Sinesio López Jiménez
Los contestatarios no están de acuerdo con el establishment, pero necesitan una representación política para disputar el poder. Desde los años 30 del siglo pasado ellos han conformado un tercio o más del electorado y se han hecho presentes en la política a través de diversos partidos y candidatos. Algunos les han sido fieles a lo largo de la historia y otros fueron absorbidos y cooptados por el establishment (Apra, AP y sectores de la DC, hoy PPC). La IU buscó ser la representación política más fidedigna de sus intereses y esperanzas, pero, luego de su división, ese espacio social quedó vacío de representación. Es un espacio social sin representación política. El rostro de los contestatarios ha ido cambiando también con el tiempo, pero es permanentemente reproducido por otros combatientes con nuevos rostros.
El vacio de la representación del descontento del 90 en adelante fue llenado de alguna manera por pequeños caudillos sin proyecto, pero con una gran ambición (Fujimori, Toledo y Humala). El desencanto llegó pronto: antes que cante el gallo, ya habían negado más de tres veces a sus electores contestatarios. Hoy nuevamente ese espacio está vacío. Los espacios de centro y de la derecha, en cambio, están tugurizados y la disputa es feroz y con cuchillo entre los dientes. La derecha y la ultraderecha no aceptan en el club al recién llegado Humala. Ya gobierna para ellos y para las grandes empresas (nacionales y extranjeras), pero lo quieren sumiso, un humilde servidor. Lo acusan de chavista cuando de eso no quedan sino malos y vagos recuerdos.
Esta es la hora de la recomposición, de la reunificación y del reposicionamiento de las izquierdas hoy fragmentadas para constituirse en la presentación política orgánica del espacio social del descontento con el actual orden injusto y podrido y de la esperanza en un nuevo orden de cosas. La recomposición pasa por varios momentos o componentes. En primer lugar está la identidad programática que proponga un modelo de desarrollo sostenible, inclusivo y viable que garantice el bienestar para todos; un estado democrático, autónomo y eficaz al servicio del bien común y del interés general que despliegue políticas públicas de calidad y que garantice la igualdad ante la ley; y la defensa de la pluralidad cultural y de la unidad del Perú en la diversidad.
En segundo lugar, la estrategia que defina con realismo y audacia a la vez los adversarios contra los que hay que combatir, los pasos a seguir, las acciones a desplegar, las coaliciones sociales y políticas a conformar para tener éxito en la lucha política. En tercer lugar, la organización de los actuales pequeños partidos de izquierda en un partido unificado y establecimiento de un frente amplio de izquierda con los partidos democráticos de izquierda que no conforman el partido unificado. Esta es la forma adecuada de contar con una exitosa representación política única de los descontentos y combatientes por el cambio social. Un elemento central del proceso organizativo es la unificación y organización de los movimientos sociales y de los frentes regionales y su articulación con el partido y con el frente amplio de izquierda. Volvemos sobre los temas de los candidatos, las campañas y la necesidad de la formación de coaliciones de centro-izquierda en las segundas vueltas cuando no se alcanza el triunfo en las primeras.