Sinesio Lopez Jiménez
Hasta ahora la pugna electoral es un pleito de blancos. La llegada de Acuña a la cancha grande no cambia el color de la escena. Los principales protagonistas son los líderes de la derecha que ya han gobernado el país. Los líderes de centro y de izquierda están jugando en cancha chica, pese a que su escenario social es muy ancho, y están permitiendo que este espacio sea colonizado por las derechas. Sin embargo, más del 30% de los ciudadanos sigue resistiendo a las candidaturas de la derecha. Existe una contradicción evidente entre el escenario político de derecha y un escenario social de centro-izquierda que no encuentra aún al candidato que lo represente.
Eso explica el esfuerzo de los candidatos de las derechas por presentarse con un ropaje de izquierda o progresista. Keiko quiere cambiar de piel, tomar distancia de su padre y ponerse el disfraz de caviar. García reivindica experiencia, liderazgo y promete resolver los ancestrales problemas del país con “nuevas propuestas” como si nunca hubiera gobernado y fracasado. PPK, un hombre que ha participado en varios gobiernos del pasado y es un operador del establisment financiero nacional e internacional, quiere aparecer hoy como un hombre progresista. Eso explica también los jales que están haciendo las derechas de algunos líderes que en algún momento de su vida política pasaron por la izquierda. Keiko, PPK y Acuña son los más empeñosos en cooptar a algunos personajes que vienen de la izquierda para darle un color rosado a su opción política conservadora.
La polarización política y electoral se desarrolla entre las derechas y no entre estas y las izquierdas. Esto la hace falaz y superficial porque no se discuten los problemas de fondo (el modelo de desarrollo, la refundación del Estado, la desigualdad, la consolidación de la democracia y de sus instituciones, la globalización y sus desafíos, la multiculturalidad, la corrupción). En estos temas las derechas están de acuerdo en la forma de enfrentarlos y resolverlos. Su polarización se organización en torno a temas de segundo orden o banales como el supuesto chavismo in pectore de Humala o la exageración de las diferencias con las políticas económicas del gobierno cuando, en la práctica, son las mismas, o las famosas agendas de Nadine.
La polarización es sólo política y no llega a ser social, pese a los problemas de empleo, de ingresos, de financiamiento de las políticas sociales, de recentralización política y fiscal. La emergencia de una polarización social podría dar vida y base material a la polarización entre la izquierda y la derecha. Si la desaceleración económica se profundiza y se acelera, ella podría impulsar la polarización social, redefinir la polarización política y tener un impacto importante en el escenario electoral.
El escenario de derecha, sin centro y casi sin izquierda (hasta ahora) ha sido trabajado a pulso por las derechas políticas y, especialmente, por los medios concentrados con la colaboración inconsciente (consciente según Carlos Bedoya) de algunos líderes de centro y de la izquierda. ¿Podrán los líderes de la izquierda (y del centro) frenar sus ambiciones desmedidas, superar su miopía intelectual y recuperar la racionalidad política para llegar a un acuerdo electoral que les permita tener una buena candidatura unitaria con un programa único?. Aunque el tiempo juega en contra, este es el urgente desafío que tienen que enfrentar y resolver.