Sinesio López Jiménez
La unidad de la izquierda no basta. Es necesaria, pero no suficiente. La izquierda necesita también un(a) buen(a) candidato(a) para obtener un resultado decoroso en las elecciones generales del 2016. La última encuesta urbano-rural de IPSOS (de mediados de julio) presenta dos escenarios para la izquierda. En uno, se presentan todos los candidatos voceados hasta ahora y cada uno de ellos obtiene el 1%. En otro, corre un candidato único por la izquierda (Arana) y sigue obteniendo el 1%. Ni siquiera suma lo que obtuvieron los otros candidatos de izquierda.
Los resultados del segundo escenario muestran que un supuesto candidato unitario que salga de los candidatos voceados ni siquiera suma, ni menos multiplica, como podría esperarse. No puede decirse que su punto de partida es 5% que es la suma de los resultados obtenidos por todos ellos. Es probable que los votos que obtiene Arana en la encuesta provengan de los fieles de su propia capilla. No hay el transvase que podría esperarse gracias a la unidad.
La unidad de la izquierda es, sin embargo, necesaria. Es mejor la unidad que la fragmentación política. El creciente descontento social con el gobierno y con el orden neoliberal necesita una única representación política que hasta ahora no la encuentra. Los candidatos de centro o derecha no lo expresan, aunque se esfuerzan por disfrazarse para expresarlo. Los ciudadanos contestatarios ya los conocen y desconfían de ellos. Pero tampoco se siente representados por los candidatos actuales de las izquierdas separadas o unidas.
Si existe un gran descontento social que puede ser mejor representado por las izquierdas, pero que no se siente expresado por los actuales candidatos izquierdistas, entonces el problema proviene de estos. Que se vayan todos y que vengan candidatos nuevos en los que los movimientos contestatarios y el descontento social se sientan representados. Que se replieguen, no a sus cuarteles de invierno, sino a los espacios sub-nacionales en donde tienen una cierta representación y que ayuden a abrir las puertas a los liderazgos de las nuevas generaciones. Todo esto requiere de los viejos dirigentes un generoso desprendimiento, grandeza moral y visión de futuro.
Es un error que cada uno de estos frentes convoque a elecciones para elegir a su candidato y legitimar la división. No es una elección general en la que van a participar todos los izquierdistas y los movimientos contestatarios porque eso requiere la unidad previa de todos ellos. Son elecciones de cada frente que refuerzan la fragmentación. Sería mejor que los dirigentes de las izquierdas hicieran un gran esfuerzo por dialogar, llegar a un acuerdo de repliegue de todos sus pre-candidatos y al mismo tiempo de lanzamiento de una candidatura de prestigio en la que se sientan representados todos los ciudadanos descontentos y contestatarios y todas las izquierdas.
Los resultados de las encuestas aconsejan buscar candidatos (as) de las nuevas generaciones. Sería una gran novedad el lanzamiento de una plancha con figuras jóvenes que tienen ya un cierto reconocimiento público. Esa plancha de treintones (as) tendría probablemente un gran impacto social y político. Audacia es el juego.