FRUSTRACION Y DESPRECIO

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                                               Sinesio López Jiménez

Humala llegó al gobierno encarnando la esperanza de los de abajo y el miedo de los de arriba y sale de él representando la frustración de los primeros y el desprecio de los segundos.

El itinerario gubernamental está regado de traiciones a los que votaron por él, de halagos y amenazas de la derecha derrotada, de entrega desvergonzada a los poderes fácticos para obtener su confianza, de voracidades insatisfechas de los ricos, de ofensivas feroces de las derechas políticas (especialmente de García) y de los medios concentrados contra el gobierno humalista, de medianías en el diseño y aplicación de las políticas públicas y de ineptitud clamorosa de la pareja presidencial en el manejo del conflicto político con sus enemigos en medio de un difícil contexto nacional e internacional que afectó sobre todo a la segunda parte de su gobierno.

Humala ganó la primera vuelta apoyado por las izquierdas y la segunda respaldado y avalado por Toledo y Vargas Llosa contra el fujimorismo y las derechas de toda laya que tuvieron, sin embargo, la capacidad de transformar su derrota en victoria a punta de periodicazos y de halagos a la vanidad de la pareja presidencial. Esta sucumbió rápidamente a los encantos de los poderes fácticos que, antes que Humala asumiera el mando, ya tenían en sus manos las riendas del BCR y del MEF.

Se instaló entonces un gobierno de centro derecha acompañado por una izquierda incómoda que compartía un cachito del poder y que buscaba influir al menos en las políticas sociales. La presión de la derecha continuó hasta que Humala se deshizo del gabinete Lerner y de la izquierda que lo incomodaba e instauró un gobierno abiertamente derechista. Desde noviembre del 2011 la burocracia del MEF y del BCR y los poderes fácticos tuvieron las manos libres para gobernar a sus anchas e imponer la continuidad del modelo neoliberal.  Las derechas políticas y mediáticas cultivaban in pectore, sin embargo, una cierta desconfianza en Humala y veían con sospecha y condenaban el mínimo intento de independencia política.

Desde fines del 2013 la ofensiva de la derecha política, en particular de García, y de los medios concentrados se acentuó coincidiendo con la disminución de la inversión privada y con el comienzo del fin de largo ciclo exportador. La alta burocracia del MEF y del BCR manejó mal la política monetaria y fiscal para hacer frente a la desaceleración económica y la pareja presidencial manejó pésimo la ofensiva política y mediática de la derecha.

Un lugar especial ocupa el conflicto entre Humala y García. Este respondió a las acusaciones de los narcoindultos de la megacomisión investigadora con la denuncia de una supuesta reelección de la pareja presidencial que esta no tuvo los reflejos políticos para retrucar. En la guerra a muerta desatada entre ellos terminaron muriendo políticamente los dos. Murieron matándose.

Nadine mostró su ineptitud política total en el manejo de las agendas, de su “partido” y de la mayoría parlamentaria. En ellas ha perdido, no por culpa de sus enemigos, sino por su clamorosa impericia. Se ha suicidado.

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