Sinesio López Jiménez
Pasadas las grandes movilizaciones de los jóvenes, ha llegado la hora de los balances y las proyecciones. Cada actor hace su propio balance según como le fue en la fiesta. Como analista adelanté el mío en dos columnas anteriores. La Ley Pulpín fue derrotada en la primera movilización. Las otras movilizaciones consolidaron la victoria y anunciaban el descalabro del gobierno. Su derogatoria era sólo una cuestión del calendario de la Convocatoria del Congreso (Comisión permanente o Asamblea plenaria). ¿Qué lecciones se pueden sacar de las luchas juveniles y sus resultados?. Varias, pero señalo las principales: 1. A diferencia de las dictaduras, las democracias, por más imperfectas que sean, permiten y favorecen la contestación (e incluso el éxito de las demandas) de los sectores descontentos con determinadas políticas. 2. Cuando los gobiernos son débiles y los partidos casi no existen, la oposición social puede ser más eficaz que la oposición política, pero no puede sustituir a los partidos ni desbarrancar a la política. Pueden necesitar quizá otros partidos y otra política que procesen y legitimen sus demandas y sus luchas.
3. La oposición social, cuando es masiva y persistente como en este caso, incide en los diversos ámbitos de la política: en el realineamiento favorable de los líderes políticos y sus organizaciones, en la crisis y desmoronamiento del partido de gobierno (es un decir), en los reacomodos de la alta tecnocracia neoliberal para evitar el descalabro, en las correlaciones de fuerza en el Congreso, en la orientación e información de los medios concentrados que son derrotados en su propio campo: la opinión pública. 4. El éxito de las movilizaciones juveniles ha reposado no sólo en la debilidad del gobierno y de los partidos sino también en sus propios méritos: la masividad, la persistencia, la unidad de una cierta generación, la autonomía de los partidos (pero no de la política), la pluralidad, una cierta coordinación gracias a las redes y un mínimo de organización. Los jóvenes no deben olvidar que la organización es poder.
¿Qué proyecciones tiene la victoria de los jóvenes?. Señalo, como hipótesis, las principales: 1. Probable consolidación de un movimiento juvenil, un posible despertar de otros movimientos sociales y un fortalecimiento de la sociedad civil. 2. Probable emergencia de un actor político renovador o de algunos partidos renovadores que acaben con la agonía de los viejos partidos y de sus líderes caducos. Los partidos surgen, no de reformas legales, sino del conflicto sociopolítico en ciertas coyunturas críticas. 3. Si mantienen la unidad, la pluralidad y su protagonismo social y político podría incidir en las elecciones del 2016 con una presencia propia. Es difícil imaginar una fórmula electoral como voluntariosamente se sugieren en las redes sociales, pero, si ella se produjera, tengo la impresión que se daría en los espacios del centro y de la izquierda.
4. Es deseable que los jóvenes desplieguen su protagonismo en la limpieza moral de las instituciones podridas y corruptas, como ha sucedido en otras latitudes. Sería una contribución invalorable de las nuevas generaciones al saneamiento ético de un país casi podrido que justifica a los ladrones con tal que hagan obra.