Sinesio López Jiménez
Es un error pensar que la reforma política resuelve todos los problemas de la democracia, pero es también un error menospreciarla porque ella supuestamente no toca los problemas de fondo. La reforma política es necesaria, pero no suficiente para tener una buena democracia. Esta requiere, además, otras reformas (como la del Estado por ejemplo) y otros cambios económicos, sociales y culturales. Algunos problemas de la democracia no provienen de los malos diseños institucionales sino de los déficits del Estado. Otros provienen de la estructura económica y social y de la cultura. Es difícil, sino imposible, tener una buena democracia en una sociedad racista, fragmentada e informal (de cachueleros) y en una economía poco integradora. En pocas palabras, una democracia de calidad no se consigue sólo con excelentes diseños institucionales, pero estos son indispensables.
Hay varios problemas que hacen difícil la reforma política. Uno es su amplitud, otro es su profundidad y un tercero tiene que ver con los problemas de agencia, estos, con quienes hacen la reforma. ¿Hasta dónde llega la reforma política?. ¿Comprende sólo el sistema electoral y el “sistema” de partidos?. ¿Entra también la forma de gobierno?. ¿ Y la Constitución es parte o no de la reforma política?. Me parece que el planteamiento de los organismos electorales y de algunas ONGs es minimalista pues toca sólo algunos aspectos del sistema electoral y de los partidos, no necesariamente los más importantes.
En lo que se refiere a la profundidad, ¿nos quedamos sólo en la forma como se vota o planteamos también problemas de fondo como los de representación y de participación?. ¿Abrimos o no el sistema político cerrado que han construido el sistema electoral y la ley de partidos?. ¿Reducimos el tema de las elecciones a la limpieza del acto de sufragio y los asuntos colaterales o planteamos también medidas para que el sistema electoral sea justo y competitivo?. ¿Nos quedamos sólo en planteamientos para regular el financiamiento directo de los partidos o discutimos también el financiamiento indirecto que brindan los medios, particularmente los de la concentración mediática y su decisiva incidencia en el proceso electoral?.
El problema mayor proviene del Congreso que tiene que aprobar la reforma política. Un Congreso fragmentado, sin mayoría consistente, sin partidos, integrado en su mayoría por representantes que son un producto de los sistemas que se busca cambiar, está incapacitado para impulsar y llevar a cabo una reforma política. Esta es un asunto técnico y político que la llevan a cabo los políticos que, sin embargo, saben poco o nada de los aspectos técnicos. En los Congresos que funcionan bien se llama a los expertos para que, con los políticos, contribuyan a hacer las reformas necesarias. Esto es imposible en el Congreso peruano de estos tiempos.
Habría que imaginar una salida a este impasse que puede durar mucho tiempo. El Congreso no puede hacer las reformas, pero puede encargar y darle facultades especiales a una comisión especializada de los organismos electorales para que en un plazo determinado presente un paquete de reformas políticas sobre el sistema electoral y sobre los partidos. La forma de gobierno y la Constitución son asuntos políticos y sociales que nos atañen a todos y que deben discutir los políticos, los partidos y la sociedad civil.
Una “reforma” profunda implica cambio de mentalidad, desprendimiento y sacrificio, aún de la propia vida como bien lo ejemplifica la historia de los grandes reformadores; pero en una sociedad SEMIFEUDAL como la nuestra eso es inconcebible aún. El egoísmo y falta de visión nacional de los grandes caciquez impedirán que se hagan harakiri.