PRUEBA PILOTO

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Sinesio López Jiménez

La campaña electoral del 2016 ya comenzó. Se inicia con una prueba piloto que permite verificar dos cosas: la estrategia de campaña de la derecha  y la fuerza de los medios concentrados en ella. Alfredo Torres de Ipsos acaba de anunciar la publicación de una encuesta que señala el punto de partida de los probables candidatos en los que incluye a Urresti, actual Ministro del Interior. La encuesta misma es parte de la estrategia de campaña. Ella se encarga de contar los muertos y heridos (llamémosla operación repaso) de dos operaciones previas: la demolición de los probables adversarios y la lavada de cara de los candidatos propios (Fujimori, García y PPK).

La operación de demolición busca sacar del juego electoral a los probables candidatos del centro (Toledo o un candidato de Gana Perú) y de la izquierda que no tiene aún quien la represente, pero a la que ya se le aplicó la estrategia de la extinción en las elecciones regionales y locales sin haber logrado plenamente sus objetivos. Las derechas insisten en el mismo juego de las tres últimas décadas: excluir a la izquierda y convertir a la competencia electoral en una pichanguita en la que solo participan sus candidatos. Quieren excluir esta vez también a los candidatos del centro cuyas probables políticas públicas en un contexto de crisis les parecen inciertas.

Las armas de demolición pueden variar. Contra la izquierda fue la supuesta incapacidad de gestión, la posición antiminera, etc. Hoy contra el centro se sobredimensiona la corrupción (el caso de Belaúnde Lossio). Los actores de la demolición son los medios concentrados y sus aliados en la radio y la derecha política que opera en el Congreso. Esta vez las derechas han metido en la coladera a algunos procuradores. A propósito, la señora Vilcatoma (que grababa impunemente al Ministro que era su jefe) era procuradora o corresponsal de alguno de los medios concentrados?. Si la estrategia de la exclusión no funciona, la alternativa será propiciar la sobrepoblación de candidatos del centro y de la izquierda para que se anulen entre ellos.

La operación de la lavada de cara de los candidatos de derecha consiste, por un lado, en inflar la supuesta corrupción del gobierno de Humala, de Toledo y de las gestiones regionales (Cajamarca, Junín) y locales de la izquierda y, por otro, en tender un velo de ignorancia de la descomunal corrupción del gobierno de Fujimori y de las acusaciones de corrupción del último gobierno de García (petroaudios y narcoindultos). Los actores de la lavada de cara son los mismos de la demolición: los medios concentrados y la derecha política que opera en el Congreso a través de Comisiones investigadores, algunas de las cuales son una lamentable faramalla. Inevitables comparsas en esta operación de limpieza son la Fiscalía y el Poder Judicial.

El objetivo de esta operación es igualar a todos en el campo de la corrupción: a los gobiernos y  a los presidentes de la República, a los gobiernos regionales y locales, a los tiburones y las pirañas, a los oficialistas y a la oposición y a los políticos en general. El final de la película es la desmoralización pública. Vuelvo sobre la eficacia de los medios concentrados en estas operaciones de demolición y de limpieza.

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