Archivo por meses: julio 2012

ECONOMÍA ESTABLE Y POLITICA INESTABLE

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Sinesio López Jiménez
El cambio de tres gabinetes en menos de un año revela un alto grado de inestabilidad política. En ese sentido, el gobierno de Humala es más inestable que los gobiernos de Toledo y de García y que todos los gobierno de América Latina. Casi todos ellos hacen ajustes en el gabinete en el primer año o cambian de gabinete al cumplir un año de gobierno. Pero el gobierno de Humala ha producido oscilaciones rápidas y bruscas en menos de un año. Pasó de una posición de centro-izquierda a otra de centro-derecha en forma inesperada y ese desplazamiento fue acompañado por el tránsito del diálogo a la confrontación en el tratamiento de los conflictos sociales y ahora, con el fracaso del gabinete Valdés, se vuelve tímidamente a lo primero, pero se queda a mitad de camino.
Esos cambios tienen que ver con los naturales desgastes que produce el ejercicio del poder, pero no todos los gobiernos se desgastan de la misma manera. Los gobiernos populistas se desgastan menos que los gobiernos liberales en el primer año de gobierno debido a las políticas inclusivas o clientelistas que despliegan, pero tanto los liberales como los populistas terminan mal por distintas razones, los primeros porque alientan la recesión y los segundos porque estimulan la inflación. El desgaste de los que llegan al gobierno como populistas, pero gobiernan como liberales (García y Humala y en menor medida Toledo) es semejante al desgaste de los liberales. Si el último mes se van con una nota aprobatoria, eso no tiene que ver con su propio desempeño sino con el temor que suscita el que viene tras ellos. Escuché a gentes de clase media que le decían a Toledo en la segunda vuelta del 2006: ¡Cholo no te vayas, no nos dejes en manos de dos locos!.
Hay otras razones, además del desgaste, que explica la inestabilidad de la política. La primera es la falta de instituciones sólidas en las que todos crean, a las que todos acepten y se sometan a ellas. Todos se llenan la boca con la idea de Estado de Derecho, pero ella sólo tiene un sentido normativo porque no existe un dominio efectivo de la ley en todo el territorio ni en todos los grupos sociales. La justicia en el Perú no es igual para todos. La segunda es la no existencia de partidos ni de un sistema de partidos que otorgue estabilidad a la política, que canalice las demandas y que institucionalice el conflicto socio-político. La tercera tiene que ver con la presencia de un Estado débil, ineficaz, capturado y corrupto que poco o nada ayuda a las tareas de gobierno y al funcionamiento de la democracia. En un país poco institucionalizado, sin partidos y con un Estado débil, la política y los políticos son presa fácil de los poderes fácticos y de los movimientos sociales.
Bien vistas las cosas, sin embargo, lo que más cambia en los gabinetes es el elemento propiamente político y lo que se mantiene es el elemento económico. Los políticos o los que desempeñan la función de dirección política se van, pero Castilla permanece y amplía su poder en cada cambio de gabinete. En este último cambio, por ejemplo, ha sumado el Ministerio de Agricultura a su ya poderosa correlación de fuerzas. Dado el alto grado de inestabilidad política, el equipo neoliberal de Castilla termina gobernando el día a día. Pienso que lo que sucede con los gabinetes de Humala revela lo que pasa en el país desde hace unos 20 años. Pese a las crisis, el Perú tiene una economía relativamente estable y una política inestable y volátil desde 2001 hasta la fecha. Pese al modelo primario-exportador, la economía tiene más anclaje gracias a la demanda internacional y a los precios de los commodities desde 2001. La política, en cambio, sin instituciones, sin partidos y con un Estado débil, es muy volátil.
La pregunta que hay que hacerse es si la crisis económica que se viene con todo va a mantener estable al equipo económico de Castilla o va a sufrir también los embates de inestabilidad. Mi hipótesis es que la fuerza de la crisis puede licuar las bases materiales del modelo primario-exportador y de la estabilidad del equipo económico. De hecho, el cuestionamiento de ese equipo ya no proviene sólo de la izquierda sino también de las filas de ex-ministros neoliberales que critican la poca agresividad de las políticas anti-ciclicas del actual gobierno frente a la crisis que se avecina. Una situación de crisis nos aproxima a un escenario autoritario en donde hay poco crecimiento, poca capacidad distributiva y mucho palo para tratar de mantener el orden. Este todavía no es el caso, por ahora.

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ATRAPADO POR ESCENARIOS DIFICILES

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Sinesio López Jiménez
Antes de iniciar su gobierno, Humala produjo un viraje que lo ha llevado al actual atrapamiento polarizado entre las fuerzas del capital y las derechas, por un lado, y los movimientos socio-ambientalistas apoyados por las izquierdas, por otro, y ahora no sabe cómo salir y emite señales en diversas direcciones. Todos los analistas están de acuerdo en que Humala produjo un viraje político hacia la derecha. Las diferencias radican en el momento del viraje. Algunos analistas señalan que se produjo tempranamente a pocos días de la primera vuelta electoral con la carta al Perú. Otros sostienen que el viraje se produjo en la segunda vuelta con la hoja de ruta con la que la derecha se identifica ahora, pero a la que su momento rechazó para apoyar a Fujimori. Las lecturas derechistas de las elecciones del 2011 tienen como objetivo, por un lado, limpiar la imagen de las derechas que presionan, chantajean, amenazan con la finalidad de retener el poder y, por otro, mantener incólume la figura de Humala incapaz de someterse a las presiones o a otras motivaciones de cualquier tipo. El viraje, dicen, fue producto de un juego libre y limpio. Es legítimo y no constituye una traición a los ciudadanos que votaron por Humala.
Los propagandistas de la derecha confunden la moderación con el viraje. La moderación es auto-regulación de la imagen, del speach-act, del discurso sin cambio de la posición política. Se pueden sostener las mismas ideas y mantener las mismas posiciones políticas, pero con un lenguaje menos altisonante, ríspido y amenazante. Ese es el trabajo específico de la campaña electoral que cuenta mucho si se quiere realmente ganar una elección. En las elecciones del 2011 hubo dos momentos de moderación. El primero se produjo efectivamente con la carta al Perú, pero se mantuvo el mismo programa, las mismas fuerzas (nacionalistas e izquierdistas) que se confrontaron políticamente con todas las otras fuerzas del centro y de la derecha. Ni una fuerza cambió de línea política pasándose de un campo a otro.
La segunda vuelta produjo otro momento de moderación en Gana Perú, no sólo por razones de la campaña sino por la maciza realidad de que en ella se jugaba otro partido y se trataba de seguir el viejo consejo de Maquiavelo de adecuar las acciones, las ideas y las palabras a los cambios de los tiempos y las circunstancias si se quiere tener éxito. La hoja de ruta expresaba tanto la necesidad de conducir una campaña exitosa como la de triunfar en el nuevo juego propio de la nueva coyuntura, con nuevos aliados de centro, políticamente moderados. La hoja de ruta mantuvo las mismas ideas y las mismas orientaciones programáticas de la Gran Transformación pero dichas con el tono, los énfasis y las maneras que la lucha electoral de la segunda vuelta exigía. No hubo ningún viraje. Todas las fuerzas adecuaron sus programas y estrategias a la segunda vuelta y nadie se pasó de un campo a otro. Estos campos estaban, además, claramente delimitados por el fujimorismo y el antifujimorismo y por la continuidad y el cambio. Humala expresaba el antifujimorismo y el cambio.
El viraje significa un cambio de cancha y de posición política. Eso se produjo cuando Humala incorpora al gobierno a los representantes del capital que, además, eran fujimoristas. Humala cambió también de equipo. Este viraje pasó por dos etapas (el gobierno de centro-izquierda del gabinete Lerner y el gobierno de centro derecha del gabinete Valdés) y cada etapa atravesó por momentos específicos (tres momentos en la primera etapa y cuatro en la segunda). Otro tema de debate es la explicación del viraje. Algunos colocan la explicación en Humala (novato, búsqueda de incentivos y motivos para ejercer y fortalecer su poder, etc); otros, en las relaciones de fuerza existentes en el proceso político (es mi caso) y otros, en una agenda oculta que habría que descubrir y que va desde la corrupción hasta la oferta de apoyos incondicionales o en ambas cosas.
Como producto del viraje, Humala está atrapado en una polarización creciente y no sabe bien cómo salir de ella. Ha hecho gestos y movimientos que van en distintas direcciones y que dibujan escenarios posibles que estarán todos ellos marcados por la crisis y que tendrán menos crecimiento y menos capacidad distributiva. La polarización social puede potenciarse. El primer escenario es el retorno del gobierno de centro-izquierda (social-demócrata lo llama Levitsky) que impulse el crecimiento y la distribución desde una orientación keynesiana de las políticas económicas para salir de la crisis. Ollanta ha hecho gestos que van en esta dirección que la derecha teme. El segundo escenario es la prolongación del actual de centro-derecha (débil crecimiento y modesto asistencialismo) manejado por las mismas fuerzas que hoy cortan el jamón.
El tercer escenario es el de creciente autoritarismo (sin crecimiento, sin distribución y con mucha bala). El Perú sería una especie de Cajamarca extendida a nivel nacional, con varios lunares de tranquilidad en la costa, gobernado con estados de emergencias a los que no se hace mucho caso, pero que cada vez se endurecerán más. Este es el escenario ideal de la derecha acorazada y de la DBA.
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EL AÑO DEL VIRAJE NEOLIBERAL DE UN RADICAL

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Sinesio López Jiménez
Lo más importante y llamativo del primer año de gobierno de Ollanta Humala es su viraje radical a la derecha neoliberal. Es, además, el viraje precoz y rápido de un político inexperto. Los expertos en las lides políticas demoraron dos décadas (Haya) o una década (Belaúnde, García). Creo que fue Emiliano Zapata quien afirmó, con sarcasmo, que ninguna revolución resiste un cañonazo de 50 millones de pesos. Si el dicho de Zapata se dirigía a los revolucionarios ¿qué podría decírseles a los modestos reformistas?. No me refiero a Haya y Belaúnde, una especie en extinción de republicanos clásicos (defensores del bien común), a los que la política más bien empobreció, sino a García a quien parece que varios cañonazos (de los que hablaba Zapata) han producido un desastre hasta en su corporeidad. Y, desde luego, a Fujimori, quien no recibió un cañonazo, sino una ¡lluvia de millones!.

Un gobierno de centro izquierda (Agosto-Noviembre del 2012)
El viraje tiene dos etapas claramente diferenciadas. La primera comienza con la incorporación de Velarde y Castilla al equipo económico del gobierno. Ella implica, desde luego, la continuidad del modelo neoliberal extremo contra la que insurgió Humala como candidato. Se formó una vasta coalición de centro-izquierda presidida por Salomón Lerner Ghithis como Primer Ministro e integrada por los amigos del presidente, el toledismo, los ciudadanos por el cambio y los representantes del neoliberalismo. Esta etapa atraviesa tres momentos. El primero es la mini-crisis que se produjo con el anuncio de ascenso al barco del gobierno del equipo neoliberal: Los ciudadanos por el cambio expresaron su rechazo y Salomón Lerner anunció su desacuerdo y su retiro de Gana Perú. El segundo, superado el impase anterior y ya en el gobierno, es la coyuntura del planteamiento de la reformas del gabinete Lerner en el Congreso, de la negociación del gravamen minero y de la recuperación del lote 88. En el primer caso se obtiene un cierto éxito y en el segundo se fracasa. Es también el momento de la Consulta Previa (hoy letra muerta), de la creación del MIDIS y del aumento del salario mínimo a medias. Las derechas políticas y mediáticas pretenden desbarrancar a los ministros, viceministros y asesores de ciudadanos por el cambio.
El tercer momento es el de Conga va, pre-anunciado desde la XIX Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en Hawai donde expresa también su voluntad de establecer el Estado de emergencia debido a los informes tremendistas que recibía de los Servicios de Inteligencia. Ollanta anuncia oficialmente que Conga va, sostiene que el agua y el oro son compatibles y que el presidente no recibe ultimatums de nadie; se inicia entonces una etapa intensa de diálogos de Lerner con el presidente regional, los dirigentes del frente regional de Cajamarca, con los alcaldes y con la minera Yanacocha, cuyo último intento, realizado por Lerner el 4 de Diciembre del 2011, fue boicoteado expresamente por Humala y por Valdés, para justificar la caída del gabinete Lerner, la salida de la izquierda y del toledismo y el establecimiento de una política confrontacional con los movimientos socio-ambientalistas.

El viraje al centro- derecha
La segunda etapa se inicia en Diciembre del 2012 y durará hasta cuando Humala lo decida, (aunque el de Valdés es ya un gabinete fracasado y en rigo mortis). Se forma entonces una coalición de centro-derecha que amplía el poder de Valdés (un profujimorista autoritario) quien va como Primer Ministro e influye decisivamente en los Ministerio de Defensa e Interior, y el poder de Castilla quien, además del MEF, controla Trabajo, Vivienda (el lobista), Energía y Minas y el MINAM. Siguen en el gabinete los amigos del Presidente y un pequeño número de ministros progresistas. Esta es la etapa de la defensa de las mineras y de la confrontación con los movimientos socio-ambientales, del lanzamiento del Proyecto energético del Sur, del acuerdo de inversión de Quellaveco, de los estados de emergencia y de las órdenes de disparar y de los muertos de las protestas sociales. En esta etapa Humala se cobija en el Ejército y lo reordena en su propio beneficio como fuente de su poder.
Esta etapa atravesó cuatro momentos políticos. El primero es definido por la instauración de la confrontación y el estado de emergencia en Cajamarca (cuando ya no existía una situación de excepción) y por medidas (el peritaje, las políticas de desarrollo regional a cargo del Ministro de Vivienda) que desconocen la autoridad del Presidente de la Región de Cajamarca y le recorta las cuentas del presupuesto regional. El segundo está marcado por el debilitamiento y el fracaso de Valdés debido a los nulos resultados en Cajamarca y a la política desastrosa del VRAE. Salen los Ministros de Defensa e Interior y son reemplazados por un nacionalista poco recomendable y un ex-militar fujimorista, respectivamente. El tercer momento está caracterizado por la ofensiva feroz de la derecha mediática para copar el Estado, sacando a los ministros progresistas y tomando a los Ministerios de Defensa e Interior en una actitud suicida que pretendía quitarle los huevos al águila. Esta vez las derechas mediática y política fracasaron. El terrorismo, aliado al narcotráfico, secuestra a más tres decenas de trabajadores de la empresa Skanka en Kepashato y humilla a las FF.AA.
El cuarto y último momento se caracteriza por la desatención empresarial y estatal de las demandas de los movimientos socio-ambientalistas, por la realización de un paro en Xstrata de Tintaya en Espinar y de una huelga indefinida en Cajamarca, por las declaratorias de Estado de Emergencia, por la confrontación, por los apresamientos, los heridos de ambos bandos y los muertos con las armas del Ejército y de la policía. Toledo y la izquierda condenan la política de confrontación y las derechas la celebran con la vieja cantaleta de que la mano dura es necesaria.

Lo que se viene
Y ¿qué viene en la política del gobierno inmediatamente antes y durante el 28 de Julio?. Una recomposición del gabinete, sin duda. Pese a la defensa de la derecha, es muy probable que Valdés se vaya como quieren la mayoría del país, el toledismo y las izquierdas, pero no se sabe quien lo puede reemplazar. La derecha teme infundadamente un retorno de la centro-izquierda por ciertos gestos políticos y simbólicos de Ollanta. Es probable que salgan los ministros progresistas y sean reemplazados por el toledismo y por alguno de Solidaridad Nacional de Castañeda. Es probable que algunos amigos de la pareja presidencial sigan y que el núcleo duro del neoliberalismo continúe y con él la continuidad del modelo neoliberal y la captura del Estado.
Si estos cambios fueran ciertos, es evidente que ellos van a chocar con la crisis que se avecina y con las protestas sociales que se incrementarán e intensificarán. Para gobernar un capitalismo en crisis recesiva como la que se viene, según los especialistas entre ellos varios premios Nobel (Krugman, por ejemplo) se requiere un gobierno de orientación keynesiana con equipos tecno-políticos calificados que lo dirijan y gestionen. Hay que evitar los desastres del primer García. El gran debate entre Keynes y von Hayex con el refuerzo posterior de su maestro von Mises, abierto tempranamente en el mundo académico después de la primera guerra mundial, probado en la gran crisis depresiva de los 30 en el mundo académico, político y económico y desarrollado en discusiones posteriores a la segunda guerra mundial con altas y bajas por ambos lados y actualmente con la crisis del capitalismo en los Estados Unidos y en Europa, sigue en pie.
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LAS TRANSFORMACIONES DE HUMALA

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Sinesio López Jiménez
¿En qué ha cambiado el Perú luego de un año de gobierno de Humala? Para ser justos, casi en nada. Pese a sus limitaciones, el gravamen minero es la única medida que pasará a la historia. La consulta previa, que anunciaba (por fin) el reconocimiento del otro, quedó en letra muerta. ¿Hay algo más que valga la pena recordar?. Nada de nada, salvo la mediocridad gubernamental y la rutina burocrática. El gobierno de Humala es una enorme frustración para la mayoría de los peruanos que lo eligió precisamente porque encarnaba el cambio.
No es el país el que ha cambiado sino Humala quien pasó de radical a moderado para terminar como el conservador que es hoy. Estas mutaciones se han producido en el breve lapso de menos de un año. Todo un record. Haya demoró unas dos décadas, García, una década en recorrer la misma trayectoria. ¿A qué se debe la precocidad mutativa de Ollanta? Es probable que ella obedezca, por un lado, a la debilidad e inconsistencia del líder y, por otro, a la carencia de un partido institucionalizado. Un partido bien organizado y poderoso impide los virajes bruscos de sus líderes.
Es cierto, sin embargo, que antes de asumir el mando, resistió la ofensiva desvergonzada de la derecha durante casi un mes para terminar cediendo y concediendo lo más importante: el manejo de la economía y la continuidad del modelo neoliberal extremo contra el que insurgió. De ese modo, Humala autorizó también la recaptura y la privatización de los aparatos estatales por los poderes fácticos, bloqueando la posibilidad del desarrollo de un estado más o menos autónomo que defienda el bien común y el interés general.
Quizás el cambio más chocante de Humala para sus seguidores es su transformación de defensor de los intereses populares en un guardián de los grandes empresarios que no duda en apelar al autoritarismo, a la represión y a la muerte de los propios electorales que lo llevaron al gobierno. Otras mutaciones importantes son la transformación de la inclusión de forma de reconocimiento de derechos universales para los excluidos en el mitigante asistencialismo de siempre así como el abandono de la lucha contra la corrupción.
¿Qué explica el viraje de Humala a la derecha?. Hay varios factores, pero los más importantes parecen ser tres. En primer lugar, la poca experiencia política de Humala quien, al parecer, se asustó con la tarea de gobierno y dudó de sus propias capacidades y de las habilidades de sus cuadros y las de los aliados para encararla con éxito. En segundo lugar la debilidad del Partido Nacionalista, de la izquierda y de los movimientos sociales como sustento de su gobierno y de la gobernabilidad. En tercer lugar la indudable fuerza económica, política y mediática de las derechas que, a través de presiones, chantajes, amenazas y cantos de sirena lo rodearon, lo capturaron y lo transformaron en un gobernante a su servicio.
Es evidente que el viraje a la derecha no está funcionando debido a la incapacidad del gabinete Valdez y sus cuadros “técnicos”, a la resistencia de los movimientos sociales contestatarios y a los límites que presenta la estrategia de confrontación del gobierno. Las derechas temen, por eso, que Ollanta vuelva sobre sus primeros pasos y recupere su identidad política perdida.
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EL ENCANTO HUMALISTA DEL ESTADO DE EMERGENCIA

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Sinesio López Jiménez
Debajo del Estado de derecho duerme la monarquía, escribió Carl Schmitt, el más brillante teórico de la reacción de todos los tiempos. Cuando las papas queman, el Estado de derecho se despoja de sus formalidades jurídicas y de sus oropeles discursivos para afirmar su soberanía a través de una decisión política que abre las puertas a la dictadura (y a la muerte) en nombre de la restauración del orden. Sostiene, por eso, que la mejor manera de entender al Estado de derecho es pensarlo desde el Estado de excepción, del mismo modo que, para entender la política, hay que pensarla desde la guerra y para comprender a Dios hay que imaginarlo desde el milagro. Sólo se puede producir conceptos políticos relevantes cuando se examinan los fenómenos aparentemente normales desde las situaciones exacerbadas y extremas.
Lo que hay que preguntarse, en la línea del pensamiento schmittiano, es si, con la declaración del estado de excepción, Humala sueña y se despierta como un monarca y Nadine, como una reina. Es difícil saberlo, pero lo que sí sabemos es que los cortesanos de las derechas los aplauden mientras la plebe contestataria es reprimida y silenciada. Antes del Estado de emergencia, sin embargo, Humala ha venido actuando como si fuera un monarca absoluto que se niega a dialogar con el presidente de la región de Cajamarca y con los dirigentes de la protesta social, que conversa con los alcaldes a los que convoca con engaños para sacarle la lengua a Santos y que olvida que ha sido elegido Presidente de la República por los ciudadanos que, en una democracia, son los formales titulares del poder. La terca negación de Humala a dialogar echa más leña al fuego.
Los detentadores del poder (cualquiera sea su naturaleza), sin embargo, se piensan a sí mismos como los creadores y los defensores del orden y ven a los otros, especialmente a los de abajo, como los (potenciales o reales) productores del caos. Estos son, como dice El Comercio, la turba “enardecida”. Por sus cabecitas no pasa la perturbadora idea que ellos pueden ser o son con frecuencia la fuente de muchos problemas y conflictos. La codicia desmedida, la vanidad política, los prejuicios ancestrales les impiden verse a sí mismos como los generadores de la violencia y del desorden. No entienden ni están dispuestos a entender la genealogía verdadera de los diversos tipos de conflictos. Basta leer su prensa adocenada para darse cuenta de su pobreza intelectual y su pequeñez moral. Las protestas sociales provienen de la “turba enardecida” y de los agitadores extremistas. Este es el elemental diagnóstico de estos buzos de la superficie.
Los conflictos exacerbados de Cajamarca tiene dos grandes responsables: Yanacocha y los gobiernos de turno que han avalado los abusos de la empresa minera. El gobierno regional y algunos líderes políticos y sociales del movimiento contestatario tienen una responsabilidad menor. La protesta social contra la minera Yanacocha y contra el gobierno es justa, pero el fundamentalismo anti-minero de algunos dirigentes es un error y la huelga indefinida es una medida confrontacional extrema que juega en pared con los halcones del gobierno y expone innecesariamente al movimiento social a la represión violenta. La gente rechaza a Yanacoha porque los daños que ella produce son mayores que los probables beneficios que ella otorga a la región. La prepotencia, los abusos, el mal trato, los daños al medio ambiente y a la agricultura cometidos por Yanacocha han sido apañados por los gobiernos de turno mientras que los reclamos de la mayoría de los cajamarquinos han sido desoídos y reprimidos.
Humala abrió la posibilidad de un nuevo trato, pero ella se esfumó en los primeros días de Diciembre del año pasado cuando él mismo y su ministro del Interior (Valdés) boicotearon el diálogo del Primer Ministro Lerner con el gobierno regional y los dirigentes de la protesta e impusieron la confrontación como forma de resolver los conflictos socio-ambientales. Declararon el Estado de emergencia cuando ya no había una situación de excepción que lo justificara con la finalidad de imponer la confrontación, de desprenderse del gabinete Lerner y de sacar a la izquierda del gobierno. Instaurada la confrontación como método de solución de los conflictos, la polarización social y política, la huelga general indefinida, las movilizaciones agresivas de la población, el estado de emergencia, la represión violenta y la muerte eran eslabones previsibles de una cadena peligrosa.
Mientras tanto el gobierno está entrampado entre lo dice y lo que hace. Habla de diálogo, pero declara el Estado de emergencia y ordena disparar. Aunque su palabra se ha devaluado mucho, Humala es el llamado a dialogar con el presidente regional y los dirigentes de la protesta social y con los empresarios mineros para buscar una salida conjunta a la situación de impase que se ha producido. Es de esperar que los facilitadores de la Iglesia (Monseñor Cabrejos y el padre Garatea) ayuden a tender los puentes necesarios para establecer el diálogo y encontrar una solución salomónica al difícil problema. Y si los políticos no pueden llegar a un acuerdo, entonces que la región resuelva el problema a través de un referéndum en el que se consulte si Conga va o no va y si va en qué condiciones va.
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