POCO PAN Y MUCHO CIRCO

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                                               Sinesio López Jiménez

Este año será difícil, pero no aburrido. No habrá mucho pan, pero no nos faltará el circo. Se están acumulando un conjunto de problemas de coyuntura y de estructura que pueden transformarse en una coyuntura crítica. El caso MBL, la ley Pulpin, la desaceleración de la economía, los paquetes económicos reactivadores que no funcionan, el seguimiento a los políticos incómodos  por parte de los organismos de inteligencia, la corrupción de los gobiernos regionales y locales, la suspensión del Fiscal de la Nación, la pretensión de gente poco recomendable de capturar el CNM, el MOVADEF y el intento de formar un coalición que le permita pasar piola, el colapso de los partidos y la crisis de las instituciones, los problemas de seguridad ciudadana y la debilidad del Estado, la herencia no procesada de la violencia política, la emergencia complicada del escenario electoral del 2016 constituyen los principales problemas de una cargada y difícil agenda política.

Muchos de estos problemas coyunturales provienen de la estructura económica y social y de las herencias y los legados no resueltos que han dejado el fujimorismo y la violencia política del siglo pasado y que los posteriores gobiernos democráticos no han sabido enfrentar ni procesar. Humala era el llamado a encararlos, pero se sometió a los dictados de los poderes fácticos y ha devenido un gobierno más del que poco o nada cabe esperar.  Se ha producido una parálisis decisoria y los problemas se siguen acumulando sin salida probable a la vista.

Ante el relativo inmovilismo del gobierno y el colapso de los partidos, los medios concentrados se han transformado en el principal partido político del país. Ellos tienen la iniciativa política y siguen agregando más temas a la agenda pública y preparan el terreno para el retorno al gobierno de sus políticos favoritos (García y Fujimori). El gobierno de Humala se siente acosado y acorralado y sólo atina a responder agresivamente a los opositores. El bloque parlamentario que lo respalda se ha disgregado y ha dejado de ser mayoría. Es un gobierno de tecnócratas neoliberales que ha fracasado.

Además de Cateriano, el ministro más político de todos es Urresti. No ha resuelto ninguno de los problemas centrales de su sector, pero tiene un alto nivel de aceptación ciudadana. Eso se debe probablemente a la forma como enfrenta a los opositores, sobre todo a García, a Keiko Fujimori y al pulpo mediático (como Urresti llama a la prensa concentrada) desde el gobierno.  Urresti los enfrenta y les dice lo que a la que a mucha gente le gustaría decirles si los tuviera cara a cara. Con hechos más o menos conocidos, pero que ellos quisieran olvidar; con cachita y calle, con humor y con algunos insultos saca de sus casillas a los que sienten o quisieran ser intocables.

Tenemos que observar con atención si los nuevos y masivos movimientos juveniles que han emergido como respuesta a la ley pulpín son capaces de introducir aire fresco, ideas y propuestas nuevas, energías vigorosas y de impulsar la formación de un nuevo actor político que contribuya a sacar al país del actual entrampamiento en que se encuentra.

 

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