ejecutivo es de un partido (PPK) y el Congreso es controlado por otro partido (FP). Cohabitación no es, pues, lo mismo que gobierno dividido.

De los tres escenarios posibles del gobierno dividido de PPK  (cogobierno, confrontación y concentración) el más deseable es quizá el de la concertación plural y abierta que, manteniendo el carácter opositor de FP y del FA, haga posible el despliegue de políticas públicas en favor de la población, respaldadas por los partidos de diversa orientación ideológica. Esta es una posibilidad de corto plazo. Para el largo plazo es necesario reformar el presidencialismo parlamentarizado del mismo modo que el sistema electoral y el sistema de partidos. Sospecho que estas reformas no las puede hacer el próximo Congreso de la República que va a ser incapaz de hacerlo. Se va a necesitar un momento constituyente.

LOS TECNOPOLITICOS

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                                   Sinesio López Jiménez

¿Cuál será el perfil del primer gabinete de PPK?. ¿Cuál será su composición?. ¿Cuál será su orientación ideológica?. Sospecho que será como él: un gabinete tecno-político de centro derecha, como la mayoría de los gabinetes de 1990 en adelante, período en el que se produjeron la crisis y el colapso de los partidos. Desde entonces el Perú no tiene gabinetes políticos ni puramente tecnocráticos sino un mix entre la política y la tecnocracia. Es posible (y deseable) que sea mejor que todos los anteriores porque el Presidente que los escoge es también mejor.

La calidad y la eficacia de los gabinetes importan, pero importa también su duración. La estabilidad de los gabinetes ayuda mucho a su buen desempeño. Los gabinetes volátiles como los de Humala, cuya duración promedio ha sido de siete meses, no contribuyen a la gobernabilidad. ¿De qué depende la duración de los gabinetes?. El principal factor de estabilidad de los gabinetes es una buena relación entre el Ejecutivo y el Congreso sea por cogobierno, sea por concertación entre ellos.

Si la buena relación falla y se impone un escenario de confrontación, entonces la duración del gabinete puede provenir del impacto favorable de las primeras medidas (durante los cien primeros días) en los sectores mayoritarios de la población y del apoyo que ellos brinden, por reciprocidad, al gobierno. Otro factor de estabilidad ministerial es el respaldo de los poderes fácticos, especialmente de los medios. Si PPK recibe el apoyo de todos los poderes fácticos, como es previsible, va a contar con gabinetes más o menos estables.

Uno de los focos actuales de interés de los medios es la nominación del Presidente del Consejo de Ministros. A diferencia del parlamentarismo y de semipresidencialismo, en los que el Primer Ministro es elegido por el Congreso y es el jefe del gobierno, en el presidencialismo es nombrado por Presidente de la República y sólo es un coordinador del gabinete. En el presidencialismo (incluido el nuestro que es parlamentarizado) el Presidente de la República es jefe de Estado y jefe de gobierno.

Es aconsejable que el jefe de la PCM, dado su papel de coordinador de los ministros y de las políticas sectoriales, tenga una mirada holista de la política, la economía y la sociedad, rasgo este que no se halla en los tecnócratas ni en los tecnopolíticos. Este es el papel de un político de calidad y de prestigio. Esto sería lo ideal. En realidad, la PCM es un cajón de sastre que alberga a disímiles aparatos de estado que han sido desechados por los ministerios.

Gobernar al Perú no es fácil. Somos un país con ancestrales problemas estructurales y con clivajes sociales irresueltos. La coyuntura económica nacional e internacional es tan difícil como la coyuntura política atravesada por un gobierno dividido (el Ejecutivo es controlado por un partido y el Congreso por otro) dentro de un presidencialismo parlamentarizado. Carecemos de partidos y el Estado es un desastre. Por eso son necesarios un Presidente y un gabinete de calidad, aunque sean de centro derecha.

ESCENARIOS

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                                               Sinesio López Jiménez

PPK no la tiene fácil. El contexto económico nacional e internacional es difícil, como lo  ha subrayado Félix Jiménez. El contexto político es igualmente complicado. Tiene que operar dentro de un gobierno dividido en el que el Ejecutivo está en sus manos, pero el Congreso es controlado por el fujimorismo. Esta situación se agrava debido al presidencialismo parlamentarizado  en el que, a diferencia del presidencialismo puro,  el Presidente de la República está sometido a una serie de controles parlamentarios.

La cosa se pone color de hormiga si se tiene en cuenta la falla de dos herramientas fundamentales de la política: el partido y el Estado. PPK no tiene partido de gobierno porque carece de partido en la sociedad que lo respalde. El agrupamiento personalista PPK es él y sus amigos. El Estado que necesita para desplegar las políticas públicas cuenta con pocas capacidades y tiene escasa penetración en la población y en el territorio. Es un estado básicamente costeño, débil e ineficiente.

Pero no todo es dificultades, problemas y carencias. PPK tiene también sus activos con los que puede responder a los desafíos que tiene al frente, comenzando por él mismo. Si se le  compara con los presidentes que el Perú ha tenido en las tres últimas décadas, PPK es quizá el mejor equipado para enfrentar esos desafíos, en particular el difícil contexto económico nacional e internacional. Si usa su buen criterio, puede rodearse de un excelente equipo de ministros, viceministros y altos funcionarios que le ayuden a enfrentar los problemas y desafíos.

Si se considera el gobierno dividido dentro del presidencialismo parlamentarizado tres escenarios posibles: el cogobierno, la confrontación y la concertación. Todos ellos tienen pros y contras. El cogobierno con el fujimorismo es posible porque ambos apuestan al mantenimiento del modelo neoliberal, pese a las diferencias de matices de sus programas económicos. Recibe, además, el fuerte respaldo de los poderes fácticos. Al fujimorismo no le conviene, sin embargo, el cogobierno porque necesita tener las manos libres para enfrentar en buenas condiciones las elecciones regionales y locales del 2018 y las generales del 2021.

El fujimorismo es el más proclive a un escenario de confrontación esperando que él le rinda mejores resultados para enfrentar las elecciones del 2018 y 2021. Parece estar dispuesto, con este fin,  a usar su mayoría parlamentaria para jaquear y bloquear al gobierno de PPK. Este, sin embargo, tiene herramientas diversas para desbloquearse y ganar la batalla, la principal de ellas el control del MEF que, en la práctica, ha gobernado el país durante los últimos 30 años, independientemente de la falta de control del Parlamento por parte del Ejecutivo. El límite mayor que puede tener este escenario es el rechazo de la opinión pública a un confrontacionismo cerril y caprichoso.

El escenario más viable parece ser el de la concertación abierta y plural sin  compromisos de cogobierno ni con el fujimorismo ni con el Frente Amplio. Concertación económica con el fujimorismo y concertación para combatir la corrupción y defender los derechos de la gente con el FA.