Archivo por meses: septiembre 2015

LA CASCABEL AL GATO

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Sinesio López Jiménez
Si el Congreso no quiere autoreformarse, hay que reformarlo. Hay muchos problemas que impiden la reforma, pero el problema central es de agencia, esto es, de actores que impulsen el cambio: ¿Quien le pone la cascabel al gato?. El Congreso es el poder más desprestigiado e impopular, pero, a primera vista, la gente parece estar poco interesada en reformarlo. Dígase lo mismo de los partidos políticos. La gente los rechaza, pero casi la mitad de la población sigue apostando a ellos. Lo dicho puede extenderse también al Poder Judicial. Jalando el hilo de la madeja se puede llegar al repudio a la política, a la antipolítica que conduce a la indiferencia y a la parálisis decisoria de la gente.

¿Es la falta de interés o la dificultad para encontrar el camino del cambio lo que inmoviliza a la gente?. Es más probable que sea lo segundo que lo primero. Puede haber muchas razones por las cuales la gente no se moviliza, pero la principal parece ser el hecho de que las propuestas de reforma son meramente procedimentales y no tocan su vida material. Lo procedimental, sin embargo, es importante para todos, en particular para las clases medias y altas que han resuelto los problemas materiales de su vida. Pero si se quiere que la mayoría de la gente se involucre en los cambios procedimentales es necesario vincularlos a sus necesidades materiales. Los procedimientos políticos tienen que estar vinculados a los contenidos sociales.

Esta vinculación puede ser directa o indirecta. Es directa cuando la reforma política está estrechamente asociada a cambios materiales: unir, por ejemplo, los derechos políticos y los derechos civiles con los derechos sociales. Es indirecta cuando los cambios procedimentales ayudan a la gente a tener más poder, a fortalecer sus organizaciones (sindicatos, asociaciones, partidos) que les permiten obtener conquistas materiales. La organización propia le da poder a la gente. Si las reformas se quedan en lo meramente procedimental la gente va a responder también con procedimientos: va a ir a votar, pero cada vez con menos ganas.

Además de la masiva movilización ciudadana, ¿pueden otros actores reformar a los poderes del Estado y a los partidos políticos?. ¿Pueden ellos autoreformarse?. Pueden, pero sus propuestas de cambios son muy limitadas, cuando no contraproducentes, esto es, son contrareformas. Es difícil que cambien las situaciones y los procedimientos que los favorecen. El cambio tiene que venir de fuera. ¿De dónde?. Mi hipótesis es que el cambio puede venir de la acción combinada de las organizaciones de la sociedad civil, de la presión persistente de los medios y del apoyo masivo de la gente. Como fue el caso de la ley Pulpin y de otras movilizaciones que tuvieron un impacto efectivo en los poderes del Estado. Este es un camino democrático.

Otro camino es “el caballazo” de las dictaduras (Velazco, Fujimori, entre otros) contra los poderes del Estado y los partidos que suscitó un entusiasmo pasajero, pero que luego se disipó porque no logró el cambio que esperaba la gente de a pie.

LA DICTADURA MEDIATICA

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Sinesio López Jiménez
Si un grupo económico controla el 80% de la lectoría y de la publicidad en la prensa escrita y es propietario de 2 importantes canales de TV (uno –el principal de todos- de señal abierta y otro por cable) es difícil sino imposible la democracia porque la concentración mediática impide la existencia del pluralismo efectivo en el campo de las ideas y de la política. Puede haber variedad (a veces irrelevante) pero no un pluralismo real y competitivo.

La prensa concentrada y con propiedad cruzada de otros medios (TV por ejemplo) es un poder total que no sólo influye en el comportamiento de la gente sino que impone la agenda pública al gobierno de turno y controla la mente y la voluntad de los ciudadanos a través de una hegemonía discursiva privilegiada a la que no se puede responder, no por la calidad de los argumentos, sino por la carencia de medios de igual o parecido alcance. Estamos frente a una dictadura mediática que, pese a que es blanda, es quizá peor que la política o la militar porque apresa, no al cuerpo, sino el alma de la gente.

Esta dictadura opera en el nivel de la presencia y relevancia de los actores políticos, en la etapa pre-electoral, en el proceso electoral, en la agenda del gobierno y en el pensamiento único del modelo neoliberal. La concentración mediática decide qué actores políticos deben existir y cuales deben desaparecer. La estrategia es conocida: Denuncia escandalosa contra los líderes a los que quiere destruir en la TV, campaña sistemática de todos los medios concentrados, contratación y publicación de una encuesta para evaluar la eficacia destructiva y culminación con editoriales solemnes de la prensa escrita.

La concentración mediática limpia el terreno pre-electoral, desaparece a los indeseables y coloca en un pedestal a los favoritos. El actual escenario de los principales candidatos de la derecha ha sido hecho a pulso por la concentración mediática con la colaboración de algunos políticos despistados de la izquierda que insisten en la fragmentación política y se niegan a lanzar un(a) buen (a) candidato(a) que represente a más del 30% que no está de acuerdo con los candidatos derechistas.

Es en el proceso electoral donde la concentración mediática expresa todo su poder porque impide que dicho proceso sea efectivamente competitivo: No todos los candidatos tienen iguales condiciones materiales y políticas para participar. Unos corren sin vallas (los favoritos de la derecha) y otros, con vallas. El alto costo y el desigual financiamiento de la campaña y el respaldo a unos y el rechazo a otros de los medios concentrados hacen que el proceso electoral sea muy injusto y afecten la legitimidad de origen de los elegidos.

Como si todo lo anterior fuera poco, la concentración mediática impone la agenda pública al gobierno. El presidente no gobierna con el programa con el que fue elegido dentro de un proceso electoral injusto sino con la agenda pública que le impone diariamente la prensa concentrada. Si hay alguna duda sobre el sometimiento del gobierno a la agenda impuesta, ella emprende una demolición del gobierno y del presidente de la República afectando la gobernabilidad del país.

El objetivo mayor de la concentración mediática es imponer el pensamiento único del neoliberalismo como si fuera el pensamiento de todos, el interés de pocos como si fuera el interés de todos. Aleluya.

LOS NUEVOS TEORICOS DE LA DEMOCRACIA

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Sinesio López Jiménez
La derecha y el fujimorismo están de plácemes. Han surgido de sus filas dos teóricos de polendas de la democracia que amenazan opacar a sus pares de otras latitudes.: Kenyi Fujimori y Martha Chávez, dos de los pilares de la organización de Keiko Fujimori, la candidata favorita de la derecha. Con sus recientes y deslumbrantes teorías sobre la democracia van a hacer papilla a las izquierdas y las van a obligar a renegar del chavismo y de la dictadura de Maduro.

Kenyi ha inventado una novísima interpretación de la democracia delegativa cuando declara: “ yo considero que en el gobierno de mi padre hubo una democracia delegativa: cuando un país atraviesa un período de crisis, inestabilidad, incertidumbre, la población está dispuesta a ceder parte de sus derechos a cambio de que el gobierno le restituya el orden y la seguridad. En otras palabras, poner mano firme. Y eso fue lo que ocurrió en los 90·s” (El Comercio, 13/09/15).

Los modestos ciudadanos que nos dedicamos a estudiar la política necesitamos ser esclarecidos por el luminoso pensamiento de Kenyi. ¿ Su tesis se refiere realmente a una nueva lectura de la democracia delegativa, a un nuevo pacto político o a la justificación del estado de excepción?. ¿A quién busca destronar Kenyi Fujimori: a Guillermo O´Donnell, el teórico de la democracia delegativa; a Hobbes, el teórico del contrato que conduce al absolutismo, o a Carl Schmitt, el gran teórico de las estados de excepción?. ¿O pretende reemplazar la teoría del autoritarismo competitivo por la de democracia delegativa?. Ponte en guardia querido Steven Levitsky porque ha aparecido un serio cuestionador de tus investigaciones.

Martha Chávez no se queda atrás en los intentos por innovar las anquilosadas teorías de la democracia: “Nunca el Perú se acercó más a un concepto verdadero de la democracia que durante la década de los 90 porque no puede haber democracia que signifique entregar un país quebrado. Fujimori fue el mejor presidente de la historia”. Martha Chávez apunta muy alto pues pretende refundar la democracia, desterrar las falsas teorías para instalar la verdadera. Tiembla Sartori y se remecen las tumbas de Robert Dahl, Schumpeter y de los grandes teóricos de la democracia moderna.

Me permito formular algunas preguntas a Martha Chávez sobre el verdadero concepto de la democracia al que el gobierno de Fujimori se aproximó como ningún otro en la historia: ¿ En qué consiste el verdadero concepto de la democracia?. ¿En qué se funda: en la voluntad de los ciudadanos expresada en las elecciones o en el autogolpe?. ¿Respeta la división de poderes o disuelve al Congreso que se opone a la verdadera democracia?. ¿Respeta la constitución vigente o la reemplaza por otra que esté más de acuerdo con los intereses del gobernante y de los grandes grupos de interés?. ¿Respeta a los derechos humanos o postula las ejecuciones extrajudiciales?. ¿Las esterilizaciones forzadas de las mujeres pobres es otro de sus fundamentos?. ¿ Los partidos políticos son necesarios o la verdadera democracia postula su extinción?.

Los peruanos necesitamos ser bien informados sobre estas nuevas ideas de la democracia. Pedimos, por eso, a la prensa concentrada que apoya la candidatura de Keiko Fujimori, que las difunda a lo largo y ancho del país para que no nos equivoquemos en las elecciones del 2016.

ALCANCE Y LIMITES DE LOS MOVIMIENTOS REGIONALES

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Sinecio López Jiménez
El Arequipazo, el moqueguazo, el baguazo, Conga, Tía María, la defensa de Petro-Peru en Loreto son movimientos sociopolíticos regionales que tienen una serie de características comunes y una incidencia similar en la política nacional, pero que actúan desarticuladamente porque no hay una fuerza política nacional que los articule. Estas características comunes definen un patrón de acción sociopolítica en los tiempos de neoliberalismo y de ausencia de partidos políticos nacionales.

La oposición al neoliberalismo y al extractivismo ha sido más social que política y ha provenido principalmente de las regiones. En estos niveles se ha producido una cierta articulación entre los movimientos sociales y los gobiernos regionales, provinciales y locales. Es probable que sin estos y sin la élites que los dirigen no hubieran podido organizarse, sostenerse y obtener algunos resultados. Son liderazgos locales o subnacionales que no logran alcanzar una dimensión nacional. La mayoría de los que entran en conflicto con el gobierno central y con el modelo económico neoliberal están vinculados a diferentes organizaciones de izquierda cuya fragmentación les impide tener una proyección nacional. Hay una cierta unidad dentro del movimiento regional, pero persiste una fragmentación nacional de los movimientos regionales.

La izquierda actual proyecta su división a los movimientos sociales regionales, a diferencia de los grandes movimientos sociales de los 70 cuya fuerza, masividad y centralización impulsó más bien la unidad de la izquierda. Esta fragmentación ha sido reforzada por la descentralización que ha producido una especie de desnacionalización de la política y de los partidos generando escenarios políticos regionales en los que se las élites sub-nacionales disputan funciones, atribuciones, competencias, recursos, especialmente en las regiones que reciben el canon. Estos escenarios y sus elites sub-nacionales, incluidos sus liderazgos partidarios, han tomado distancia de los liderazgos nacionales limeños, cada vez menos influyentes en las diversas regiones del país.

Casi todos estos movimientos regionales han sido relativamente exitosos y han obtenido no tanto lo que ellos buscaban como frenar las imposiciones del gobierno central y la voracidad de las grandes corporaciones que afectaban o afectan los intereses de amplios sectores sociales de las regiones. Las respuestas de los diversos gobiernos han sido más o menos las mismas: La imposición, la criminalización de la protesta social y la declaración de los estados de emergencia en las regiones en conflicto. Casi todos ellos han sido renuentes al diálogo y a la negociación. Han concentrado las decisiones en la cúpula (la presidencia de la República y el MEF), para evitar la presión social, el escrutinio público y la accountability.

Es probable que, con la desaceleración de la economía y la consiguiente disminución de los recursos para las regiones y con la coyuntura electoral del 2016, el malestar y las protestas regionales se incrementen y se expresen en la política y en los votos. Es probable que el éxito sonría a los candidatos a la presidencia que consigan una mejor articulación con las élites, los movimientos y los gobiernos subnacionales.

LA REFORMA POLITICA

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Sinesio López Jiménez
Es un error pensar que la reforma política resuelve todos los problemas de la democracia, pero es también un error menospreciarla porque ella supuestamente no toca los problemas de fondo. La reforma política es necesaria, pero no suficiente para tener una buena democracia. Esta requiere, además, otras reformas (como la del Estado por ejemplo) y otros cambios económicos, sociales y culturales. Algunos problemas de la democracia no provienen de los malos diseños institucionales sino de los déficits del Estado. Otros provienen de la estructura económica y social y de la cultura. Es difícil, sino imposible, tener una buena democracia en una sociedad racista, fragmentada e informal (de cachueleros) y en una economía poco integradora. En pocas palabras, una democracia de calidad no se consigue sólo con excelentes diseños institucionales, pero estos son indispensables.

Hay varios problemas que hacen difícil la reforma política. Uno es su amplitud, otro es su profundidad y un tercero tiene que ver con los problemas de agencia, estos, con quienes hacen la reforma. ¿Hasta dónde llega la reforma política?. ¿Comprende sólo el sistema electoral y el “sistema” de partidos?. ¿Entra también la forma de gobierno?. ¿ Y la Constitución es parte o no de la reforma política?. Me parece que el planteamiento de los organismos electorales y de algunas ONGs es minimalista pues toca sólo algunos aspectos del sistema electoral y de los partidos, no necesariamente los más importantes.

En lo que se refiere a la profundidad, ¿nos quedamos sólo en la forma como se vota o planteamos también problemas de fondo como los de representación y de participación?. ¿Abrimos o no el sistema político cerrado que han construido el sistema electoral y la ley de partidos?. ¿Reducimos el tema de las elecciones a la limpieza del acto de sufragio y los asuntos colaterales o planteamos también medidas para que el sistema electoral sea justo y competitivo?. ¿Nos quedamos sólo en planteamientos para regular el financiamiento directo de los partidos o discutimos también el financiamiento indirecto que brindan los medios, particularmente los de la concentración mediática y su decisiva incidencia en el proceso electoral?.

El problema mayor proviene del Congreso que tiene que aprobar la reforma política. Un Congreso fragmentado, sin mayoría consistente, sin partidos, integrado en su mayoría por representantes que son un producto de los sistemas que se busca cambiar, está incapacitado para impulsar y llevar a cabo una reforma política. Esta es un asunto técnico y político que la llevan a cabo los políticos que, sin embargo, saben poco o nada de los aspectos técnicos. En los Congresos que funcionan bien se llama a los expertos para que, con los políticos, contribuyan a hacer las reformas necesarias. Esto es imposible en el Congreso peruano de estos tiempos.

Habría que imaginar una salida a este impasse que puede durar mucho tiempo. El Congreso no puede hacer las reformas, pero puede encargar y darle facultades especiales a una comisión especializada de los organismos electorales para que en un plazo determinado presente un paquete de reformas políticas sobre el sistema electoral y sobre los partidos. La forma de gobierno y la Constitución son asuntos políticos y sociales que nos atañen a todos y que deben discutir los políticos, los partidos y la sociedad civil.