Sinesio López Jiménez
El fallo de la CIJ es de obligatorio cumplimiento, pero su contenido no es indiscutible. Por más que busque ser equitativo no logra satisfacer a todos y aparecen entonces las opiniones divergentes. Algunos lo verán menos equitativo que otros y discutirán incluso las bases y criterios de la equidad en las que se funda. Lamentablemente las encuestas no indagan sobre la percepción de equidad de los peruanos y chilenos sobre el fallo. Se preguntan más bien sobre la objetividad que no se sabe, a ciencia cierta, a que se refiere. Puede tener un componente de equidad, pero puede aludir también a sus fundamentos jurídicos, a la ausencia de arbitrariedad de los jueces o a todos ellos a la vez.
Según la encuesta de Datum y NovoMerc-Chile (Peru21, 31/01/14) el 64.1% de los peruanos y el 57.3% de los chilenos consideran objetivo al fallo. Este alto porcentaje de valoración de la objetividad del fallo en ambos países, independientemente de su sentido, puede ser la base de su cumplimiento, aunque no estén conformes con la sentencia: el 52.2% en Chile y 29.1% en Perú no están contentos con ella. No es nada desdeñable el porcentaje de chilenos que están de acuerdo con el fallo: 44.6%, 22 puntos menos, sin embargo, que los peruanos conformistas. Tanto los chilenos como los peruanos coinciden en considerar al Perú como ganador en porcentajes parecidos: 55.5% de los peruanos y 58.5% de los chilenos.
Lo que más llama la atención es la enorme desconfianza de los peruanos en que Chile cumpla el fallo : 52.3% opina que Chile no cumplirá mientras el 33.3% cree que sí cumplirá. La mayoría de los chilenos (73.1%) cree, en cambio, que Chile cumplirá el fallo. Estas opiniones contrastan con las que refieren al cumplimiento de la sentencia por parte del Perú: el 89.3% de los peruanos y el 88.2% de los chilenos creen que Perú lo ejecutará . ¿A qué se debe la gran desconfianza de los peruanos en Chile?. Ella parece fundarse no sólo en la desconfianza histórica, producto de la guerra del Pacífico en la que Perú perdió territorios y otros bienes, sino también en la reticencia del gobierno chileno saliente y del entrante a cumplir el fallo y en el señalamiento de la gradualidad y de los condiciones para su aplicación.
Más allá de las diferencias de opinión sobre el fallo, la encuesta revela que no hay una polarización fuerte ni entre Chile y Perú ni dentro de cada país, salvo la fundada desconfianza peruana, que haga inviable su aplicación. En el caso peruano no son nada desdeñables, sin embargo, el casi 30% que no está de acuerdo con el fallo y el 20% que considera que Chile ha ganado. ¿Qué explica este significativo porcentaje de peruanos descontentos con el fallo?. Además de los viejos y conocidos resquemores históricos, asoma en ellos una crítica a la política exterior de los gobiernos peruanos y de la Cancillería, en particular a los que cortaron el jamón antes de 1980. La errónea política exterior antes del 80 ha dado pie a las decisiones poco equitativas de la Corte de La Haya.
¿Puede el gobierno conquistar la confianza de los peruanos descontentos con el fallo?. Eso depende de la conducta del gobierno. Si se muestra firme, sagaz y no acepta condiciones en la aplicación del fallo, podría superar la desconfianza de los escépticos. El gobierno y los partidos de derecha parecen haber escogido más bien otro camino: transformar la mayoría en unanimidad a palod e imponer la unidad tapando la boca de los disidentes. El congresista Rimarachin tiene legítimo derecho a expresar su opinión discrepante y es probable que, en este caso, represente al 30% de peruanos descontentos con el fallo de la CIJ. ¿Por qué entonces sancionarlo?.
La intolerancia a que puedan discrepar el punto de vista del gobierno, revela que temen el conocimiento de la verdad; tanta inversión publicitaria para q’ aplaudamos como focas un falso triunfo. Y es que el único ganador es Chile: que legalizó en parte la invasión que ejercìa de hecho; ganaron otra vez, sin la razòn y "por la fuerza" y se sienta un nuevo precedente al cambiar el límite del Tratado del 29.