LA OBRA DE LOS JOVENES

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Sinesio López Jiménez

La ley del empleo juvenil ya murió: los jóvenes la mataron. El creciente y masivo movimiento juvenil ha producido un realineamiento de fuerzas políticas que, en su mayoría, se inclinan por cambiar o derogar la ley aprobada casi por unanimidad en el Congreso. Esa ley tenía, además, el respaldo entusiasta y sólido de la CONFIEP y de los medios concentrados, encargados de forjar una opinión pública favorable que la legitimara. Pero no contaban con la astucia, el número, la fuerza y los celulares de los jóvenes.

¿Qué ha desatado la protesta y la ira de los jóvenes?. No es la ignorancia como ingenua o maliciosamente creen Humala, la tecnocracia neoliberal y algunos comentaristas  conservadores. Tampoco es la manipulación de los políticos oportunistas como repite machaconamente la desubicada y suicida pareja presidencial. Es la discriminación de la ley de empleo juvenil la que ha lanzado a los jóvenes  a las calles y a la lucha por la igualdad de derechos, de oportunidades y de condiciones sociales.

En la historia universal la lucha por la igualdad ha desatado pasiones más intensas y encendidas que las luchas por la libertad. Por eso la búsqueda de la igualdad tiene más revoluciones en su haber que la libertad. Los privilegios son repudiables y son más irritantes si se presentan cubiertos por el engaño. Para los jóvenes los privilegiados no son los trabajadores formales como tramposamente sostienen los neoliberales de todo pelaje, sino la CONFIEP, los grandes empresarios y la prensa concentrada en cuyo beneficio se ha dado la ley de marras. Eso explica la protesta simbólica de los jóvenes frente al local de la CONFIEP.

¿Por qué los jóvenes han sido capaces de producir un nuevo realineamiento de fuerzas desfavorable a la ley? Por un lado, la masiva y desbordante movilización de los jóvenes que tienen el objetivo claro de echarse abajo la ley que los discrimina, que son capaces de coordinar sus estrategias y sus acciones, pese a que carecen de organización, gracias a los celulares que todos poseen. El creciente número de jóvenes coordinados y movilizados les da poder social con incidencia  en la política, además de votos para elegir a los políticos. Todo eso les ha permitido producir una fractura temporal entre los políticos neoliberales y los poderes económico y mediático que han quedado coyunturalmente aislados.

Por otro lado, los políticos peruanos de hoy no tienen partidos organizados de los que nazca su poder político. Son veletas que se dejan arrastrar por los vientos o ventarrones que vienen del poder económico, del poder mediático, del poder político (del Estado), del poder social o del poder de los votos. Pero no son sólo veletas, tienen también una cierta iniciativa. Los políticos neoliberales, por ejemplo, han tomado distancia coyuntural de los poderes fácticos con la intención de recibir el apoyo del poder social y del poder de los votos de los jóvenes para ganar el poder político y volver luego a las andadas.

¡Jóvenes a la Obra! proclamó  con entusiasmo el buque insignia de la concentración mediática cuando se publicó la ley y los jóvenes han respondido, recuperando el sentido contestatario de la frase lapidaria de González Prada, echándosela abajo.

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