Sinesio López Jiménez
Mantener el buen nombre de una institución pública no es una tarea fácil. Eso depende no sólo del esfuerzo inteligente de una buena oficina de imagen institucional sino principalmente de lo que haga o deje de hacer la institución misma. Este es el caso del JNE. Lo que está quedando lamentablemente en la opinión pública de estos días es que el JNE es una institución copada por el Apra en la que un ex -ministro, por propia confesión, influye para mantener o desbarrancar a los alcaldes de su cargos, previo pago (¿de honorarios?). También queda la imagen de un JNE que festina trámites en el asunto de la revocatoria de Susana Villarán, se desatiende de los delitos cometidos por los revocadores (firmas falsas y financiamientos sospechosos) y se deja atarantar por los medios que son voceros de la coalición mafiosa de los revocadores.
Pero el JNE ha hecho también cosas muy importantes y útiles para los ciudadanos, los políticos, los candidatos, los investigadores en asuntos electorales que, por desgracia, no tienen la misma resonancia que los hechos que lo difaman. Este es el caso del monumental Mapa Político Electoral del Perú elaborado y publicado por el JNE. Entre los interesantes contenidos de esta publicación, el aporte más arriesgado, sin duda, lo constituye el Índice de Participación Electoral (IPE), una propuesta que según la propia institución pretende “…servir como modelo de medición a la comunidad electoral latinoamericana”. Es la primera vez que se formula un índice complejo que mide la participación electoral desde una aproximación que toma en cuenta un número importante de variables (4 referidas a la ciudadanía y 4 a las organizaciones políticas), lo que es un valioso esfuerzo por superar la asociación unidimensional de este fenómeno con la mera asistencia a las urnas, poco trascendente en un contexto en que el sufragio es obligatorio. Lo que el IPE mide, en realidad, es la calidad de la participación electoral.
Si bien el IPE es especialmente útil para la profundización del conocimiento en el campo de los estudios electorales, puede ser también interesante cruzarlo con otros índices socio-políticos para investigar el nivel y la intensidad de la asociación entre ellos. En efecto, existe una fuerte correlación entre el IPE y el Índice de Ciudadanía Efectiva (ICE), entendido éste como el nivel de acceso efectivo a los derechos ciudadanos (civiles, políticos y sociales) reconocidos por el Estado. Esto significa que mientras mayor es el acceso efectivo a los derechos ciudadanos, mayor es la participación electoral compleja de ciudadanos y partidos. El nivel de ciudadanía efectiva se empina con el alto nivel de los derechos políticos, pero trastabilla y desciende con el bajo nivel de los derechos civiles y sociales en los distritos pobres y muy pobres del país. En resumen, a mayor nivel de ciudadanía efectiva (ICE), mayor calidad de la participación electoral (IPE).
Espero que el JNE continúe esta tarea cuando se generen nuevas fuentes de información y se actualicen las ya existentes, lo que va a redundar en beneficio de todos los ciudadanos. Estoy seguro que el nuevo presidente del Jurado, el Doctor Francisco Távara, va a valorar adecuadamente estas iniciativas y les va a dar el respaldo que merecen.