Sinesio López Jiménez
Si las encuestas miden la correlación social y política de fuerzas, entonces Tia María no va porque ya fue (para decirlo en el lenguaje de los jóvenes). La encuesta urbana de Ipsos (del 12-15 de mayo) muestra un empate técnico en el nivel nacional entre los que están a favor del proyecto y los que se oponen (si se toma como base los que están informados sobre el tema: 51%). En las regiones del sur la oposición sube a 54% y los simpatizantes bajan a 38%. Es probable que si la encuesta se hubiera extendido al área rural la oposición habría sido mayor. Hay que recordar que Conga quedó cancelado cuando más del 70% de los cajamarquinos expresó su oposición a ese proyecto.
La medida de suspensión acordada por la empresa y el gobierno (y postulada por Keiko Fujimori, PPK y Toledo y susurrada por la CONFIEP) se coloca en el medio entre el apoyo y la oposición. La medida como es obvio, irrita a quienes quieren imponer el proyecto a como dé lugar y los que quieren cancelarlo. Los primeros tienen el poder mediático y son los más aguerridos y chillones. Quieren que el gobierno declare el Estado de emergencia para aplicar el proyecto aunque el costo sean los muertos, heridos y los encarcelamientos de los opositores. La derecha social y política (quizás por razones electorales) está de acuerdo con la suspensión temporal del proyecto, pero la derecha mediática está visceralmente en contra.
Los opositores al proyecto son la mayoría de los pobladores de Islay, de Arequipa y de las regiones del sur y las izquierdas. Estas combaten a Tía María como antes a Conga en defensa de la agricultura, del medio ambiente y de la salud de la población, pero negocian abiertamente con otras empresas mineras mejores condiciones para la población. Su lucha contra la minería es relativa, en unos casos de oposición y en otros de negociación, dependiendo su posición política de la demanda social de la gente. Las izquierdas no inventan el malestar de la población. Es un error conceptual y práctico pensar que las izquierdas inventan los conflictos mineros y que la gente de las zonas mineras es idiota y manipulable.
Todas la derechas (sociales, políticas y mediáticas) comparten esta visión estereotipada de las izquierdas, como probablemente estas tienen la misma visión de las derechas. Debajo de estas visiones estereotipas existe, sin embargo, un conflicto social real entre las empresas mineras y los pobladores de diversa naturaleza e intensidad. Todo esto explica que la forma de conflicto sociopolítico en el campo de la explotación de los recursos naturales sea la confrontación, que sea muy difícil el diálogo y que el recurso político más fácil sea la declaración del Estado de emergencia que aplasta las libertades de la gente en nombre de la libertad y del derecho.