LO QUE VIENE

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Sinesio López Jiménez
Este, como los anteriores, es el gobierno de las oportunidades perdidas. Todos ellos han desperdiciado el boom exportador más largo de la historia peruana para construir un país mejor. Con la enorme riqueza producida en más de una década, las élites pudieron impulsar la diversificación de la economía peruana para que ella tenga un motor propio. Este hubiera ayudado a cambiar la estructura social y a reducir drásticamente la informalidad que nos agobia. Pudieron haber reconstruido el Estado creando múltiples capacidades para desempeñar mejor las competencias que tienen que ver no sólo con el crecimiento económico sino también con el bienestar de la gente. Todos esos cambios hubieran contribuido, a su vez, a pasar de la mera alternancia electoral (que ya es algo) a la consolidación amplia e institucional de la democracia y a mejorar su calidad.

El último año de gobierno de Humala será peor, más difícil y turbulento. Económicamente malo y políticamente peor. Los paquetes económicos lanzados no han tenido el impacto reactivador que esperaban el gobierno y las derechas. De los que vendrán, como producto de la delegación de facultades del Legislativo, se espera poco o nada. Ellos no son suficientemente anti-cíclicos porque tienen un sello neoliberal: atacan el problema de la recesión, no por el lado de la demanda, sino por el lado de la oferta. Las derechas se desgañitan diciendo que la nula eficacia de los paquetazos es por falta de confianza de los empresarios como si esta dependiera sólo de lo que hace o deja de hacer el gobierno. La verdad es que la confianza empresarial depende principalmente de las expectativas de rentabilidad de sus inversiones que, a su vez, dependen de la demanda y de los precios del mercado internacional, especialmente en una economía primario-exportadora.

Pese a la gravedad de la crisis económica, las dificultades mayores van a venir de la crisis política, si se considera lo que va a pasar con Gana Perú, con la coalición implícita del gobierno con Perú Posible, con la relación entre el gobierno y el Congreso ( hoy en manos del fujiaprismo), con la fuerte tensión entre el gobierno y la prensa concentrada y con el turbulento escenario electoral que se avecina. Gana Perú seguirá desgranándose hasta la insignificancia y engrosando las filas de otros grupos políticos, incluido el fujimorismo (¡qué vergüenza!) debido a la torpeza, mezquindad, arbitrariedad y patrimonialismo con que la pareja presidencial manejan “su partido”.

Para fines prácticos ya está rota la coalición del gobierno con Perú Posible que, curiosamente, puede encontrar en la coalición fujiaprista del Congreso un bálsamo para las cuitas de su jefe. La relación entre el gobierno y el Congreso no será de cogobierno sino que se moverá entre la coordinación y la confrontación especialmente en los temas de corrupción y del proceso electoral. La agresión permanente de la prensa concentrada contra el gobierno se puede transformar en confrontación abierta si la pareja presidencial pierde el miedo y se atreve a contestarle. Con casi el 50% de la gente en contra, el proceso electoral no será un paseo triunfal de los candidatos de la derecha, especialmente si las izquierdas logran la unidad y lanzan un (a) candidato (a) que represente a los descontentos con el gobierno y con el modelo neoliberal. Eso parece que anuncian remolonamente las encuestas.

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