Sinesio López Jiménez
Lo que algunos temían y otros esperaban no se produjo en el tradicional mensaje de Fiestas patrias. Eso ha generado un alivio en los primeros y una cierta decepción en los segundos. Los neoliberales extremos y los conservadores temían que la desaceleración y la amenaza de la recesión llevaran al Presidente Humala a desplegar una gestión keynesiana del ciclo económico en apuros. Pese a que lo tienen capturado, ellos siguen temiendo que Humala mantenga in pectore el programa de la gran transformación y que lo saque a relucir en los momentos económicos difíciles que vive el país. El viejo truco de exagerar para mantenerlo a raya y para curarse en salud.
Los críticos del neoliberalismo extremo, por su parte, esperaban sin mucho entusiasmo que la desaceleración y la recesión del primer semestre de este año empujaran a Humala a anunciar y desplegar una gestión keynesiana de la demanda. Humala, sin embargo, solo ha tomado tímidas decisiones que van en esa dirección: un pequeño aumento de las gratificaciones, una disponibilidad mayor de las CTS, disminución de las tasas de interés de referencia para impulsar la actividad económica, un mayor impulso a la inversión pública. El Plan Nacional de Diversificación Productiva puede ir también en la misma dirección.
La batalla desigual entre los neoliberales extremos (de dentro y de fuera del gobierno) y los conservadores, por un lado, y los críticos del neoliberalismo, por otro, se viene librando desde hace un buen tiempo, pero se ha acentuando en el primer semestre de este año. En este lapso se abrió un pequeño frente entre los neoliberales que manejan los aparatos económicos del Estado y los neoliberales vinculados a la concentración mediática y a las fuerzas políticas de derecha. Estos acusaban al gobierno de ser el principal responsable de la desaceleración económica a través de la innecesaria producción del ¨ruido politico¨ y del supuesto cambio del modelo econonómico neoliberal. Esto último es a todas luces un despropósito que choca con la evidente continuidad del modelo. Coincidían, sin embargo, en el último paquete de medidas tomadas por el gobierno para atraer la inversión privada.
Los neoliberales de dentro y de fuera del gobierno están preocupados ahora con las bajas tasas de crecimiento del PBI, pero son optimistas en el futuro próximo y tratan de irradiar su optimismo a todo el país. Ellos sostienen que la desacelaración es coyuntural y que en el próximo semestre y sobre todo en el 2015 el Perú volverá a tener altas tasas de crecimiento gracias a las grandes inversiones que se avecinan. Mientras tanto los neoliberales extremos y la derecha política y mediática tratan de compensar estos momentos difíciles de debilidad económica con el enorme punche de la correlación de fuerzas a su favor (todos los partidos políticos de derecha, especialmente el fujimorismo, el PPC y el Apra y el cuasi monopolio de la concentración mediática).
Humala no ha querido tocar esta batalla de fondo que se libra en el país y que va a tener un desenlace complejo (económico, social, político e ideológico) si la desaceleración se acentúa y los conflictos socio-politicos se agudizan. En este campo ha jugado al muertito y ha preferido tocar más bien los temas sociales de la educación, la salud, la seguridad que, siendo importantes, son colaterales al modelo económico vigente. Al final, las soluciones que ellos tengan dependen mucho de lo que suceda con el modelo neoliberal, de las estrategias en juego para enfrentar la crisis, de los liderazgos políticos que existen y de los que emerjan y de la correlación sociopolítica de fuerzas. Las medidas propuestas sobre educación y salud no son poca cosa comparándolas con las de los gobiernos anteriores. La necesidad de un acuerdo nacional para enfrentar el grave problema de seguridad ciudadana puede ser la clave sociopolìtica para resolverlo.