Sinesio López J
Ni los chilenos perdieron lo que temían, ni los peruanos ganaron lo que esperaban. Por eso los chilenos no protestan ni los peruanos celebran. Los que están “complacidos” son el gobierno, los políticos y los medios peruanos. Al gobierno y a los políticos chilenos, en cambio, el fallo de la Haya les ha dejado un “sabor amargo”, pero ellos han declarado que lo acatarán y lo cumplirán en forma gradual y con condiciones. Están pagando el error de no haber aceptado la negociación bilateral que, en su momento, les ofreció el gobierno peruano.
¿Por qué los peruanos no están satisfechos con el fallo?. Hay varias razones, pero la más importante parece ser la fusión y la confusión en su imaginario de la historia con la política. Desde la perspectiva histórica, las heridas de los peruanos son tan profundas que ninguna solución política moderada las puede curar. Las injusticias históricas no se resuelven con medidas de justicia presentista. Descartada la guerra, su solución exige compensaciones materiales y simbólicas que ayuden a sanar las heridas del pasado.
Desde la perspectiva política, los peruanos hemos ganado, no lo que erróneamente esperábamos, sino una parte del mare nostrum que no teníamos bajo control. Es lo que se podía ganar en la Corte Internacional de la Haya que tiende a emitir fallos, no salomónicos, sino equilibrados (cuando se trata de bienes divisibles) para que sean acatados por las partes. ¿Había otra salida? Descartada la guerra, el gobierno peruano propuso una negociación bilateral que el gobierno chileno no aceptó. Esa negación fue un error de la élite chilena y una suerte para el Perú.
En una negociación, que es sostenida no sólo por las habilidades de los diplomáticos sino también por las correlaciones de fuerza de diverso tipo (militares, políticas, económicas, etc), el Perú no hubiera obtenido lo que La Haya le ha dado. ¿Qué viene ahora?. Se van a producir muchos cambios en las relaciones de Perú con Chile, pero el principal es probablemente el tránsito gradual de las relaciones de enemistad a las de cooperación. Como estados soberanos, Chile y Perú siempre tendrán, sin embargo, un tipo de enemistad, pero se disiparán lentamente las amenazas de una guerra.
En esa medida van a disminuir tanto en Chile como en Perú los abultados gastos militares que estarán disponibles para atender los problemas de la educación, la salud y la seguridad interna en ambos países. Desaparecidos los conflictos limítrofes entre los estados, los lazos y las políticas de cooperación y de integración entre Chile y Perú y entre los países de América del Sur se fortalecerán y consolidarán.
¿Y qué va a pasar con las FF.AA de ambos países?, ¿seguirán teniendo un rol político significativo dentro de sus respectivos países?. Es probable que sí porque su importancia no depende sólo de los conflictos internacionales sino también del déficits de los civiles de cada país. En el Perú no existe un sistema de partidos y en Chile ha comenzado a resquebrajarse. En esa medida, seguirán siendo un poder fáctico gravitante en la política de ambos países.