Sinesio López Jiménez
Obtenido el voto de confianza, el gobierno de Humala paradójicamente sale más débil y las oposiciones parlamentarias salen más fortalecidas. Los ministros, especialmente los más cuestionados, van a ser seguramente interpelados y censurados. Los proyectos de ley que remita el Ejecutivo al Congreso van a ser demorados cuando no desatendidos. Los vetos débiles del presidente van a ser desoídos. Añadido a todo esto, un alto nivel de desaprobación ciudadana del Presidente acentúa la debilidad del gobierno. Un gobierno débil se vuelve lento y pesado no sólo en las decisiones de la cúpula sino también en los aparatos administrativos.
El gobierno de Humala ha ido de tumbo en tumbo y de concesión en concesión a las derechas desde sus inicios hasta perder su identidad y el rumbo. Con presiones, amenazas y periodicazos, los poderes fácticos y los medios de derecha han conducido al gobierno por donde han querido. Pese a que el gobierno les ha dado todas las gollerías y ventajas, ellos se han mostrado insaciables y han exigido y exigen más
La falla del gobierno de Humala es no sólo haberse sometido dócilmente a la voracidad de las derechas económicas, políticas y mediáticas sino también el mal manejo de los recursos del poder que dispone. Para aludir sólo a los últimos tropiezos que lo han llevado a perder la mayoría parlamentaria, son evidentes los errores cometidos por la pareja presidencial: imposición de la Presidenta del Congreso, pese a los altos costos políticos que eso implicaba; mal manejo de las tensiones de Gana Perú por parte de la pareja presidencial que acabó en un nuevo fraccionamiento del nacionalismo; mantención terca de ministros fundadamente cuestionados y de propuesta rechazadas por la mayoría de los ciudadanos (las AFP para los independientes).
La imposición del paquetazo para recuperar la confianza de los empresarios al costo de perder la confianza de los ciudadanos y las tímidas y tardías medidas para reactivar la economía desde la demanda han contribuido también a la debilidad del gobierno. Grandes concesiones a las presiones de las derechas, graves errores evitables de la pareja presidencial en el manejo de Gana Perú, de la coalición de gobierno y de la mayoría parlamentaria y la desaceleración económica han producido un gobierno débil puesto contra las cuerdas.
A todo esto hay que añadir los problemas que se derivan de un deficiente diseño institucional que agravan la debilidad del gobierno. La incrustación de reglas de juego del semipresidencialismo (voto de confianza al gabinete designado por el Presidente de la República y capacidad presidencial para disolver al Congreso y convocar a nuevas elecciones legislativas si este no lo aprueba por dos veces consecutivas) en el presidencialismo enturbia las relaciones entre los poderes del Estado y dificulta la gobernabilidad. A diferencia del presidencialismo norteamericano, el veto del Ejecutivo no es suspensivo (efectivo) sino débil. Si el Congreso insiste, el veto presidencial se diluye.
Lo más grave de todo este zanfarrancho, es que un gobierno débil, puesto contra las cuerdas, puede hacer cualquier cosa para salir de ellas.