Sinesio López Jiménez
Si un grupo económico controla el 80% de la lectoría y de la publicidad en la prensa escrita y es propietario de 2 importantes canales de TV (uno –el principal de todos- de señal abierta y otro por cable) es difícil sino imposible la democracia porque la concentración mediática impide la existencia del pluralismo efectivo en el campo de las ideas y de la política. Puede haber variedad (a veces irrelevante) pero no un pluralismo real y competitivo.
La prensa concentrada y con propiedad cruzada de otros medios (TV por ejemplo) es un poder total que no sólo influye en el comportamiento de la gente sino que impone la agenda pública al gobierno de turno y controla la mente y la voluntad de los ciudadanos a través de una hegemonía discursiva privilegiada a la que no se puede responder, no por la calidad de los argumentos, sino por la carencia de medios de igual o parecido alcance. Estamos frente a una dictadura mediática que, pese a que es blanda, es quizá peor que la política o la militar porque apresa, no al cuerpo, sino el alma de la gente.
Esta dictadura opera en el nivel de la presencia y relevancia de los actores políticos, en la etapa pre-electoral, en el proceso electoral, en la agenda del gobierno y en el pensamiento único del modelo neoliberal. La concentración mediática decide qué actores políticos deben existir y cuales deben desaparecer. La estrategia es conocida: Denuncia escandalosa contra los líderes a los que quiere destruir en la TV, campaña sistemática de todos los medios concentrados, contratación y publicación de una encuesta para evaluar la eficacia destructiva y culminación con editoriales solemnes de la prensa escrita.
La concentración mediática limpia el terreno pre-electoral, desaparece a los indeseables y coloca en un pedestal a los favoritos. El actual escenario de los principales candidatos de la derecha ha sido hecho a pulso por la concentración mediática con la colaboración de algunos políticos despistados de la izquierda que insisten en la fragmentación política y se niegan a lanzar un(a) buen (a) candidato(a) que represente a más del 30% que no está de acuerdo con los candidatos derechistas.
Es en el proceso electoral donde la concentración mediática expresa todo su poder porque impide que dicho proceso sea efectivamente competitivo: No todos los candidatos tienen iguales condiciones materiales y políticas para participar. Unos corren sin vallas (los favoritos de la derecha) y otros, con vallas. El alto costo y el desigual financiamiento de la campaña y el respaldo a unos y el rechazo a otros de los medios concentrados hacen que el proceso electoral sea muy injusto y afecten la legitimidad de origen de los elegidos.
Como si todo lo anterior fuera poco, la concentración mediática impone la agenda pública al gobierno. El presidente no gobierna con el programa con el que fue elegido dentro de un proceso electoral injusto sino con la agenda pública que le impone diariamente la prensa concentrada. Si hay alguna duda sobre el sometimiento del gobierno a la agenda impuesta, ella emprende una demolición del gobierno y del presidente de la República afectando la gobernabilidad del país.
El objetivo mayor de la concentración mediática es imponer el pensamiento único del neoliberalismo como si fuera el pensamiento de todos, el interés de pocos como si fuera el interés de todos. Aleluya.