Sinesio López Jiménez
El titular es propio de la época en la que las convicciones eran firmes, los triunfos, contundentes y las realidades, macizas. Hoy, “cuando todo lo sólido se desvanece en el aire” (Marx dixit), las dudas nos visitan y los matices invaden nuestros balances y nuestras perspectivas. Hablo en plural porque lo que digo no es solo un caso personal. Lo que digo, además, no afecta en nada mi firme apuesta por la izquierda y por la unidad de la izquierda democrática. Esta apuesta, por lo demás, no sesga mi objetividad o, en todo caso, mi voluntad de mantenerla. El analista está obligado a ver la realidad tal como ella es y no como quisiera que fuera (Lenin dixit en Cartas desde lejos).
Los estrechos resultados de las elecciones dan pie a diversas lecturas, comenzando por el carácter de las mismas. Algunos analistas piensan que tras ellas ha existido un debate ideológico: Era una batalla entre la izquierda y la derecha, dicen unos; entre la DBA y la derecha liberal, sostienen otros. La mayoría (me incluyo) ha subrayado el sentido ético y político de la contienda electoral: corruptos – transparentes, promotores del caos-defensores de la gobernabilidad democrática. No han faltado los que vieron en ellas una confrontación étnico-social: el pueblo cholo y pobre versus los pitucos.
La verdad de las cosas es que ha habido de todo en esa batalla electoral. La teoría es gris, pero el árbol de la vida es verde. Lo que predominó y comprometió a más gente en la lucha electoral ha sido, sin embargo, el componente ético-político, especialmente el elemento de la gobernabilidad democrática. Muchos optaron por el NO porque la opción del SI conducía al caos y a la ingobernabilidad. Esta forma de partir la torta política produjo mezclas ideológicas (la izquierda y la derecha democrática por el NO y apristas, castañedistas y DBA por el SI) y étnico-sociales que siempre son “odiosas” porque atentan contra la igualdad en la política más allá de las diferencias.
Otros balances electorales han subrayado el resultado de la polarización electoral, lo que es evidente si se observan los resultados estrechos entre el NO y el SI. El tema aquí es si la polarización electoral expresa también otras polarizaciones: ideológicas, políticas y sociales. La polarización ideológica sólo alcanzó a las minorías intensas de uno y otro lado. La polarización predominante y mayoritaria fue política entre los angurrientos por el retorno al poder y la por defensa de intereses personales y de grupo (SI) y la gobernabilidad democrática (NO). ¿Hubo polarización social? Sin duda la hubo, los sectores populares votaron mayoritariamente por el SI y las clases medias y los ricos votaron mayoritariamente por el NO.
Esta polarización se redujo, sin embargo, con la campaña y la lucha política. Gruesos sectores de la clases medias no acomodadas (C) y de los sectores populares y pobres (Dy E) se desplazaron del SI al NO. En algunos distritos populares (Ate, San Martín de Porres) el NO ganó, en otros (los más poblados San Juan de Luringancho, Villa el Salvador y otros) hay casi un empate. Recuperar a estos sectores para la izquierda es un gran desafío. Volveré sobre ganadores y perdedores y sobre las proyecciones políticas.
Estimado Sinesio, te pido definir el concepto "polarización" con fines académicos. Pienso que siempre existe polarizaciòn, lo interesante en este caso, es que casi han empatado y por ello es importante; en cierto momento, los procesos políticos se sintetizan en una polarización.
Sinesio, ¿podrías explicar / desarrollar mas eso de las "mezclas odiosas porque atentan contra la igualdad en la política, más alla de lad diferencias?"…